Naruto el Octavo dragon slayers

Cuando la sangre se agita

El ambiente se tensó tras ese grito, el rubio que sostenía la gran espada con apenas un par de dedos se encontraba mirando con una seriedad increíble al ex ninja de Kiri, el mismo lo veía con asombro pero más que nada con curiosidad pues jamás en todos sus años de vida había visto a alguien que fuera capaz de parar a su Kubikiribōchō en pleno vuelo. 

Naruto giró la cabeza con calma, por primera vez en siete largos años miró a los que alguna vez fueron sus hermanos y a uno de los aprendices del que años atrás fue su padre. Durante ese pequeño instante en el que el rubio miró a los que alguna vez fueron sus hermanos solo los observo por encima del hombro, pues hacía ya mucho tiempo que ellos no eran más que simples hormigas comparadas con él y eso siendo bastante humilde según él. 

<JUMP>..lindo cuchillo debe ser bueno para la mantequilla-dijo el rubio con una sonrisa de oreja a oreja mientras inflaba el pecho con orgullo como si de un león se tratase- sabes ¿qué?, te lo regreso para que veas lo bondadoso que soy- apenas culminó esta frase el rubio lanzó la Kubikiribōchō al aire, antes de que la punta de la aquella gigantesca y majestuosa hoja tocara el suelo, Naruto consiguió agarrarla de la empuñadura y en un despliegue de fuerza que dejó anonadados tanto a los genins como jounins de la hoja (e incluso el mismo Zabuza por más que no lo aparentara), el joven rubio lanzó la espada a los pies de su dueño, por lo que la misma terminó clavándose en el suelo hasta la mitad de la hoja.

El ex-espadachín de la niebla se acercó a su arma lentamente a su espada, una vez estuvo frente a la misma, estiró su brazo izquierdo, agarró la empuñadura del cuchillo decapitador y empezó a hacer uso de toda la fuerza que poseía su extremidad, no obstante, no fue suficiente por lo que decidió hacer uso de la fuerza de ambos brazos. Pero aún así no fue suficiente para poder sacar la espada de su lugar, es más ni siquiera fue capaz de mover la hoja titánica ni un solo milímetro, por lo que el ninja renegado decidió mostrar todo el alcance de la fuerza de la parte superior de su cuerpo y en un despliegue de fuerza descomunal, logró sacar la hoja de la Kubikiribōchō del suelo.

Jojo..veo que pudiste sacar ese cuchillito del suelo y yo que iba a ayudarte- dijo Naruto con los ojos cerrados mientras sonreía, no con arrogancia pues aquel sentimiento no se hallaba presente en su voz era algo diferente, lo que se hallaba presente era un orgullo abrumador.

Cállate.....mocoso arrogante.....ahora mismo te mostrare el poder de un verdadero espadachín.....TE MOSTRARÉ A TI Y A ESTOS IMBÉCILES DE LA HOJA, EL TERROR Y EL PODER DE UNO DE LOS SIETE ESPADACHINES DE LA NIEBLA...- acto seguido Zabuza tomó la gran hoja de la empuñadura, colocó la hoja recta y señaló al dragón slayer con la punta de la misma-...y luego los mataré 

Jojo..interesante pero hay algo muy importante que debes saber- apenas dijo eso, donde hasta hacía poco estaba el rubio parado se formó una pequeña nube de humo que se disipó al instante, Zabuza giró levemente la cabeza para llevarse la sorpresa de que el rubio se hallaba en su costado izquierdo con una espada, la hoja era de un color verde cristalino, por otro lado tanto el lomo dentado como la mitad superior de la misma eran de un color verde floresta, la forma de la hoja era muy similar a la de una daga no obstante su largo superaba por mucho el tamaño máximo que podía tener una de estas hojas, lo más llamativo de la misma eran los cinco agujeros que se hallaban a lo largo del centro de la misma-...yo soy más fuerte que tú, pequeño pecador.

¿Qué diablos acaba de pasar?- ese fue el pensamiento que tuvieron la mayoría de los genins allí presentes pues para ellos, la velocidad que había desplegado el rubio durante un instante fue simplemente inhumano.

¿Qué clase de Jutsu fue ese?, eso no importa haré que me lo diga, con algo así podre asesinarlo a él y seré capaz de vengar a mi clan- pensó uno de los últimos varones del clan Uchiha en un arranque de celos, efecto de la impresión inicial que le había dado el rubio.