Al bajar del coche me dediqué a mirar la calle. Era larga, ancha y llena de casas, una seguida de otra. Había niños jugando por todas partes; se escuchaban sus gritos, el sonido de las bicicletas y los aspersores que había en los jardines; todo seguía exactamente igual que hace catorce años, con la excepción de que yo había vuelto.
Saqué mis maletas con cuidado de que la ropa no se moviese mucho, odio cuando las cosas están muy desordenadas y odio tener que pasarme horas poniendo todo en su lugar; me acerqué a mi antigua casa, abriendo la puerta con sigilo. No quería que nadie de mi familia me escuchase porque vendrían todos a abrazarme corriendo y lo odio.
Odio ver sus sonrisas falsas y sus lágrimas de cocodrilo, cómo me mienten en la cara y hacen como si nada hubiera pasado... los odio a todos, aunque más bien, por si no os habéis dado cuenta, odio prácticamente todo lo que haya a mi alrededor.
- Hijo, querido, – habló mi madre desde el salón – por fin has llegado, te estábamos esperando.
Simplemente solté un suspiro. Dejé las maletas en el recibidor y entré al salón, había mucha gente y yo no conocía a nadie. Es normal, ¿no? Si te pasas fuera desde los cuatro años, solo recuerdas a tus padres.
La voz de mi madre había sonado nerviosa, temiendo que hiciera algo que nuevamente le dejase en mal lugar y volvieran a cerrarle las puertas en muchos sitios.
Pero sonreí. Una sonrisa que ellos creían que era de alegría y añoranza, una con la que sus rostros cambiaron de preocupación a alivio, pero que en realidad solo mostraba mi macabro pensamiento de eliminarlos a todos y cada uno de ellos de las formas más extrañas posibles.
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Gracias a las personas que ya han leído este primer pasito de mi historia, iré subiendo más conforme lo vaya escribiendo. Adoraría que avisárais a vuestros amigos de esta histora, todo es más fácil si hay gente apoyándome!!
[Editado 25/10/2018]
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Susurros Inexistentes
Teen FictionNadie en su sano juicio contaría los agujeros que hace en la pared cuando tiene ganas de matar, aunque alguien que tiene ganas de matar no está en su sano juicio.