El viento gélido silbaba despacio y tranquilo sobre el rocío que dejó la fría y oscura noche, besaba cada superficie a su paso y la sensación fresca del amanecer dejaba huella aún después que el imponente sol del nuevo día se hiciera presente, se abría paso alegre entre las altas montañas, pintando de un nuevo color las nubes sobre la gran nación.Otro nuevo amanecer, un nuevo día.
Las grandes puertas rojas del palacio se abrieron, los detalles de oro puro brillaron con los primeros rayos del sol, la madera crujió genuinamente dejando ver a su paso al emperador y a su escolta, mirando hacia el horizonte.
—¡Pueblo de Pekín! — Llamó el consejero con voz grave, y la masa de personas alrededor guardó silencio absoluto. — Ésta es la ley: — su voz lograba hacer eco en los espacios lejanos, tratándose de abrir paso en la multitud. — ¡Marinette, la princesa, será esposa de aquel que, siendo de sangre real, resuelva los tres enigmas que ella le propondrá! — A su llamado, una figura pequeña se asomó por detrás del emperador, cubierta de telas y velos rojos, y negros, seguramente de las sedas más finas y costosas del imperio, era la figura de la princesa. — ¡Pero aquel que afronte la prueba y resulte vencido... Será condenado a florecer en dolor, que la flor más venenosa y espinosa se apodere de su corazón!
La imponente presencia de la realeza se retiró, las grandes banderas del imperio ondeaban orgullosas y pacificas en el fresco aire, sea en los estandartes al lado del emperador o en lo más alto del palacio. Los velos rojos fueron ocultados tras la gran puerta del palacio, dispuestos a ocultar a la bella princesa.
No pasó mucho tiempo, el mismo lapso de tiempo que usa una chispa en quemar la pólvora para que un valiente apareciera frente al palacio rojo. Marinette, la segunda hija del emperador, era tan conocida como el mismo cielo azul, de belleza pura y fresca como una rosa, y su misma presencia rendía honor a los rumores sobre ella, la gran princesa Marinette Dupain-Cheng.
Príncipes de todos los rincones del continente escuchaban maravillados los rumores de la princesa de Pekin, de la ley que ella misma había impuesto y de lo hermosa que se veía cada día. Pensaban con diversión en la amenaza en la ley, eso hacía especial pedir la mano de Marinette, pensaban en la ley más como un juego, les encantaba la idea de obtener a la princesa como esposa si ganaban la prueba, querían levantar su ego y presencia mediante la prueba de la princesa Marinette.
Pobres ilusos.
Su cabello rubio como el oro más fino ondeaba seguro, su mirada esmeralda se veía confiada y astuta, el príncipe Adrien Agreste de Persia fue la última víctima que se vio aproximarse al castillo.
El jardín del palacio rojo abría una vez más sus puertas, tan grande como la misma plaza, tenía una gran diversidad de arboles y flores, unos arboles de cerezo en la entrada, unos rosales de todos los colores, claveles suaves color bermellón, manzanos grandes abundantes de rojas y jugosas manzanas, extrañas y exóticas trompetas de ángel rosadas eran el trofeo del exótico jardín.
Demasiado bello para un jardín común.
Pero no era común.
Ni siquiera era un jardín.
Era un cementerio.
El codiciado jardín de la princesa Marinette.
— ¡Que muera!¡Que muera! — Los gritos enérgicos de los pueblerinos le daban ruido al inmenso jardín real, el teatro de la capital ya no era la atracción más famosa del momento, no. Sólo por unos días, el palacio real albergaba el mejor entretenimiento de toda Pekín, sino, de toda China.
Sentada al lado de su padre, Marinette veía curiosa al sujeto rubio, mirando con atención el color y forma de los pétalos que escupía de su boca, preguntándose cual sería la nueva flor que agregaría a su jardín.
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«Marinette» [Lukanette] [Hanahaki AU]
Fanfiction"Marinette", ¿Te suena el nombre? En Pekín, su hogar, conocer su nombre es como conocer la flor del rosal. Mujer fría como el hielo y cruel sin límites... ¿No te suena? Entonces la has de conocer por los rumores de su gran belleza y presencia, hered...