Capítulo 3. MI VIDA.

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Mi vida. Así de simple pero complicada.

Empezando por el principio, como debe ser, yo de pequeña, era una niña feliz, activa, sociable (no se como lo hacía), tenía mucha ilusión por todo en la vida, en resumen, fue una infancia guay. Fin, adiós.

Es broma, no todo es tan sencillo.

Yo recuerdo que de pequeña, la mayoría de cosas que me gustaban o no, era por sensaciones. Es decir, no me gustaba mucho ir a la casa de un amigo porque, esta me daba muy mala sensación y no me dejaba estar a gusto, no me gustaba un juego de los Sins para la DS Lite, porque también me daba muy mala sensación, no me gustaba juntarme con tal amigo o amiga por lo mismo. Todo un mar de sensaciones.

A la vez, era muy maniática. Todo lo que requiriese repeticiones, o incluso si no hacía falta, tenía que hacerlo un número de veces, par. Al cabo de los años, pasó a ser impar, y desde entonces tal manía no ha cambiado en mi. Por ejemplo, antes de salir de mi casa toco sin querer una pared, pues tengo que volver a tocarla 3 veces o 5, depende. ¿Y de que depende?

Pues de lo que depende lo voy a explicar con la siguiente manía. Cuando tocaba algo, o hacía tal cosa, como por ejemplo rascarme, coger algún objeto de la mesa o del suelo, etc. La última sensación que había sentido al hacerlo tenía que ser buena, lo que había pensado justo cuando lo hacía no debería estar mal tampoco, así que tenía que repetir tal acción hasta que el último pensamiento o sensación, fuera positiva, podría estar así hasta unas 50 o 100 repeticiones, sin exagerar, aunque a veces lo hacía bien a la primera. Imaginaros por un día entero así, tener que repetirlo todo hasta sentir una energía positiva, os cansaríais, no querríais estar solos porque tendríais miedo a estar solos, ya que tampoco he contado otra manía que acompañaba a estas. Cuando de pronto, tenía algún pensamiento en concreto, por ejemplo, sobre alguna enfermedad, sobre algún amigo, sobre mi casa, si pensaba algo negativo, tenía que repetir en mi cabeza 3 veces " Eso es erróneo" , al repetirlo tal cantidad de veces hacía que lo malo que había pensado, si volvía a aparecer en mi mente, ya no tuviera ninguna relevancia, ni podría alterar los hechos, si no, yo siempre he pensado que si me quedaba en la segunda repetición, lo que había pensado podría alterar la realidad, si pienso que voy a estar calva y lo repito dos veces, lo de que es erróneo, habría más posibilidades de que fuera cierto. ¡Ah! Se me olvidaba, la tercera repetición tenía que ser con un pensamiento positivo.

Ahora pensareis que estoy loca, pero no es así, yo estoy muy cuerda, solamente tenía pensamientos raros. Aunque también he de admitir, que aún me sigue, pasando, con menos medida, pero todavía eso sigue en mi. Pero lo intento dejar, como una persona drogadicta deja su droga, es duro y me hace sentir mal, pero lo voy dejando. Porque a veces, si lo incumplo, se me queda mal cuerpo por un buen rato.

Os voy a poner un ejemplo más detallado para que entendáis mejor el infierno que podría ser tener mi mente a veces.

Un día normal, en mi infancia, pre-pubertad, ya que yo tendría 12 años, más o menos, estaba en mi casa por la noche, como de normal, era la hora de la cena, y mi madre todavía no había venido de trabajar, así que estábamos en mi casa, mis hermanos, mi padre y creo recordar que mi abuelo materno. Yo estaba sola en el salón, con mis raros y oscuros pensamientos, supongo que habría sido un día malo, o que tendría muchas preocupaciones, así que para sentirme mejor, tenía que tocar todo cuatro veces (todavía estaba en mi época par). Recuerdo, estar muy incómoda ese día, tanto que mi mente me obligó a recorrer cada parte baja de la mesa de mi salón, que podría decir que mide 1,5 m de largo y 60 cm de ancho, y en la parte baja tiene cajones, que la rodean entera. Así que recorrí toda esa distancia, con mis labios, dando cuatro besos a cada parte de la zona baja de la mesa, y si terminaba la última de las cuatro repeticiones con una mala sensación, a empezar de nuevo. Y si no terminaba, mi mente generaría un gran malestar e inquietud muy grandes, tanto que incluso alguna vez llegaba a dolerme la barriga. Creo recordad que mi abuelo me vio, pero creo que ya estaba terminando, y le diría que estaba jugando o algo así porque no seguimos más con el tema. Lo que sé es que al terminar, me sentí muy aliviada, pero a la vez avergonzada, aunque sé que nadie lo había visto claramente. Pero a quien se lo contara, me tomaría por loca. Y no lo estoy, solamente no se manejar mi mente muy bien a veces. 

No se que pasa aquíWhere stories live. Discover now