Prologo

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La noche del tres de mayo dominaba por toda la tierra con su estrepitosa tormenta de lluvia y granizo, era muy raro ver el granizo, puesto que la zona donde caía esa vez era zona tropical, poco probable, pero no imposible. Las pequeñas gotas de lluvia mezcladas con el alboroto del hielo golpeaban el tejado de la casa de los Holmes, uno tras otro los golpes eran cada vez más fuerte y a veces menguaban para continuar más fuertes en segundos, era una casa muy grande, los Holmes eran propietarios de muchas instituciones colegiales de la zona, su labor era la de brindarles sustento a cambio de un porcentaje de sus ganancias escolares. La casa constaban de tres pisos, el primero era donde se ubicaba la sala de estar, que estaba repleta de muebles de bien material, una pantalla plana y una mesilla en el centro con una lámpara de gas; la cocina se ubicaba al otro extremo era de cerámica de la mejor clase y poseía una pequeña isla en medio abarrotada de cuchillos y utensilios para cocinar, ambos separados por un pasillo lleno de habitaciones donde los Holmes y sus familias se quedaban cuando venían de vacaciones. El segundo piso era para los niños, unas escaleras en forma de espiral era el pasadizo para subir entre los pisos, hasta llegar al tercer piso donde era el atico, cosas basura y recuerdos estaban puestos ahí, donde nada se movia ¿ O si ?

Se escucho un golpe de repente, y otro más, luego un jadeo, y por último un grito, procedía del primer piso, las cosas de la sala de estar estaban rotas, la mesilla destrozada en virutas de madera y la lampara de gas había caído al suelo, y había estallado en una pequeña flama mezclada de fuego y sangre que se debió gracias a que la carne había sido incrustada en el metal, la cocina estaba hecho un polvo, los utensilios estaban fuera de lugar, un sándwich a medio terminar manchado de sangre estaba tirado en el piso y los cuchillos de la isla tenían un hueco libre. Ahora se escucharon pasos metálicos, alguien subía al segundo piso.

-Mierda Mierda, ¿ Cómo pudo sobrevivir ? Es una estúpida... - los pensamientos de Mariana, la hija menor de los holmes con veinte años de edad, fueron sopesados por un sonido metálico que procedía de las escaleras del primer piso, sabía que estaba muy cerca, tenía que darse prisa.

- ¡Un maldito teléfono! - gritó para sí misma mientras recorría el largo pasillo del piso de los niños. Su agitación era muy notable, el pelo castaño estaba manchado de sudor lodo y de abundante sangre que podía ser debido a un fuerte golpe en la cabeza.

- Ocho días... Ocho malditos días nada más, carajo, ¿Por qué no te vas al infierno hija de …? - Otro golpe, este fue más conocido, era el sonido de la cerámica siendo golpeada con una clase de hierro. Mariana observó tras suyo el largo pasillo mientras seguía buscando en cada habitación un teléfono, de repente, escucho el sonido más aterrador de su vida, ese sonido que la había tenido atormentada durante muchos días, ese era el sonido de una niña riéndose frenéticamente cual si hubiese sido atacada a cosquillas o sometida a ver un vídeo chistoso, Mariana estaba paralizada del miedo y con todas sus fuerzas, observó detrás suyo, al otro extremo del pasillo, una muñeca de porcelana estaba tirada en el suelo, la muñeca estaba vestida con un vestido de tela color amarillo con rosado, su cabello era rubio con dos colas de caballo a los lados, su faceta reflejaba una sonrisa y sus ojos brillaban, el vestido estaba manchado de sangre y las pequeñas manos, sostenían en su mano inmóvil  un bate de hierro. Segundos después la silueta de una niña emergió con una sonrisa de oreja a oreja, y con el pelo alborotado que le cubría los ojos, camino lentamente al punto final del pasillo, donde estaba Mariana al borde del colapso.

- ¡Déjame en paz, maldita cosa! Mariana con todas sus fuerzas corrió a la última puerta del pasillo y la cerro de golpe, observó un pasador y lo trabó sin dudar, esa habitación había sido la de muebles inservibles en la época dorada de la casa, Mariana tomo los que pudo y los empotró contra la puerta que aseguró no dejar un espacio libre donde poner un bloqueo. Observó la habitación con detalles y la ventana que llevaba al bosque de la zona era la mejor opción;  a los minutos de recurrir a la búsqueda exhaustiva de prendas o algo, Mariana escuchó el sonido de un teléfono viejo procedente de un armario pegado a la pared, lo sacó para examinarlo y lo conecto a un enchufe que había al lado de la ventana.

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