Fuck

I

– Mierda, no, no, no. Todo está mal.

– ¿Y me lo dices a mí?

– Tú fuiste quien empezó.

– Pero tú me seguiste el juego.

– ¡Estaba ebrio!

– ¡No te puedes embriagar con café!

– ¡¿Quieres apostar?!

– Ya, Tweek. No solucionamos nada con esto.

– No quiero salir, ¿Y si alguien nos ve? ¡¿Y si Craig nos ve?!

– Creí que ustedes habían terminado.

– Ese no es el punto, Stan. Sabes que te odia.

– Y cuando se entere que follamos seguro me mata.

– ¡Dios, esto es demasiada presión!

La cama estaba hecha un lío, las ropas aun tiradas por la habitación, y los dos cuerpos aun desnudos en la cama, con la sábana siendo lo único que les cubría. El molesto sol de la mañana les daba directamente en el rostro, pero con todo el shock de la situación, este había pasado a segundo plano. Mierda, ellos dos, habían tenido sexo; y como animales, para variar.

– Somos un desastre... – Murmuró el rubio.

– Confirmo.

Ambos chicos mantuvieron la vista en el techo, como si hace segundos no hubiesen tenido una pequeña crisis luego de despertar y verse envueltos en aquella situación. Se mantuvieron tensos pero inmóviles, no se atrevían a levantarse, pero tampoco es como si no quisieran irse. La "casa" de Token era grande, y era probable que alguien intentase abrir la puerta.

– ¿Tiene el seguro puesto, no? – Preguntó Tweek, haciendo referencia a la puerta.

– Quizá... no lo recuerdo... – Farfulló el pelinegro con desinterés. Desinterés falso, porque en cuando escuchó algo parecido a voces que se acercaban, se levantó como rayo para asegurarse.

– ¿Y-Y bien? – Preguntó el menor, un poco más alterado al escuchar el sonido, y desviando la mirada de la desnudez de Stan.

– Sí, lo tenía – Suspiró aliviado. Marsh aprovechó que se había levantado para buscar su ropa y ponérsela de una vez. Acción que el rubio imitó al verlo.

Se cambiaron en silencio, uno incómodo pero que no debías tratar de aligerar con palabras, o se volvería peor. Se dieron la espalda, aunque las miradas fugaces aparecieron por parte de ambos. El cuerpo de cada uno era un completo desastre, pero al mismo tiempo era parte de un solo rompecabezas. Si alguien les viera, aun estando separados, no tardaría en descubrir lo ocurrido.

La piel de Tweek siempre había sido blanca salvo por sus adorables pecas marrones alrededor del cuerpo, era casi pálida al punto que sus venas se veían ligeramente. Ahora, a eso le sumamos mordidas, chupetones y alguna que otra marca de dedos y uñas; todo el cuerpo del rubio estaba lleno de marcas entre rojas y moradas, y el líquido blanco que resbalaba entre sus piernas.

Y todo tenía el nombre de Stan en él.

Stan se terminó de colocar el pantalón abrochando el botón y subiendo la cremallera. Los ojos de Tweek se desviaron a la espalda ancha llena de rasguños del pelinegro, con el cuello cubierto de chupetones y mordidas de un leve color entre púrpura y rojizo. La piel de Stan era color canela, y las marcas se disimulaban apenas, aunque eran bastante obvios los rasguños en su espalda.

Y Tweek sabía que era por su culpa.

– Esto... – Stan se mordió el labio inferior antes de seguir hablando – Esto queda entre nosotros... ¿no? – Y es que él no diría nada, pero quería saber qué pasaba por la mente del rubio.