PRÓLOGO

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En el día de hoy, los labradores se preparan para las cosecha, yo iba a ayudar a segar el trigo mientras mi madre, la sacerdotisa Medb daba las gracias por los alimentos que nos daba nuestra madre tierra. Yo, Danna, algún día tendría que hacer lo mismo que ella. No estaba segura de poder hacerlo, pues ella era una gran druida, sin embargo yo todavía no había manifestado poder alguno.

Me encontraba arrodillada en frente de mi pequeño altar hacia los elementos, cuando mis doncellas entraron al dormitorio. Siempre venían al amanecer para vestirme y peinarme, y así informarme de los planes que tenia madre para mi ese día. Las saludé, eran cuatro: Marv, Margo, Faere y Gaelia. Todas estábamos muy unidas.

— Buenos días chicas.

— Buenos días Danna, ¿Has dormido bien?- Me dijo Faere.

— Estupendamente Faere- Le sonreí.- ¿Que tiene madre para mi hoy?

— Hoy La sacerdotisa Medb quiere que ayudes con la cosecha como ya sabrás, y además quiere que estés presente en las audiciones del pueblo.- Me comentó muy alegre Gaelia, ella y yo éramos muy íntimas, incluso un poco más que con el resto.

Me quedé sorprendida, pues casi nunca voy a las audiciones. Son días muy señalados donde la gente de nuestra aldea viene al gran salón para que mi madre escuche sus peticiones y ayudarles en todo lo posible. La sacerdotisa Medb es muy benévola y al mismo tiempo muy justa, pero como madre... La responsabilidad de ser la líder del pueblo hacía que no tuviera mucho tiempo para mi, aunque ella siempre intenta sacar tiempo para mi educación, pero nunca me pregunta nada personal más allá de los estudios para ser la futura líder y sacerdotisa de la aldea.

Elegí mi conjunto de hoy, unos pantalones de cuero y una camisa blanca más un cinturón con botas, tenía que estar cómoda ese día, porque iba a ser bastante largo. Mis doncellas me hablaban de sus vidas y quehaceres mientras me peinaban hacia atrás mis largos rizos. Me gustaba mucho ese momento del día, pues ese junto por la noche puedo pensar en mis cosas y verlas a ellas.

Una vez estaba arreglada, me dirigí al gran salón donde mi madre ya se encontraba en su trono hecho de sauce blanco, un árbol que tiene propiedades mágicas muy beneficiosas para las meigas. La saludé con una sonrisa y una pequeña reverencia.

— Buenos días madre, ¿Como está el día de hoy?- Mi madre y yo somos iguales físicamente, solo que ella poseía una mirada más calculadora y sabia que yo.

— Buenos días Danna , hoy es un día importante, pero saldrá todo bien.-

Me sonrió y me señaló el otro trono que tenía al lado, el de mi difunto padre, y ahora el mío.

Me acerqué y me senté a su lado. Me cogió la mano, e inmediatamente me inundó la calma. Ella siempre hace eso conmigo.

— Hija, tenemos que hablar sobre tu liderazgo... Y he llegado a una conclusión.-Me tensé, pues siempre que hablábamos de ese tema no acabábamos bien.- Creo que a partir de ahora deberías de estar conmigo en todas las audiciones y eventos oficiales, para que aprendas de primera mano y vayas haciéndolos tú y así estarás más cómoda con el título. Ya tienes una edad, y yo me hago vieja...

Me quedé mirándola, pues no sabía que decir, me aterraba la sola idea de fracasar delante de todos, o hacer algo mal y poner en peligro a toda la aldea, ya que tenemos otras a nuestro alrededor que son enemigas, como los Altair, Nuestros vecinos que desean nuestras tierras. Pero también tenemos pueblos amigos, como la aldea de Kilian, mi mejor amigo.

Bajé mi mirada a nuestras manos cogidas, pues tenía vergüenza de que supiera que no puedo hacerlo.

— Pero madre... No sé si lo haré bien como tú, no soy una hechicé-

TUATHA DÉ DANANNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora