Señorita McCartney

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Viajar en tren por la noche es una experiencia que nadie se debería perder, al menos era lo que opinaba este viajero mientras recapacitaba sus errores. Las mujeres son un crucigrama que requiere de la mayor de las destrezas para comprender, sin embargo no hace falta ser un genio para saber que son uno de los seres más bellos sobre la faz de la tierra.

A nuestro viajero la falto destreza e inteligencia con la Señorita McCartney, una mujer inteligente, bella y capaz de lo que sea; amante del cuarto arte y de Van Gogh.

Nuestro viajero ha tenido un día pesado, su nuevo trabajo lo abruma y la lluvia lo atormenta; fue esa noche en la que tuvo una fuerte discusión con la Señorita McCartney, la causa: desconfianza.

No siempre fue así, ambos tenían una relación a distancia, se enviaban cartas, jamás se habían visto, no conocían su voz, si se cruzan en la calle no se reconocerían; fue gracias a un amigo suyo que se lograron conocer, el envió una carta escrita a máquina; para no extendernos, la citó en Londres, al pie del Big Ben.

Ambos se encontraron ahí, sin saber a ciencia cierta qué era lo que había pasado. Se fueron a vivir juntos y con el paso de los días decidieron casarse.

Una historia peculiar, sin embargo no han visto el otro lado de la cara; nuestro viajero tenía un fuerte problema con los celos, a pesar de haber conocido a una maravilla de mujer, era muy posesivo, y muy tonto, se llevaban bien en la soledad y en la intimidad, sin embargo, cuando de amigos se trataba, empezaban las discusiones.

Terminaron discutiendo a tal grado que se llegó a la conclusión de que sería mejor separarse, y aquí es donde volvemos al inicio de la historia, un joven "viajero" recapacitando sobre sus errores y pensando en el arte de una mujer.

La confianza es una de las tres bases de una relación, y si una base se rompe, todo puede colapsar.

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