Era un Sábado, día 26 de Noviembre.
Eran las 7 de la mañana y yo ya me estaba despertando; ¡qué fastidio tener que despertarme pronto en fin de semana!
La razón por la que tenía que hacerlo, por muy poca gracia que me hiciera, se debe a que tenía que realizar exámenes de la Universidad el fin de semana, ambos días, a las 8 de la mañana en un centro satélite de la universidad en la que yo estaba matriculado.Cabe destacar que yo estudiaba a distancia. Es necesario aclararlo puesto que, mi trabajo, me impedía poder hacerlo de manera presencial, ya que el horario tomaba todo mi día y, en la universidad local, no había horario nocturno para yo poder estudiar de noche.
Los exámenes que tenía ese día, apenas los había estudiado, eso hay que dejarlo claro, y, apenas lo había hecho porque en el pasado, yo ya me había presentado a esos mismos exámenes y ya sabía como eran. Y, si, en algunas asignaturas estaba haciendo mi segunda matrícula puesto que hacía dos años había intentado estudiar a distancia pero me agobie tanto yo solo por no saber organizarme que suspendí todas menos las de Inglés, que eran mi fuerte, al ser yo bilingüe.
Entonces, salí de la cama con la cara de asco más grande de todas, no solo porque tenía que hacer exámenes, sino porque ese fin de semana no podía descansar hasta tarde ya que, entre semana, me despertaba a las 6 y, tener que hacer casi lo mismo cuando no tenía que trabajar me dolía en el alma.
Me lave la cara en el baño, como primer toma de contacto con el agua y procedí a ducharme. Menos mal que el agua era templada porque, seguramente, si hubiese estado fría, la cara de asco me habría durado todo el día. En mi ciudad, en la que vivía en aquella época, es necesario recalcar que el clima que teníamos era de calor constante, por eso, una ducha refrescaba bien, y si, ya sé que es muy incongruente que me duchase con agua templada cuando había calor pero, es que me acababa de despertar y no quería agua fría...
Una vez duchado, y habiendo preparado todo el material de mis exámenes, cogí mi documentación, y me fui al centro anexo de la universidad a realizar los 3 exámenes que tenía que hacer ese día. Demasiada pereza me daban ellos con tan solo pensarlo, pero bueno, era mi deber como estudiante y tenía que ser responsable conmigo mismo porque, de por si, la universidad a distancia era cara de narices.
Yo era profesor, si, profesor con 23, si a ti te sorprende, no te imaginas lo que me sorprendió a mi en el momento en el empecé a dar clase con 20 años y fui consciente de ello. Así mismo, mi ciudad era pequeña, y a cada rincón de la ciudad al que iba, siempre tenía que ver alumnos que me saludasen. Si, es una bonita experiencia, porque me sentía famoso ya que en todo lugar era reconocido por ellos, hasta en el lugar más improbable.
En el centro de exámenes, yo ya me preparé con mi documentación y todo para poder dar los exámenes de ese día, que como dije anteriormente eran 3. Daban una hora por examen, eran tipo test y había más o menos 40 preguntas en cada uno. Es necesario decir que yo soy una persona que habla, escribe y hace las cosas muy rápido, solo algunas cosas, y que de por si, los exámenes los terminé en 1 hora. Tened en cuenta lo siguiente: en el examen, había que marcar la respuesta correcta haciendo un círculo con el lápiz que rellenase todo la circunferencia vacía de dicha opción; quedaos con este dato porque no será muy útil en el futuro.
Cuando salí de los exámenes, de por sí, estaba con calor y pensando en que tenía que salir a la calle principal a por un bus que me llevase a mi casa. Como ya habréis podido haber notado de por si, soy un poco hater con ciertas cosas y una de ellas, era mi ciudad. No me terminaba de gustar porque era muy pequeña y porque aparte, era bastante calurosa, y tener ese tipo de calor los 365 días del año no es de mi agrado. Lo peor es que el calor, al estar cerca del mar, es un calor húmedo, de esos en los que vives toda tu vida sudando como un cerdo y de esos en los que te llegas a sentir pegajoso por tanto sudor.
Al llegar a mi casa, cogí mi móvil para hablar con la gente de siempre y contarles que me habían salido los exámenes más o menos bien, puesto que no quería pensar en ellos. Mientras hablaba con mis amigos y algunos que otros compañeros de trabajo, me llego un mensaje a cierta aplicación gay de contactos...
- Toda mi vida me he considerado como tal - de repente apareció como notificación en mi pantalla.
Al principio, me dio demasiada pereza abrir la aplicación porque ya de por si allí no había nada bueno, pero pensé que quizás ese día podía ser diferente... Y vaya que si lo fue.
No me acordaba que la noche de antes, en un ataque de aburrimiento, buscando y cotilleando gente en esa app, había encontrado el perfil de un chico que tenía un emoji de lobo y cuya descripción era "Lobo solitario". A mi, que a original no me gana nadie, le puse como mensaje: "Lobo solitario, ¿eh? Eso es un poco raro, puesto que los lobos suelen ir en manada".
Empezamos a hablar, puesto que de por si el chico me enseño una foto suya y me pareció una persona muy interesante. Tengo que confesar que hasta ese momento nunca había estado con un chico con barba, y cuando vi que la tenía dije: ¿Será cierto que las barbas pican?
Y allí, me hallaba yo en mi cama, tumbado, con el ventilador dándome a la cara hablando con el señor "lobo solitario". El buscaba, en la conversación la forma de darme cuerda para que le contase más de mi, pero teniendo en cuenta mis malas experiencias del pasado, no quise darle demasiada información puesto que todo va a su tiempo. Por ello, cuando ya hubo varios intercambios de mensajes, de por si, nos intercambiamos los números. Él me dijo: Ya te hablo por allí, y... ¡pum!, notificación de WhatsApp en el teléfono a las 10:43: "Nuevo mensaje de Jairo" - Hola.
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La J es importante.
Teen FictionToda mi vida, he creído que tengo algo llamado la "maldición de las J". Es decir, todas las personas, cuyo nombre empieza por J, y con la quiero intentar algo ya sea a nivel de relación o de simplemente, conocernos, acaba mal. Por ello, a día de hoy...