IIII

10 0 0
                                    

No te acerques a mí, guarda tu distancia y no regreses. Sé que dirás que probablemente no tengo un corazón latiente debajo de mi caja torácica, que carezco de piedad y que me transformé en un vil monstruo de piedra, que se vuelve irreversiblemente en el villano de nuestra historia. 

Toda época tiene un principio, y un inminente final. La tuya y la mía, no era la excepción. Y aquí estoy, con el corazón resquebrajado susurrando entre líneas lo que de tus labios no salía. Y es la necesaria despedida. 

Eran sueños que volviste cenizas con el poder de las palabras. Y mi espalda no era ancha, pero soportó más cuchillos que una. Quisiste encarecidamente de arrebatarme la luz y no pudiste, así que te pido que te vayas ahora que puedo. 

El Silencio De Ese Niño EscritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora