"Edward Mordrake: Un Extraño Caso Real"

97 8 11
                                    

Una fría noche gobernaba las calles de Darlington, Inglaterra. Mientras el cielo se caía a pedazos, sonoros estruendos hacían temblar las paredes de los edificios. La tempestad reinaba en aquel entonces.

En una habitación de hospital se llevaba a cabo un parto. El nacimiento del tercer hijo de la duquesa de aquella ciudad. Esta nueva criatura sería el primer varón de entre dos niñas.
Los rayos tenues de la luz de la luna atravesaban las ventanas de aquella habitación, truenos y gemidos de dolor acompañaban el espectáculo de la naturaleza.

-¡Aguante! ¡Está por salir!- Gritaba el doctor quien se preparaba para recibir en sus manos al pequeño varón.

La madre gemía, pues no hay dolor semejante al del parto.
Segundos restaban para que el neonato viera la luz.
Un pequeño chillido se hizo escuchar.

-¡Ah, ya está!- Dijo el doctor. -¡Ha salido por fin! ¡Es un varón!-

El doctor tomó al bebé en sus brazos y al instante una sonrisa se hizo presente.
Pero la alegría fue enormemente efímera. La sonrisa fue borrada y sustituida por la repulsión más pura que el hombre pueda sentir.

-¡Oh, dios!- Gritó el doctor, soltando repentinamente al bebé, dejándolo caer en la cama. -¡Que mi señor me libere de tan perturbadora imagen!- Exclamó él.

Aquella pequeña criatura recién nacida parecía maldita. Como si fuese el castigo por algún pecado cometido por sus padres en tiempos pasados.
El niño poseía dos rostros; el segundo posicionado en la nunca.
Con similitud a la de un monstruo, su segundo rostro era completamente diferente a la cara normal. Las facciones eran más toscas, la nariz era significativamente más pequeña, sus ojos unidos y de piel arrugada. Pareciese que un demonio se había adherido a su cuerpo.
La madre, aún adolorida por el parto, preguntó con voz débil al doctor qué sucedía, más no recibió respuesta.
La duquesa intentó enderezarse y ver por sí misma la razón de la tan extraña reacción del doctor, y, al ver a su hijo con dos caras, el aliento huyó de su cuerpo.
El recién nacido se encontraba en la cama, llorando.
La tensión y el terror se sentían en el viento.

-Que eh hecho yo para merecer esto...- dijo la madre. En el momento, el padre del niño entró repentinamente a la habitación.

La duquesa, al verlo, lo miro fijamente a los ojos y le dijo

-¡Toma a esa cosa y llévatela lejos!- Dijo ella. -¡Desaste de él ahora mismo!-

El padre, al tomar el niño con sus manos, entendió instantáneamente la razón de la orden de su esposa.
El padre, invadido por el terror, miró fijamente, con tristeza y repulsión, el segundo rostro de su hijo.
Volviendo su mirada hacia su mujer, le hizo un gesto de aceptación y rechazo a la vez. Y sin más, salió de la habitación y posteriormente del hospital con el niño en brazos.
Las gotas de lluvia golpeaban el rostro de aquel hombre, el cual, a los pocos segundos, ya estaba empapado.
Caminó a paso acelerado por toda la ciudad. Los luminosos rayos hacían su aparición y el cielo cantaba a grandes voces canciones de dolor. Pero, aún con toda la mezcla de sonidos que abundaban a su alrededor, el único que escuchaba fuerte y claro era el llanto de aquel niño.
El hombre llego a un oscuro bosque, donde la única forma de poder ver, era en el corto momento en el que un rayo se hacía presente.
Postrándose bajo un árbol, repitó unas palabras

-¡Dios mío! ¡Perdona mis actos!- Y dejó ahí al niño, debajo del árbol, envuelto en una pequeña sabana. Después partió, de regreso a la ciudad, repitiendo una y otra vez su plegaria.

El niño quedo abandonado, en medio de las tinieblas y el tormento, sin saber que pasaba, sin conciencia de lo ocurrido. Estuvo ahí, debajo del árbol y la lluvia, por largo tiempo; hasta que un campesino que regresaba a su casa, logro escuchar el llanto del bebe.
Esté fue inmediatamente en su búsqueda. Lo buscaba con dificultad, pues apenas había luz. Sin embargo, logro dar con él.

Edward Mordrake: Un Extraño Caso RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora