Sólo por ti

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DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Akira Toriyama.

[...]

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POV Bardock:

Es extraño. No puedo calificarlo de otra forma. Hace cinco años, no hubiera imaginado llegar a este punto en mi vida. ¡Ni siquiera estaba en mis planes!

Los saiyajin compartimos una gran pasión por las batallas: es nuestra razón de vida, lo que nos hace poderosos frente a otros. Cualquiera diría lo mismo, de no ser porque tampoco somos muy expresivos. ¿Qué se puede hacer? Así es nuestra naturaleza; y en la vida tan activa que llevamos, poco importan los lazos de sangre. No es una prioridad y tampoco nos alcanza tiempo.

Se puede tener familia un día, y luego perderlos en un ataque. Hay quienes alardean de su fuerza, y después engendran descendientes con un nivel de batalla ínfimo. Una vergüenza que sólo puede desecharse enviándolos a cualquier parte del espacio. ¿Si viven? Cuestión de ellos, deben mostrarse dignos de sobrevivir.

Yo era así, la gran parte de mi vida. Sigo manteniendo esa idea; aunque dudo ejecutarla, de presentarse la ocasión. ¿Por qué estoy pensando estas cosas? Es obvio: ya soy padre. Es una etapa que jamás concebí alcanzar, y todo gracias a ti.

Ahora estás durmiendo con mucha tranquilidad: algo que no tendré, considerando todo lo que hago. La costumbre de acabar con otros seres, me ha quitado el remordimiento; sin embargo, hay veces en que mis sueños se ven asaltados por gritos de horror. No sé cómo explicarlo y tampoco estoy obligado a hacerlo; pero estoy seguro que tales pesadillas han disminuido, al tenerte a mi lado.

Gine... ¿por qué estás aquí? ¿Se equivocaron contigo al hacerte nacer en este planeta? No eres la saiyajin que el pueblo de Vejita esperaba. Incluso yo he pensado lo mismo, pero el destino tiene sus razones.

No te imaginas cuánto desprecié tu llegada al equipo. Tuve una adolescencia muy dura, conseguí la capitanía con mucho esfuerzo: ¡todo, para ser el hazmerreír de los demás! El rumor de tu ingreso fue la noticia de todo un mes, hablaban pestes de ti y de mí. Tu amabilidad y pobreza en las peleas puso en duda mi capacidad. Ésa fue la razón por la que te odiaba, por avergonzarme; y aunque no te lo diré nunca, me arrepiento de haberlo hecho.

Conforme pasaban los días, esperaba que tu torpeza no arruinara nuestro trabajo. Hasta aposté con Toteppo por si sobrevivías a tu tercera purga y gané unas cuantas jarras de cerveza, gracias a ti. Muchos me cuestionaban por qué te mantenía en el escuadrón. ¿Para qué iba a rendir cuentas? Nunca lo hice, porque me incomodaba y además no hallaba respuestas a mi actitud.

Dime, Gine: ¿siempre te has empeñado en hacer idioteces, frente a los demás? ¿Qué demonios hacías cogiendo esos tallos a los que llamabas «flores», cuando debías vigilar el campo enemigo? ¿Por qué cerrabas los ojos, cada vez que te pedían exterminar a alguien? ¿En qué gastabas tu tiempo al mirar el horizonte?

Te juro que deseaba matarte por tanta incompetencia. Y quisiera conversar contigo un día de estos, para que me expliques las razones por las que hablamos la primera vez. Sí, sé que comenzó por un trozo de carne que te lancé, pero soy muy estúpido con estas cosas.

Te veía muy solitaria. De alguna forma, me recordaste a mí; aunque con la gran diferencia de que eras demasiado extraña. Apenas cruzamos unas palabras, las suficientes para buscarte de nuevo... conste, por simple curiosidad. No tenías el típico lenguaje de un saiyajin, te costaba hablar de muertes y escondías la mirada.

¡Siempre me ha gustado inspirar temor! Y contigo fue al revés: creo que la confianza te dio más libertad, tanto que a veces me hartaba de tu parloteo. No avanzaste mucho en las purgas, pero al menos luchabas. Debo admitir que te admiraba por eso.

Sólo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora