Porque atrás quedaron las casitas blancas llenas de flores en balcones y golondrinas al vuelo marcando el destino de su tren. Atrás quedó todo lo que puedo recordar. Canciones bajo la Luna, de mi misma, siendo niña agarrada al balcón o en el patio de rosas y flores silvestres mientras me envolvía el aroma a sopa de pan que mi abuela preparaba sobre el fogón. Se escapaban los maullidos de Simone, escondida como siempre en la alacena, trasteando con los tarros de miel y mermelada, subiéndose a los estantes y quizá bailando al son de mi canción como divertida gata que fue, Simone.... Atrás quedó mi tierra de trigales de mimbre, campos de olivos, cestas de frutas, botijos de barro llenos de agua fresca y mi abuelo sentado en la mecedora se mece mientras con su pañuelo seca el sudor de su frente. Allí fue donde aferré mis raíces como se aferra el ancla en alta mar. Si mal no recuerdo, qué bonito fue lo que quedó atrás como siempre nos engaña la mente, como una ilusión óptica, o el sueño más bonito del mundo y duele al despertar, como siempre pensamos que el pasado fue mejor pero el pasado quedó atrás y al próximo segundo no sé qué va a pasar.
Ahora, me encuentro aquí y quiero pensar que tuve una vida mejor, pero se amarga mi saliva y mi corazón late más fuerte al confesarme a mi misma que, de alguna manera, siempre he estado aquí. No es ningún lugar, tierra de nadie, un laberinto, un negocio, por no ser tan atrevida como para tildar lo de secta, pero de eso hablaremos más adelante. Lo que espero y deseo es que no se me hiel el el corazón y pueda seguir sintiendo el frío y el calor, que se me duerme el pie o el dolor de una herida. Ahora me voy un ratito a soñar, aunque los sueños no se esperan, se persiguen.
Ni entre ellos se entienden porque no pueden hablar. Parece como si siempre estuvieran mascando chicle y las palabras se les atragantan y sale un idioma como empalagoso y pegajoso, se escapan moscas que van a pegarse a la cara del otro. Por eso sus conversaciones son tan cortas, apenas unas "frases", y se van sin saber que les han dicho y unas cuantas moscas en la cara.
De pequeña, mi abuela me decía "cabecilla loca, pero buen corazón" mientras que con su mano gordezuela en puño me daba golpecitos en la cabeza. Sé que tengo buen corazón pero no creo que esté loca aunque, a día de hoy, me encuentre en este lugar. Puedes adivinar ya dónde estoy? En sueños me lo dijeron "sí existen los manicomios y te vas a ver entre rejas". Vivimos una censura en España a causa de una crisis económica derechista que lleva durando ya casi diez años.
Me encuentro enferma, pero soy bonita. Soy muy valiente pero me estoy cargando de miedo. Y tú, tú ya has quedado tan atrás... como Simone, también de ojos verdes tan grandes como dos soles. I'm sorry, baby. I had to go me, but will be back soon. At least, this I hope. Este dolor que siento aquí, tan adentro, en apenas veintiún gramos, este sufrimiento en mi alma libre de pecado, de una criatura inocente, es como un disparo en la boca, como una bala que va directamente al corazón. Peor, es aún peor, es inefable. Pero no suplicaré ni rogaré a Dios porque no creo en él y, si existe, debe odiar en. La vida es un juego, como el juego de la Oca. Vas cayendo en diferentes casillas y yo caí en la peor, en la única que aunque tires los dados una y otra vez, salga el número que salga, te es casi imposible escapar, y digo casi porque aún creo que no existe nada imposible. Solemos ser perdedores con nuestros éxitos en la vida y la lucha continúa para los soldados - marioneta, los soldados de juguete, a pesar del negocio, lo que dije antes, el negocio de la psiquiatría, un engaña-adolescentes (así pan comido/ lo tildó de abuso de poder) o un engaña- bobos. Metida en el laberinto, dando la vuelta al tablero sin encontrar la meta. Atrapada, presa de mi propio sufrimiento que ellos mismos generan, atrapada en el laberinto sin hallar la salida. Se me ocurre ahora, que la envidia no es un sentimiento humano, sino una enfermedad, la más peligrosa que existe, que habría que erradicar. Por eso creo que los enfermos son ellos, yo no padezco de envidia.
En mi vuelta al mundo caí en el calabozo por una trampa pero salí al día siguiente. Caí en "El Pozo" (nombre de un hostal) en el que me veía con mi amante, un hombre de manos toscas que me estremecían cuando me acariciaban, durante tres años. Varias veces, los cornudos, los folletos *, me llevaron al infierno y ahora he caído en en un infierno menor aún no sé por cuánto tiempo. Pero yo no tengo miedo ni de diablos, ni de monstruos, me los como con patatas porque de lo malo sé sacar un puñado de cosas buenas de la mano del gigante más gigante y si les molesta le doy la vez a otra porque no pienso permitir que tiren más de mi para traer sus sueldos a fin de mes. No quiero que parezca que introduzco esta frase como un saca-muelas pero las injusticias existen como las "meigas" que haberlas aílas.
* folletos: diablos en italiano.
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Diario íntimo (extracto)
General FictionSentimientos encontrados de una mujer que está pasando por una crisis existencial