Nací el día 17 del mes 07 del año 1997 en un pequeño hospital en uno de los tantos barrios de la capital Colombiana, nací bajo la luz de la luna y la mirada intrusa de las estrellas. Un año antes de llegar yo mi hermano había hecho si entrada al mundo. Nací siendo una niña de cabellos negros, ojos oscuros y boca rosada, de tez blanca y un futuro en blanco.
Mi primer año de vida lo pasé en brazos de mi madre y mi abuela, así como mi padre y hermano. Al siguiente año esos brazos desaparecieron y me vi entrelazada en brazos de mi abuela solamente, así mismo, ese año apareció en mi futuro una línea negra con pequeñas marcas rojas. Los siguientes años crecí bajo el tierno abrigo de mi abuela que nos brindó la vida que todo niño pudiera desear; mi hermano y yo teníamos juguetes que llenaban una habitación, teníamos que ir a la escuela justo frente a nuestra clase, teníamos amigos, primos y vecinos con los cuales jugar.
A los 7 años mi abuela falleció... Dos niños inocentes, mi hermano y yo, encontramos su cuerpo durmiente la mañana después de su fallecimiento. Dos niños inocentes fueron llevados al entierro en ropa negra y lágrimas que no tenían mucho significado en ese entonces. Al día siguiente dos niños se volvieron uno. Mi hermano se fue en manos de mi padre dejando una silueta en mi mente de cuando lo vi partir. Tres horas después de la separación la niña que quedaba se quedó a la espera de un hogar.
Un ángel de cabello blanco con mechones negros, ojos oscuros y sonrisa amable me adoptó en sus brazos, mi bisabuela me llevó con ella, me mimó por años hasta que su salud empezó a fallar... A los 9 casi 10 años tuvimos que dejar Bogotá para vivir bajo el abrigo de mi tío y su familia.
Para cuando tenía 10 años tomé la decisión que marcaría toda mi vida. Tenía 10 años cuando mi futuro se llenó de líneas negras con enormes gotas rojas que atravesaban el papel. A los 10 años mentí, lloré y acusé a la familia con la que vivía de ser unos monstruos, aunque no lo eran. A los 11 años me fundí en un sinfín de tinieblas que iban desde gritar, llorar, ser amenazada y luego ser regañada y castigada hasta llorar en brazos de mis amigas cuando menos me lo esperaba. Entre los 12 y los 15 todo fue cayéndose a pedazos, los gritos y golpes de castigo se transformaron en palabras hirientes, poco a poco mi nombre se transformó en la amenaza más grande, mi mirada se volvió un arma y mi apellido se volvió peso muerto en mi espalda. A los 16 me gradué del colegio pensando que había logrado importante y por un momento dibujé en mi futuro una línea dorada de esperanza... A los 16 y medio ya estaba en la universidad viviendo la vida de universitaria que creía era la mejor, pero a pesar de todo seguía teniendo en mi frente marcado en rojo escarlata mi pasado. A los 18 pensé había llegado al fin del miedo y había superado el dolor que sabía que estaba ahí... A los 18 y dos días me recordaron que no valía la pena ser yo, que mi existencia era un problema y que yo solo era una "Carga moral" que ellos tenían con mi difunta bisabuela.
A los 19 ya había escuchado de todo saliendo siempre de la misma boca: "tonta" "estúpida" "manipuladora" "No vale la pena" "Usted es un problema" "Siempre la caga" "No sirve para nada" "Nunca nadie la va a querer" "Usted no tiene futuro" "Todo lo que toca, todos los que se les acerca salen lastimados" "Por eso no tiene amigos" "Por eso no consigue trabajo"; había visto como mis amigas se alejaban, como me traicionaban, había visto como el vacío en mi interior se hacía más grande y como la letra escarlata que tenía incrustada en la piel se apoderaba de todo mi cuerpo.
A los 20... Ya había escuchado de boca de la misma persona todos los posibles insultos, palabras hirientes y desméritos posibles. A los 20 ya había visto como a los ojos de los que más quería siempre iba a estar por debajo de mis pecados y que no importaba si era o no buena... si me graduaba o no, si hablaba o no, si me defendía o no... Siempre sería la misma niña de 10 años cargando el pecado en sus manos. A los 20 y seis meses, a un mes de mi cumpleaños 21 ya había tomado la decisión de terminar con todo... Bueno, en realidad a los 15 o 14 ya había planteado la decisión... Pero fue a los 20 cuando simplemente era imposible seguir viendo el mundo, era difícil respirar o sonreír. A los 20 era más grande el pecado que yo, a los 20 mi perro negro ya se había apoderado de cualquier esperanza de un buen futuro... A los 20 ya me había visto escribiendo en mi futuro con una línea negra manchada con mi sangre. A los 20 ya me había despedido de cada posible posibilidad... A los 20 ya había sentido el dolor de una despedida, la felicidad de una llegada, el orgullo de hacer el bien aunque nadie estuviera presente, el placer de hacer el mal aunque todos vieran... A los 20 había escuchado historias de 4 generaciones de la misma familia, conocía cada secreto y chisme de los miembros de la familia, había visto la felicidad de mi última madre en este momento y había tenido la oportunidad de enfrentar a la madre que me trajo al mundo. A los 20 ya había decepcionado a tantas personas que ya no tenía efecto nada bueno que hiciera, a los 20 ya había visto llover en un día soleado y ya había visto a mi hermano sonreír al verme, a los 20 había escuchado llorar a mi medio-hermano al saber que ya cumplía 18, a los 20 había visto las heridas emocionales de mi familia y aun así ocultaba las mías. A los 20 vi cómo se ponía el sol mientras las lágrimas aún caían por mis mejillas, a los 20 vi salir el sol entre risas y música que adoraba. A los 20 me había enamorado de tantos idols que ya parecía haber dado todo el amor en mi cuerpo. A los 20 me había enfrentado al espejo y había admitido que nada de lo que veía me gustaba, a los 20 ya había desafiado tanto los estereotipos que solo me faltaba declararme bisexual. A los 20 conocí a las mejores personas que jamás hubiese podido encontrar, a los amigos más fieles y sinceros que cualquier persona pudiese encontrar. A los 20 también reconocí a las personas que me hacía daño solo con una mirada y a los 20 me reconocí como una de ellas.
A los 21 me despedí de todo, de mi familia, de mis amigos, de la vida... A los 21 me convertí en una más de las estadísticas, a los 21 respirar ya no era necesario, mantener la mirada en alto, el pecho afuera y la sonrisa perfecta ya no era parte de mi rutina. A los 21 ya no tenía que disculparme por cada paso que daba, a los 21 ya no había miradas de decepción o ira, a los 21 solo había silencio. A los 21... Fallecí a los 21 después de intentar, fracasar, disfrutar, llorar, sufrir, reír... Creer. A los 21 entregué lo poco que tenía y me llevé lo único que alguna vez fue mío... Yo.
#ihaveablackdog
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