Mi respiración se detiene. Abro los ojos de forma repentina en un reflejo imperioso de supervivencia. Inhalo con fuerza; jalo la manguera del suero y los electrodos adheridos a mi cuerpo. Una alarma comienza a sonar.
Se enciende la luz de la habitación.
-¡Doctor! -alguien se acerca, gritando. Enfoco borrosamente. Es una mujer voluminosa con cofia blanca- ¡Venga,doctor! ¡Venga! Dios mío. ¡Despertó! ¡La paciente despertó!
Trato de arrancarme los cables que me aprisionan.
-Tranquila, hija. Tranquila-la mujerona me detiene con sus brazos carnosos. En ese momento llega otra enfermera, diminuta, para tratar de ayudar. La robusta le grita:
-¡Susana, tráeme un calmante! Pronto.
-¿Dónde estoy? -miro hacia todos lados.
-En un hospital privado, en el sur de la ciudad.
-¿Qué me pasó?
-Tuviste un accidente.
Mi temor se convierte en angustia.
-¿Cuándo? ¿Qué tipo de accidente?
-En un vehículo.
-¿Por qué no me acuerdo de nada? ¿Cómo llegué hasta aquí?
Forcejeo con los cables. Aunque tengo las extremidades derechas enyesadas y un aparato que me sujeta los hombros, esta vez percibo que los dedos me obedecen, puedo moverlos. No estoy paralítica. Al menos.
Susana, la enfermera pequeña, llega con el calmante. Entre luchando por contenerme y diciendo interjecciones, la más corpulenta inyecta en la manguera del suero una sustancia que me roba las pocas fuerzas que aún tengo.
El doctor entra a la habitación haciendo exclamaciones grandilocuentes.
-¡Lorenna! ¡Preciosa! ¡Mira nada más! ¡Qué bien! Despertaste. ¡Cuánta alegría! ¡Bienvenida!
Me toma el brazo sano para revisar mi pulso y presión. Habla con la enfermera:
-¿La sedaron?
-Sí, doctor, tuve que hacerlo. Estaba muy nerviosa.
-¡La prefiero nerviosa! Caray. Tenemos que ayudarla a volver a la vida. No al revés.
-Lo siento
-A ver, hija. Mírame. Qué bonitos ojos. Voy a revisar tus reflejos. ¿Te duele algo?
-La espalda.
-Es por la llagas. Has estado mucho tiempo acostada.
Abren las cortinas. Levantan el respaldo del colchón hasta dejarme sentada. Alguien me acerca un popote para que succione agua. Alguien más me pasa una toalla húmeda por la frente.
El médico revisa mis pupilas con una lamparita, luego continúa flexionando mis articulaciones y apretándome varias partes del cuerpo.
-Tienes buenos reflejos y sensibilidad en los dedos. Te vas a recuperar.
-¿Qué me pasó?
-Sufiste un grave accidente.
-¿Qué accidente?
-Lorenna, mejor dímelo tú. ¿De qué te acuerdas?
-De nada.
Se sienta a mi lado. Me toma de la mano.
-¿Cómo te apellidas?
-Sheccid
-Mmh. ¿Cúando naciste?
Me encojo de hombros.
-¿Cómo se llaman tus papás?
-No sé
Sigue preguntando; las tablas de multiplicar, las capitales del mundo, los nombres de mis profesores, mi domicilio. Por lo que leo en el rostro del doctor, no respondo muy bien.
-A ver. Concéntrate en lo más reciente que recuerdes. Dime todo lo que te venga a la mente.
Recito:
-Sheccid, yo te conozco antes de verte. ¡Desde hace muchos años te he soñado! Tengo vastas razones para amarte; ¡En visiones también te he contemplado! Ayer te visité en tu habitación. Llorabas, sufrías en tu expresión. Aun pudiendo volverte y abrazarme, ¡Tus ojos no alcanzaron a mirarme!
-¿Dónde te aprendiste ese poema?
-Supongo que en mi escuela.
-¿Cómo se llama tu escuela?
-Escuela Tecnológica Industrial ciento veinticinco.
-¿Qué más?
-Soy campeona de declamación. Mi mejor amiga se llama Ariadne. Le dicen la pecosa. Es jefa de mi grupo.
-Bien... bien. Continúa.
No quiero. No puedo. Es como si mi intelecto se topara con un callejón sin salida.
-Me siento agotada.
-Ni hablar. Decansa, pero haz un ejercicio. Mientras estés dormitando busca tus recuerdos más antiguos y ve hilando uno con otro.
-¿Qué me pasa, doctor?
-Tienes amnesia postraumática. Es un padecimiento reversible en la mayoría de los casos, pero debes ir generando sinapsis poco a poco. Mi teoría como neurólogo es que a alguien en tu estado no se le deben decir las cosas que no sea capaz de recordar por sí solo. He visto que cuando a un paciente como tú se le dice "mira, te presentamos a tu esposa, a tus hijos y a tu perro", se le causa un gran estrés, porque lo que no existe en la mente, no significa nada en la realidad. Así que, Lorenna, no te desesperes -me acaricia el brazo sano- La buena noticia es que ya estás conciente.
Para él es buena noticia; para mí es espeluznante.
-¿Tienen a mi marido y a mi perro escondidos detrás de la puerta?
-No- sonríe y se pone de pie-Era un ejemplo. Paso a verte al rato.
-Dígame una cosa. Mi herida de la cabeza ¿Qué tan profunda es? ¿Tuve fractura?
Vuelve a sentarse.
-Sí. Sufriste una hemorragia extradural a causa de un traumatismo grave. El hematoma interno te causó una severa presión intercraneal que puso en peligro tu vida. Fue necesario operarte de emergencia para aliviar la presión del cerebro. Eso ocurrió hace casi seis semanas. Hoy volviste en ti... Por eso estamos de fiesta.
-¡Seis semanas!
-Así es. El límite para un pronóstico de buena recuperación. Si no hubieras despertado ahora, tal vez nunca lo hubieras hecho.
-¿Y mi familia? ¿También está de fiesta?
-Sí. Ya le avisamos a tu papá. Viene para acá.
-¿Y mi mamá?
Omite responder. Se limita a taparme con la cobija.
-Descansa.
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Sheccid(Pausada)
RomanceELLA SIEMPRE LO AMÓ. EL NUNCA LO SUPO. HASTA QUE LA VIDA LOS VOLVIÓ A ENCONTRAR. ¿SE PUEDE LLEGAR TARDE AL AMOR? sheccid ha sufrido un grave accidente.Está sola, aislada del mundo y de su familia; tiene marcas de intento de suicidio, pero no recuerd...