Prólogo

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Me senté en la gran roca con la que me resbale hace unos minutos, al intentar escapar de Coel. Lo cual no me sirvió de nada porque al final logro alcanzarme, a saber como porque estuve corriendo por casi diez minutos y me escondí en el gran árbol cerca de donde estoy ahora.

Y en esos diez minutos ni siquiera hice el mínimo esfuerzo.

—¿Ya no vas a salir corriendo?, porque si es así puedes correr todo lo que quieras y al final siempre te voy a alcanzar.

—¿Esto es una broma o un mal sueño?, es imposible que me hayas alcanzado.

—¿A caso no me escuchaste hace un rato, cuando te explique todo?

—Pues claro... —arquea una ceja—, bueno, puede que no...—Coel se cruza de brazos y pone los ojos en blanco—, ¿Qué esperabas? ¿Qué hiciera un baile de la felicidad por decirme que hace tres días que ya no soy normal?

—Tal vez algo parecido.

—¡Soy una maldita aspiradora! ¿Qué provecho puedo sacar de eso?

—Eso me ofendió.

—Esa era la idea.—entrecierra los ojos.

—Mira, puedo ayudarte a que controles los poderes que tengas.

—¡¿Tengo más de uno?!—me levanto de un salto observándome las manos.

Esa no me la esperaba.

—De verdad que no escuchaste nada de lo que dije.—se toca el puente de la nariz, negando con la cabeza.

Si escuche absolutamente todo lo que dijo, pero tengo miedo a lo que vaya a pasar si lo logro controlar lo que sea que tenga ahora. Y de nada me sirvió saber que parece que soy un mutante de los X-men, ni que por mas que no los quiera no se van a ir.

Mi vida ya no va a hacer normal y estoy odiando el día en que se me paso esa maldita pregunta por la cabeza.  

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