El olor a hormonas revolucionadas flotaba por todo el autobús con destino a Miami.
Veinticuatro universitarios con ganas de olvidarse de todas sus preocupaciones alborotaban el viaje.
Inspeccioné mis alrededores en silencio. Mi amiga, Faith se había quedado dormida. No podía entender que pudiera dormir con semejante griterío.
La parte posterior del autobús irrumpió en aplausos y ovaciones.
Faith abrió lentamente sus ojos achocolatados.
-¿Qué está pasando ahí atrás?
Pregunte sin mucho entusiasmo.
-Al parecer Willy se acaba de enrollar con esa chica rusa que no entiende ni una palabra de nuestro idioma.
Sonrió Faith.
"Mierda, hasta Willy "el nerd" tiene más éxito que yo.
-Eh nenas.
Chloe nos llamó.
-Hay recuento, tenemos que largarnos.
Agarramos nuestras bolsas de viaje sin rechistar.
Nos habíamos colado en el autobús a Miami porque no teníamos dinero suficiente para pagarlo todo, y Chloe había conseguido que su padre le prestara su vieja furgoneta. Solo necesitábamos llegar hasta la gasolinera más cercana. Llamaríamos a Julia y nuestras vacaciones de primavera comenzarían.
El autobús dio un súbito frenazo, y no nos costó trabajo entremezclarnos con la gente hasta bajar pasando desapercibidas.
-¿Desde dónde llamamos a Julia?
Preguntó Chloe.
-Vamos a buscar una gasolinera, allí habrá alguna cabina.
Sugerí.
-Tengo algo para divertirnos.
Canturreó Faith sacando una botella de tequila de su mochila.
-¡Faith!
Grite entre sorprendida y disgustada.
-¡Recién llegamos!
-¡Tómatelo con calma _______!
Dijo entre risas Chloe.
-¡Una cabina!
Corrí hacia ella y deje ir una de las monedas que me había pasado Faith.
Tono. Tono. Tono. Maldita seas Julia, contesta.
