PROLOGO

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  Cuando Tony Robbins me solicitó un prólogo para estaobra quedé muy complacido por varias razones. Ante todo,opino que Tony es un joven extraordinario. Nos conocimos enenero de 1985 mientras yo estaba en Palm Springs para tomarparte en el torneo de golf Bob Hope Classic Pro-Am. Acababade salir de una típica tertulia de golfistas dicharacheros enel rancho Las Palmas Marriott, con su característica rueda debaladronadas mutuas; mientras nos dirigíamos a almorzar,un amigo australiano llamado Keith Punch y yo vimos uncartel anunciador de la conferencia de Tony Robbins «Liberesu poder interior», que incluía una práctica consistente en pasarsobre carbones encendidos. Ya tenía alguna noticia deTony, y esto picó mi curiosidad. Como Keith y yo habíamostomado algunas copas, decidimos no caminar sobre la hoguera,pero de todos modos asistiríamos a la conferencia. 

Durante las cuatro horas siguientes fui testigo de cómoTony hipnotizaba a un numeroso público formado por jefesde empresa, amas de casa, médicos, abogados y otras muchaspersonas. Cuando digo que los hipnotizó no me refiero a ningunaespecie de magia negra. Tony los tuvo a todos en vilogracias a su carisma, su simpatía y la profundidad de su conocimientode la conducta humana. Fue la conferencia másestimuladora y euforizante que he conocido en mis veinteaños de práctica en el terreno de la formación de directivos.Al final, todos menos Keith y yo, pasaron un foso lleno debrasas, con una longitud de unos cinco metros, que había estadoardiendo durante toda la tarde, y sin que nadie se que11mase. Fue algo digno de ver y una experiencia inolvidablepara todos. 

Tony utiliza esta demostración como una parábola; lo queél enseña no es un ejercicio místico, sino un conjunto de herramientasprácticas para enseñarnos a obrar con eficaciavenciendo cualquier temor que alberguemos. Ahora bien, lacapacidad para triunfar en todo lo que uno se proponga es unpoder muy real. Así pues, el principal motivo de que aceptaragustosamente escribir este prólogo es mi sentimiento de tremendorespeto y admiración hacia Tony.

 Tengo un segundo motivo para escribir este prólogo yes que el libro de Tony sirve para mostrar a todos la amplitudy el alcance del pensamiento individual. Robbins es algomás que un orador capaz de motivar a sus oyentes; conpoco más de veinticinco años de edad es ya uno de los pensadoresmás influyentes en psicología de la motivación y deléxito. Creo que este libro tiene posibilidades de convertirse enel texto definitivo para mover recursos humanos. Las ideasde Tony sobre la salud, el estrés, el planteamiento de metasu objetivos, su visualización, etcétera, son una línea de actuaciónobligada para quien quiera profundizar en el terrenode la excelencia personal.

Confío en que el lector extraerá tanto provecho del librocomo yo mismo. Aunque sea más extenso que El Ejecutivo alMinuto, sé que permanecerá pendiente de sus páginas hasta elfinal, de manera que el pensamiento de Tony le servirá paradesatar el poder mágico que posee. 

KENNETH BLANCHARD, Ph. D.,coautor de El Ejecutivo al Minuto  

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