No podía articular palabra porque no sabía que decir. Estaba muy nervioso por la emoción; de hecho estaba tan nervioso que no me acordaba de su nombre.
Me hizo una señal con su mano para que me acercase a él puesto que ya me había visto, y al llegar a su lado, me estrechó la mano y me saludo con un buen apretón y me dijo:- ¿Héctor, verdad? Encantado de conocerte - me dijo me miras fijamente a los ojos con una sonrisa.
- Hola, Jairo, encantado de conocerte también; pensé que no llegaría nunca - Eso fue lo que salió decirle sin dejar de mirarle a los ojos.
Sus ojos eran negro azabache, hasta tal punto en el que uno se perdía cuando los miraba. Trataba de buscar algún que otro tono marrón entre ellos pero lo que me encontraba era un iris totalmente negro. Así mismo, tenía los ojos bastante rasgados, y cuando sonreía, su cara se le ponía como la de un niño chinito adorable. Me dio muy buena impresión con tan solo mirarle a los ojos. Así mismo, sus ojos, complementaban una barba negra la cual estaba muy bien formada alrededor de su cara que, a su vez, complementaba sus gestos. De hecho, estaba también formada que había una parte debajo de la mandíbula cubierta con pelo, y que se notaba que estaba rasurada puesto que esta acababa a su vez en el bello que le sobresalía del pectoral. Era de tez morena, mucho más moreno que yo, y de por, sus manos eran bastante grandes y fuertes y las pude notar en el momento en el que me dio el apretón.
Dentro del bazar, los dos estábamos en la cola esperando a que él pagase el regalo que tenía que llevar. Me había dicho antes que tenia que llevar algo que le resultase útil a alguna persona y no se le ocurrió otra cosa que llevar como regalo para ofrecer, un reloj de pared. A fin de cuentas era un regalo que tenía que dar por si mismo, pero en ese momento pensé que aunque si era útil, un poco cutre si iba a ser el hecho de regalar dicho reloj de pared.
- Mira, déjame pagar esto, dame un minuto que ahora me voy contigo al lugar al que te he dicho que iríamos - me dijo mientras me miraba intensamente y a su vez, sacaba una billetera de su pantalón.
- Está bien, no te preocupes - le respondí sonriendo.
Si, este chico con el que estaba hablando y que era estudiante de medicina, me resultaba bastante interesante y me llamaba mucho la atención. Desde lejos, el porte que tenía era impecable.
Yo lo seguía observando desde lejos y estaba divagando cuando escuché fuera de mis pensamientos su voz.
- Listo, ya está todo pagado, ¿te parece si vamos a donde te dije que iríamos? El lugar está localizado cerca del centro de idiomas, podemos ir por allí andando mientras hablamos de todo en si, en general.
- Vale, me parece perfecto, vamos a ello - dije disponiéndome a salir de la tienda.
Salimos de la tienda y empezamos a caminar. Empezamos a hablar del tráfico, y a su vez el estaba sorprendido de lo rápido que yo había llegado, por lo que si dedujo, que yo había llegado en taxi al lugar de encuentro.
- Me sorprende la forma que hablar, no solo por el acento, si no por la forma en la que articulas palabra y te expresas, tienes un buen vocabulario - me dijo Jairo mientras íbamos andando.
- La verdad es que veo mi voz normal, si es verdad que tengo un acento diferente, e incluso mezclado, pero supongo que es porque llevo aquí ya más de 3 años - y es cierto porque, al haber vivido más de tres años en Ecuador, yo ya había adaptado mi español "castellano" hacia un español más "latino" con respecto a la forma de hablar que tenía la gente de allí; más aún por mis alumnos, para que ellos me entendiesen a la hora de hablar - Pero, me gusta la forma que esta tomando porque, si es verdad que varía con respecto a la persona a la que estoy hablando. Por ejemplo, con mis amigos de España me sale más el castellano y con respecto a mis amigos de aquí y la gente que me rodea me sale mucho más el latino, pero ya es porque es algo innato que sale del ambiente. - Le decía mientras el asentía y me miraba fijamente.
- Vaya, realmente me parece apropiado lo que me dices, bien es verdad que una persona se adapta a donde vive, puesto que habrá cosas que hacia allí que aquí podrían ser vista de manera bastante chocando - me respondió Jairo, mientras tenía un dedo el aire como remarcando que lo que indicaba era una tautología.
Íbamos andando, y ya habíamos pasado la Catedral de la ciudad en la que vivíamos, que bajo mi parecer, es preciosa, porque te deja admirar la majestuosidad de una de las mejores estructuran que había en la cuidad. Al cruzar una de las siguientes calles de después de la catedral, de repente, por lo lejos, me saludo un compañero de trabajo. Y yo le saludé por lo bajo y discretamente porque no quería que John se diese cuenta. Era un buen compañero, pero aun así no quería pararme y decirle: "Mira Joan, este es Jairo, un amigo, te lo presento", porque nadie quitaba que a lo mejor con Jairo solo quedásemos esa vez para hablar y nada mas. Siempre hay que tener en cuenta todas las posibilidades.
Ahora, si me di cuenta de que cada dos calles, alguien saludaba a Jairo, y el tranquilamente saludaba y pasaba. Por un momento, pensaba que estaba dando una vuelta con una figura pública de mi ciudad pero, en realidad, era porque en la carrera de medicina, todos se conocían entre ellos y más aún con doctores y con gente del ámbito de la sanidad. Daban la impresión de parecer una secta entre ellos, pero qué se le va a hacer, así eran entre ellos.
Íbamos caminando y, el jersey que yo llevaba, literalmente me estaba asando por dentro, y se notaba puesto que me había preguntado unas cuantas veces si no me hacía calor con él puesto, a lo que yo decía que no, pero que en realidad me estaba asando. Digamos que el jersey era mi forma de ocultarme, ya que tengo un pequeño complejo con mi cuerpo, y, los que lo tengáis, sabréis lo complicado que es luchar contra ello. Y también es importante aceptarse a uno mismo tal y como es, pero eso ya lo iría haciendo más adelante...
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La J es importante.
Teen FictionToda mi vida, he creído que tengo algo llamado la "maldición de las J". Es decir, todas las personas, cuyo nombre empieza por J, y con la quiero intentar algo ya sea a nivel de relación o de simplemente, conocernos, acaba mal. Por ello, a día de hoy...