00

997 98 16
                                    

Nuevo día, nuevos golpes.
Cada día de la vida del rubio desde que había entrado en la secundaria eran solo golpes.
Ser él más listo de la clase, el más pequeño y el más flacucho no le ayudaba en mucho.
Era tan noble que todo el mundo se aprovechaba de él y siempre volvía a caer, era tan ingenuo.

Niall había llegado a su casa al terminar sus clases como siempre, estaba todo golpeado a dolorido y humillado, ya no aguantaba más.
Subió las escaleras de su casa con dificultad rumbo a su habitación.

Ya lo había pensado hace mucho, tenía miedo, pero tenía más miedo que algún día sus compañeros se excedieran más con él y terminarán matándolo a golpes.

Llegó a su habitación dejándose caer a el piso, se sentía demasiado débil. Se arrastro hacia su cama mientras lanzaba gemidos de dolor. Al llegar y con mucho esfuerzo saco una caja que tenia escondida de bajo. Esa caja contenía todo lo necesario para acabar con su mala racha, lo había estado juntando durante mucho tempo pero nunca se había atrevido a utilizarla.

— Ya no más.. No volverán a aprovecharse de mi —.

Sacó todo lo que tenía en la caja arrojándolo hacia el suelo y lanzando el pedazo de cartón a algún lugar de la habitación.
Quitó y arrojó con violencia la alfombra que cubría parte de su piso, tomo las cenizas que había guardado en una bolsa de plástico comenzando a hacer símbolos en el suelo. Se sabía todo de memoria. Tenía planeado hacer esto desde hace mucho tiempo, pero jamás se había atrevido, hasta ahora.

Hizo un pentagrama gigante de nueve picos con las cenizas. Dibujo tres signos extraños alrededor de el, uno de ellos parecía algún tipo de cuervo, ese lo colocó en la parte de arriba. Otro tenia la forma de una flecha demasiado chueca, ese lo colocó justo en uno de los costados de la parte inferior. El último era un corazón bastante antropomórfico, lo colocó a la misma altura de la flecha pero del lado contrarió.

Tomo las velas negras que había conseguido por internet, poniendo 1 arriba de cada signo y las demás al final de cada pico del pentagrama. Las encendió y se detuvo un momento para observar con detalle todo lo que había dibujado.
La parte más difícil estaba por comenzar.

Nervioso, tomó con una de sus manos el cuchillo que había dejado oxidar, se puso de pie estirando la mano que tenía libre hacia al frente elevándola justo en el centro del pentagrama, temblaba demasiado.

Estaba a punto de cometer una estupidez. Si todo terminaba siendo falso lo único que conseguiría sería alguna infección fuerte o en el peor de los casos, una mano amputada. Su mente comenzó a maquinar, recordándole todo lo que ha tenido que aguantar por 2 años, golpes, insultos, humillaciones e indiferencia por parte de los adultos "responsables".
Llego a la conclusión de que prefería morir por alguna infección que en manos de esos bastardos.

— ¡A la mierda!—.

Sacando fuerzas desde lo más frío de su corazón encajo el cuchillo en la palma de su mano que mantenía estirada.
Ahogando sus gemidos de dolor y con lágrimas en los ojos talló una "x". Sacó con algo de dificultad el cuchillo, se había echo una cortada profunda, tiro el objeto corto punzante en el centro del pentágrama donde ya se formaba un gran charco de sangre.
Ya no había marcha atrás.

Cerró los ojos lanzando un suspiro al aire sintiendo como el ambiente se volvía cada vez más pesado.
Aún con dudas decidió terminar con lo que podía ser su entrada a la paz eterna, o a su perdición.

— Te invocó a ti, rey de la oscuridad. Dios del dolor y del sufrimiento, te invocó a ti para que me hagas un favor a cambio de que tomes lo que más desees de mi. Destruye a todo aquél que me dañe, hazlo sufrir, llorar y suplicar, que sienta todo lo que en mi provocó.. Acabalo. Aparece y cuando acabes el favor que te pido mi alma te pertenecerá.. ¡Aparece, aparece aparece!—.

El rubio abrió sus ojos azules con temor buscando con la mirada algún indició de que esto había funcionado. Pero todo lucia igual.
Colocó su mano cortada en el pecho haciendo presión con su otra mano, se puso en cuclillas en el suelo mirando con rabia el pentagrama.

— Puta estafa de mierda..—.

Una muy fuerte ráfaga de viento abrió con violencia las ventanas de la habitación de Niall provocando que estas se rompieran en mil pedazos.
El fuerte golpe asustó al menor quien callo al suelo viendo la escena estupefacto.
Retrocedió lentamente aún estando en el piso mirando hacia la ventana esperando ver como algo espantoso se asomara de esta.
Las lineas que había trazado con la ceniza comenzaron a volverse fuego.
El rubio seguía retrocediendo mirando todo con espantó, choco con la pared de su habitación agarrándose de ella como pudo y poniéndose de pie sin dejar de mirar aquella escena.
Quería irse, escapar de ese sitió y gritar por ayuda como un loco por las calles de su casa, pero su cuerpo no le respondía, sus piernas no se movían.

— He decidido concederte lo que me pides, humano –. Una voz tenebrosa resonaba por toda la habitación — El pactó esta echo, acabas de cerrar un trato conmigo y como un trato cualquiera tu obtendrás lo que deseas a cambio de tu eterno sufrimiento a causa mía. Estoy a tus ordenes, Niall Horan —.

De un momento a otro, Niall se vio atrapado entre llamaradas de fuego, toda su habitación se incendiaba.
El rubio no podía hacer otra cosas más que sentir como poco a poco el aire le faltaba a su cuerpo, sus piernas flaqueaban y su visión se volvía borrosa.
Una silueta emergió del fuego, acercándose a Niall sin que este pudiera ver de que se trataba, pues de un segundo a otro todo se había vuelto completamente negro y silencioso.

[[Sweet Demons]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora