Extra 2

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– Hey Tweek.

– Hola Stan.

El rubio mentiría si dijese que por dentro no estaba gritando. Las cosas han ido bien, claro que sí; él y Craig y tienen una relación estable al igual que Stan y Kyle. La única relación tóxica que ha vivido ni siquiera era suya, sino de Cartman y Heidi –y menos mal la chica dejó al gordo culón–.

Pero las cosas no se van tan fáciles. Y debió haberle quedado claro la primera vez que se metió con alguien diferente de Craig.

– ¿Café con leche?

– Y crema y azúcar – Murmuró Stan mientras se recargaba en el mostrador como niño pequeño.

– Creí que tendrías práctica con el equipo de fútbol – Preguntó mientras preparaba la bebida.

– La vida es un riesgo, carnal – Fue la respuesta de Marsh – Nah, la verdad es que no quise ir.

– Eres el capitán.

– ¿Y? Garrison era nuestro maestro en primaria y el último año faltó más veces de las que fue.

– Es un buen punto.

Tweek terminó de preparar el café para dárselo a Stan y este le pagó por la bebida. El chico había ido a la cafetería por algo de tomar y la incomodidad estaba por todo el aire al estar los dos sin ninguno de sus novios.

No es que se gustasen, pero mantener una relación normal con el chico al que ya le chupaste el pene, no es algo que se logre tan fácil.

– Tweek, cielo – La voz de la señora Tweak interrumpió el silencio – Puedes tomarte un descanso, aún no hay muchos clientes, así que yo me haré cargo. Anda a hacerle compañía a tu amiguito.

– ¿Eh? Y-Yo…

– Ve, no seas tímido – Y su madre le empujó lejos del mostrador. El rubio resopló fuerte por la nariz, mientras se alejaba con Marsh en una mesa.

– Linda tu madre – Se burló el pelinegro mientras se sentaba en una mesa con el otro – A propósito, ¿Cómo van las cosas con Craig?

– Bien – Contestó Tweek – Aunque sigo molesto de que decidieras atarme con él, ¿Qué tal si Craig ya no me gustaba?

– Ah, pero te sigue gustando – Y Marsh le guiñó un ojo. Tweek se sonrojó pero de coraje.

– Ese no es el punto, no vuelvas a hacer algo como eso.

– No veo porqué tendría que volverlo a hacer.

La charla murió ahí, de nuevo el silencio incómodo. Las cosas fluían más naturales cuando estaban “juntos”. Stan bebía de su café y el menor –por más increíble que parezca– solo estaba ahí desparramado en el asiento, ignorando su ferviente deseo de un café solo bien cargado.

– No había tenido un encuentro así de incómodo desde hace 2 años… – Pensó el rubio en voz baja.

– ¿Uh? – Tweek quedó rígido, le había oído.

– ¡Gah! ¡Madre santa! ¡Lo dije, ¿cierto?! ¡No es nada, no es nada! ¡Ignora eso por favor! – Aun cuando Tweak había hecho lo posible por desviar el tema, él más que nadie sabía que Stan no iba a desistir tan fácil. Ya le había tirado la curiosidad.

– ¿Qué será tan importante para que tú no quieras decirme, Tweek? – El pelinegro le miró con picardía mientras se acercaba al rostro ajeno. El rubio, por instinto, se hundió más en el asiento, rojo hasta las orejas por la cercanía.

– ¡A-Absolutamente nada! ¡Solo toma el puto café y lárgate! – Dijo mientras giraba el rostro a un lado y empujaba a Marsh para que se alejara de él.

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