Solitarios buscavidas

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Hoy he tenido un día terrible. Estaba tranquilo, desayunando, cuando tocaron y pasaron una carta por debajo de la puerta de mi casa. Cuando la abrí vi que se trataba de una carta de mi familia, ¡quién lo hubiera dicho! Mi hermana me escribía para decirme que había muerto mi madre y necesitaba ayuda económica para enterrarla. Hasta ahí iba todo bien, iba a acabar de leer la carta para luego tirarla y olvidarla, pero entonces me di cuenta que atrás del sobre había otro más que se había quedado pegado ahí. Lo abrí y era otra carta de mi hermana, allí me avisaba que no iba a ser necesario nada, puesto que mi esposo ya le había enviado el dinero suficiente y que pronto él habría de venir a verme por "asuntos" relacionados a tal pago.

Eso acabó con mi día. Pero para entender porqué voy a comenzar relatando el comienzo de todo.

Todo empezó una noche en que fui llevado a la comisaría en mitad de la madrugada, hace unos años, cuando era un vagabundo que vivía de la basura y dormía en las calles de Whitley Bay, ciudad costera del este de Inglaterra.

Estaba tranquilo, acostado en el callejón del costado de una escuela cuando un borracho llegó y comenzó a gritar. Yo ni siquiera me moví, pero el tipo no se iba. Comenzó a patear mis pies mientras balbuceaba y yo ya comenzaba a enfadarme, pero no pensaba hacer nada, no quería problemas, sin embargo, el horrible frío del invierno inglés no ayudaba a mi buen humor. Aguanté varios minutos hasta que el ebrio me escupió riéndose y no me pude contener. Me destapé y me levanté del suelo. Le di un puñetazo y él me devolvió otro. Le pegué y él a mí, pero yo le pegué más. Llegó la policía poco después y mientras que a él lo dejaron ir, siendo que obviamente era un conocido del oficial que había llegado, a mí me metieron a la patrulla ya que había causado disturbios y no tenía documentos, me llevaron a la comisaría y me echaron a una celda. Ni siquiera pude recoger las cosas que tenía; mi manta y mi almohada y la poca ropa que me quedaba. Más pronto que tarde algún otro vagabundo se robaría mis cosas. Ya no tenía absolutamente nada.

Mientras estaba en la celda y pensaba en todo lo que se me venía por delante llegó un tipo, un policía, muy alto, blanquísimo, de pelo rubio revuelto y pajoso y con la uniceja más grande que he visto. A pesar de que la descripción no ayuda se trataba de un hombre bastante guapo. El tipo en cuestión se llamaba James, pero le decían Rada, diminutivo de su apellido que era tan largo y raro que me lo he olvidado.

—Serás enviado a otra seccional donde evaluarán tu caso —me dijo Rada, y yo, que ya me la veía venir, solamente me reí y murmuré maldiciendo—. Es obvio que eres un inmigrante ilegal, piensa en eso antes de reírte, ya que más pronto que tarde te mandarán de nuevo al basurero de donde saliste -agregó luego de reírse de nuevo.

Eso me molestó, pero en vez de ser agresivo me reí de su comentario. Pensaba yo <<Este niño inglés ha pasado su vida tranquilo, oficiando de policía en una ciudad pacífica, y cree que por eso ya es más listo que yo...>>,así que le pregunté con calma, mirándolo sonriente, si quería saber que me había llevado a la situación en la que estaba así era él quien tenía que guardarse las risas. Rada se encogió de hombros.

—¡Qué más da! —me dijo—. Si todos mis compañeros están afuera y yo solo en la comisaría me aburro bastante.

Encendió un cigarro y se apoyó contra la reja, y así yo comencé mi historia.

Le conté que me llamaba Kanon, era griego y había venido a Inglaterra para alejarme de mi familia, la cual estaba sumida en la pobreza; que mi hermano gemelo era esquizofrénico y todo el día estaba delirando en nuestra casa, a veces se ponía violento, a veces lloraba hasta dormirse, a veces no podía parar de hablar consigo mismo hasta altas horas de la noche; le dije que mi hermana estaba embarazada otra vez, era madre soltera y ya iba por el tercero, sumado a que sólo tenía diecinueve años; también le dije que mi padre era un ex maquinista que había quedado incapacitado de por vida después de un accidente donde perdió la mayor parte de la movilidad del cuerpo; y que mi madre era una depresiva ama de casa, que junto a mi hermana cuidaban de mi hermano, mi padre y mis sobrinos; y por mi parte, al ser yo el único miembro física y mentalmente apto de mi familia tuve que salir a trabajar para traer algo a mi hogar.

Dos pobres bastardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora