Canción Para Chelsea

4 1 0
                                    

El sonido vibraba y se extendía con suavidad a través del pasillo, desde el interior del departamento 13B, hasta los apartamentos contiguos. Era el sonido de una guitarra eléctrica ligeramente desafinada que lanzaba una especie de rechinido cada vez que rasgaban sus cuerdas, y con cada rechinido él escribía algunas notas y garabatos en un maltrecho cuaderno de hojas amarillentas. Sentado en su sillón de un forro café gastado con algunos agujeros, Roy Mitchell, músico por casi siete años, intentaba escribir una nueva canción, pero las ideas no salían, por más que intentaba y las forzaba; simplemente no se sentía inspirado.

Tal vez era el calor del pequeño departamento que compartía con su novia, el cual era abrazador y sofocante, llegando casi a los 40 grados, o tal vez era el simple hecho de que, después de tantos años, su pasión y sus ideas, aquella chispa que lo impulsaba a escribir y componer, ya se había terminado. ¿Quién hubiera dicho que el talento y la inspiración tenían fecha de caducidad?

Después de convertirse en una estrella local con su grupo de rock "las alas del cuervo", y haber compuesto canciones que hablaban sobre amores trágicos, promesas y esa clase de cosas, él estaba buscando algo diferente, algo que hiciera renacer al grupo después de todo este tiempo, aunque él sabía que no era eso en realidad. En lo más profundo de su ser él sabía que no podía escribir sobre romance y promesas de amor eterno entre dos personas que terminarían juntas a causa del destino, ya que el había dejado de creer en todo hace algún tiempo atrás.

Sintiéndose algo frustrado, dejó lo guitarra en el suelo y decidió descansar, así que se levantó del polvoriento sillón y se dirigió por un vaso de agua a la cocina. Mientras dejaba que el agua fresca le quitara lo seco a su garganta, vio su departamento; disfrutó por un momento su silencio. Para él era tan majestuoso ver como el departamento estaba en una completa calma, ya que eran tan cortos y raros los momentos, que ser víctima de ese silencio casi sepulcral era reconfortante. No se escuchaba nada, salvo el ligero ruido que hacia el motor del pequeño aire acondicionado con el que intentaba refrescar el reducido pero acalorado departamento en el que vivía. Un departamento que se caía a pedazos. Un departamento lleno de polvo y fallas, de tuberías que se averiaban y de paredes corroídas por el tiempo y la humedad en temporada de lluvias, con muebles viejos y rotos que logró rescatar de una venta de garaje, con nada que adornara las paredes salvo una foto que ya no tenía significado y una triste planta que no tardaría mucho en marchitarse.

Cuando terminó su vaso de agua, se quedó parado un momento, después arrojó un leve suspiro y se volvió a sentar en el sillón, tomó su guitarra y se esforzó por escribir algo, lo que fuera, ya que no había escrito nada en tres horas y se estaba empezando a sentir desesperado

-¿Qué me pasa?-se preguntó a sí mismo - antes solía escribir canciones en cuestión de minutos.

Por un momento temió que la rutinaria vida de una pareja adulta le hubiera arrebatado esas ganas de crear música, esa pasión y esos ánimos de crear algo que llegara a los tímpanos y corazones de quienes lo escuchaban. Él tenía la creencia de que la música podía transmitir cualquier sentimiento y convertirlo en empatía si llegaba a las personas correctas. Lo pensaba así en la universidad y en sus adentros lo seguía pensando. Fue por eso que abandonó la universidad y se embarcó en esa aventura llamada "tratar de ser famoso y no tener una vida de mierda". Al principio él y su banda eran la novedad y tenían bastantes presentaciones, pero con el tiempo las presentaciones fueron menos y las facturas más, así que tuvo que renunciar por un momento a la vida de rockstar de cantina para trabajar en una tienda de muebles. Sin embargo, en su tiempo libre, se entregaba de lleno a la música, tratando de revivir aquel sueño.

Empezó a improvisar con la guitarra mientras esperaba que algo surgiera de lo más profundo de su mente, como antes lo había hecho, porque sabía que en su cabeza estaban las ideas, solo era cuestión de obligarlas a salir. En ese momento se escuchó la puerta de la entrada cerrarse de golpe, después una chica se paró frente a él con unas bolsas de supermercado en las manos, al parecer estaba de mal humor.

Canción Para ChelseaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora