La conversación de los nogales

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 Una hoja caía seca de un árbol. Aquella era una mañana fría de otoño. Una de esas en las que levantarse de la cama era un problema más parecido a estar desnudo en mitad de Siberia que a un inoportuno amante – llamado cama – al que hay que dejar sin saber muy bien qué palabras escoger. Los primeros rayos del sol asomaban por el este, pero sin embargo aún faltaba bastante para que los postes luminosos indecentemente denominados farolas dejasen de alumbrar.

Nuestro chico en cuestión, Jorge, había madrugado. En esas prontas horas donde el sopor matutino es quien marca las reglas del juego, su casa estaba deshabitada. Su hermano mayor, como tantas otras noches, no había vuelto a casa, su madre había salido a trabajar unas horas antes mientras que su padre estaba en otros menesteres lejos de allí desde hace ya un tiempo. Él era él único que harmonizaba un poco de ese caos que había convenido llamar hogar.

Mientras el café bullia y discurría por el pitorrillo de la cafetera, Jorge hacía todo lo posible por terminar aquellos ejercicios que le quedaban para clase. Hoy iba a ser un día diferente. El ambiente se lo decía, la casa se lo decía, hasta las mandarinas del frutero se lo decían. Tras desayunar, recogió un poco de aquel desorden y partió raudo hacia el instituto. Hoy llegaría más que puntual. Sin embargo la empresa gestora de lo autobuses decidió que ese día no llegaría a tiempo a clase, lo que sin embargo para él, aunque aún no lo supiera, cambiaría su vida para siempre.

Tras un retraso, unos cuantos atascos provocados por ineptos y algún que otro kamikaze al volante, alguna que otra vieja que no se aclaraba con la parada en la que quería bajarse y posteriormente un tren perdido en el metro y un parón a mitad provocado por obras sin aparente importancia, consiguió llegar al instituto. Nada más llegar, se dirigió a la biblioteca puesto que ya había empezado la clase y comenzó a leer un libro poco conocido en aquel instituto.

Casi no había congeniado con sus compañeros. Su carácter no ayudaba demasiado, sus denostados valores, tampoco. Y por supuesto, el ser considerado como marginado por su forma de vestir, tampoco colaboraba a evitar, en el mejor de los casos, la ignorancia de sus compañeros de clase. Él se lo tomaba con filosofía, no creía que fueran a ser gente importante en su vida. Aunque hubo uno que empezó a serlo ese mismo día.

Más bajo que él, pelo marrón, ojos marrones, tez a medio camino entre pálida y morena. Un tirillas, que dirían algunos. Acababa de entrar por la puerta de la biblioteca. Se fijó en el con la mirada y prosiguió con la lectura. No le conocía, pero ciertamente, le parecía agradable a primera vista. Con una sudadera neutra pero llamativa, una camisa negra de un grupo de música y unos pantalones muy ceñidos a sus piernas no parecía precisamente el tipo standard de gentes que se dejaba ver por el instituto.

No podía evitar cruzarse los ojos con él de vez en cuando. Al principio ambos se sintieron incómodos, pero conforme pasaba el tiempo se dieron cuenta de que sus miradas estaban clavados en los ojos del otro. Jorge al principio no se lo podía creer. Durante esos instantes los nervios empezaron a acudirle. Primeramente comenzó extrañandose por ver a alguien como él en el instituto y no haberse dado cuenta. Luego pensó en hablarle para ver cómo se llamaba, qué le gustaba y multitud de preguntas que le iban surgiendo a raudales según iba pasando los segundos. Sin embargo, no se dió cuenta de una cosa hasta que fue demasiado tarde. Sus mente se fijó en su camiseta, posteriormente subió a sus ojos, su pelo, su cara, su cuerpo... Era muy andrógino. Se dió cuenta. Le atraía, y jamás le había atraído nadie. NO de ese modo. Se dió cuenta de que el otro era un hombre, al principio le costó un poco digerirlo, pero simplemente lo aceptó. Le gustaba, y eso era así. Siguió mirándole durante un rato que parecieron horas, y poco a poco la idea de besar esos labio le rondó la cabeza.

Sonó el timbre y eso le hizó volver al mundo real. De repente recogió el libro y salió hacia clase. Se olvidó del chico en cuestión y no volvió a pensar en él durante todo el día.

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