II

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El desértico calor de las dunas hicieron respirar al monstruo otra vez. Estaba vivo. Confuso y hueco se dio cuenta de lo mucho que hizo, pero lo mucho que le importó era así como para ponerse a pensar en los pajaritos preñados.

Un aguila que estaba merodeando en el cielo le hizo preguntarse una pregunta: ¿una pregunta la hace una duda o se vuelve pregunta al agregarle los signos de interrogación?
Como no iba al tema entonces no se molestó en responderse. Solo se sentó, acomodó sus brazos, estiró su cuerpo y se paró para seguir su camino.

En el pico de una montaña arenosa se encontraba una angelical chica que observó cada escena sucedida, esta se mostraba algo tranquila, pero a la vez un tanto preocupada, y esto así porque no tenía mucho que hacer al respecto, así que permaneció en calma al ver dicha carnicería.
Del cielo un sonido sucumbió la duna. Un diamante perfectamente hecho descendió hacia la ubicación de la chica y al llegar tomó forma. Del centro del diamante se formó un ojo, a los costados dos pequeños brazos, por debajo las piernas y pies y atrás dos alas muy parecidas a las de una paloma.
La incandescencia del diamante se atenuó y la chica pudo por fin observar lo que el cielo le envió.

- hola :3
- hola querido :3 , ¿qué carajos eres?

El primero en sorprenderse fue el caído diamante, era extraño que la chica no se cuestionara nada de lo que estaba sucediendo. El diamante, en pocos instantes, llegó a la conclusión de que la chica ya sabía lo que sucedía.

- a ver, señorita, ¿ya sabías que venía?
- hmmm... no sé ni qué eres. ¿qué te puedo decir?
- ah, b... bueno... acabo de nacer. No tengo nombre. Creo que fui enviado para resolver algo, pero no veo ningún problema aquí.
La chica, pensativa, supo de inmediato que la pequeña forma estaba destinada a pelear con la bestia al final de la duna. Entonces se lo dijo así sin más.

- ¿ves aquella criatura caminante? - señaló hacia abajo.
- sí - respondió el diamante entusiasmado.
- bien. Él es malo, y viniste aquí para pelear con él.
- ¿cómo estás tan segura?
- porque bajaste del cielo y hay un demonio que erradicar. ¿hace falta más?

Dudoso, el pequeño diamante asintió a lo que parecía obvio y se lanzó a lo incierto.
Su vuelo retumbó las nubes, su entusiasmo le hizo dar algún tipo de grito de guerra, y así llamó la atención de la visceral bestia.
A penas volteó pudo ver el diamante que volaba en su dirección, el diamante se acercaba a toda velocidad y lo primero que hizo fue levantar arena con sus grandes alas. La bestia a penas si levantó un brazo para cubrirse, el resto de manos se tornaron puños y su gesticulación demostró la frustración el verse interrumpida su efímera paz. La arena bajó, el diamante, muy seguro de sí mismo, posó recto hacia el monstruo y pronunció:

- me quiero limitar a explicar lo que sucede, pero vengo aquí par... - la bestia se había lanzado hacia el diamante, dándole un abrasador golpe en su lado izquierdo que lo mandó lejos, a la vez que interrumpió sus palabras.
- maldición diablo, por lo menos déjame hablar -
La bestia se lanzó nuevamente tras él, y éste no tuvo más elección que esquivar.
El diamante voló alto para distanciarse y analizar la situación. En eso, la bestia se retuerce en la arena, le sucedía algo. El diamante no sabía qué, pero tenía que ver qué era. Algunos de los brazos de la bestia se contraían, trataba de no gruñir, pero levemente jadeaba quizás de dolor. Muchos de sus brazos ahora no estaban, sólo quedó con cuatro, dos en cada costado, y se levantó imponentemente mostrando su nueva forma.
"Parece más ligero" el diamante pensó, y, al finalizar la transformación, éste brilló y se lanzó a pelear.

Rompiendo la barrera del sonido, el diamante logró golpear a la bestia, tristemente sólo golpeó su brazo, ya que éste bloqueó su golpe. Lanzó otro golpe y ahora la bestia agarró su mano con su brazo inferior derecho. El diamante quedó a la altura del abdomen de la bestia, y tenía que ver hacia arriba para alcanzar sus ojos. Con su brazo superior derecho la bestia golpeó al diamante, dejándolo atónito, lo golpeó ahora en el centro, sostuvo al diamante por el pico superior y con uno de sus brazos inferiores lo golpeó tan fuerte en el centro que lo penetró, abrió su mano dentro del diamante, agarró su ojo, lo sacó y lo aplastó inminentemente, tirandolo ahora al suelo, y los inertes restos del diamante no se lograron sostener sobre sus pies así que éste cayó. La bestia se sintió satisfecha al ver que el diamante no derramó sangre. No contempló el cadáver, y, sin más que hacer, sólo se fue, siguiendo su original rumbo a su tienda.

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⏰ Última actualización: Jun 18, 2018 ⏰

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