CAPÍTULO 1 #CECE

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      ¿Cómo reaccionarías si vuestra vida diese un giro de 180 grados en tan solo tres meses?

Seguramente os volveríais locos y pensariais...¡esto no puede estar pasándome a mí!

Pues así es como definiría mi vida en estos momentos, como una montaña rusa de

decisiones e incertidumbres que vuelven loco cada segundo de mi nueva vida.


    Todo comenzó el magnífico día en el que mi queridísima madre decidió enviarme a un

internado en la otra punta del país, Nueva York, aquella ciudad que tanto despreciaba,

tanto por la gente que vivía allí como por los malos recuerdos que ella me traía.


     He de decir que el hecho de que mi madre me mandase allí dependía en gran parte

de mi "excelentísimo" comportamiento en mi anterior instituto, en el cual todos me

respetaban ya que sabían lo que les podía pasar si no lo hacían. Mis días allí eran bastante

monótonos, parecía que siempre hacía las mismas cosas para divertirme... Básicamente

me pasaba los días de fiesta en fiesta, acostándome con el primer tío que veía, cada vez

que tenía un mal día y necesitaba liberar el estrés. Se podría decir que era la reina del

insti, ya que cada vez que pasaba por el pasillo con mis dos amigas, Allie y Hannah, todo

el mundo se quedaba embobado con nuestro peculiar estilo.


         Allie es de tez morena y pelo de un bonito negro cobalto, además se podría decir que

tiene los ojos verdes más bonitos que he visto nunca, tiene familia latina por lo que es

un tanto provocativa. Hannah, por el contrario, es de piel blanca, tanto, que podía pasar

por fantasma, además es rubia de ojos azules, rasgo que suele encantar al sexo contrario.

Sin duda, ellas dos han sido la única razón por la que me levantaba cada mañana. Mis

mejores amigas siempre conseguían sacarme una sonrisa en mis peores momentos, como

aquellos en los que desearía tener otra familia completamente distinta a la mía.


"Mi dia a dia podria definirse como una rutina magnífica en el instituto y un auténtico caos

en mi casa".


    Desde que mi abuela murió, no he vuelto a ser la misma, no dejo que nada ni nadie llegue

a mí por completo, yo nunca lloro, ni dejo que nada me afecte. Soy esa clase de persona a la

que no quieres cruzarte enfadada a no ser que seas masoquista y quieras irte llorando

a casa. A veces lloro, ¿quién no llora?, pero las pocas veces que eso ocurre, me

aseguro de estar completamente sola. Llorar es una señal de debilidad, y no puedo

permitir que nadie, sobre todo mi familia, piense que soy débil.


    Respecto al tema de la familia (si puede llamarse familia a alguien con quien discuto las

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