Días normales, vida normal.

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La vida es tranquila para todos en los suburbios, nadie piensa en los secretos que esconden las calles o en lo misterioso que pueden ser los locales del centro de la gran ciudad.

Domingo por la tarde, la hora en que el ensayo debería comenzar. Al medio día comienzan a llegar los integrantes de esta pequeña orquesta en la Alameda central.
Algunos de ellos comienzan a tocar como es su rutina, mientras que la virtuosa concertina va llegando por los caminos de aquel lugar que siempre reverdece con sus árboles en esta época del año:
Ella es Karina, una chica de 16 años, de alrededor de 1.65 metros, cabello castaño oscuro que le llega a los hombros y de complexión delgada a la cual dejaremos que nos platique está historia por ahora.

Un día más en este kiosco, tengo que venir para continuar siendo concertina aunque sigo preguntandome "Como es que llegue a serlo?" Pero lo soy! Y tengo que seguir. Al llegar solo veo a la gente de siempre ensayando, ahí está el profe dando lecciones a los demás así que dejaré mis cosas en un rincón y prepararé mi violín.
Mientras lo hago volteó a ver a todos y ahí está, tocando lecciones más avanzadas que los demás "ese bastardo" recargado en el barandal mientras fuma un cigarrillo, parece que lo disfrutá. Espero que hoy me deje practicar en paz.

Conforme pasa el día todos practicamos las lecciones que nos dieron para esa tarde, como siempre el bastardo ya tiene lo que le encargaron, lo cual no me extraña pues es el más avanzado pero igual es muy inconstante por cuestiones de mujeres. Sigo batallando con algunas partituras mientras platicó y me divierto con mis compañeras, pero hoy es uno de esos días donde el bastardo viene a molestar:

-Sigues sin ponerle empeño a la música?- dice el bastardo mientras mira mis partituras sobre mi hombro.
Tratando de no darle importancia le contesto sin mirarlo y  así seguir con lo mío -No tienes lecciones que practicar?-
El encendía un cigarrillo mientras me contestaba, es un adicto de primera -La verdad es que no, termine hace un rato todo lo que tenía que practicar, pero contesta o no me iré-
-Si lo que quieres es solo una respuesta sería, no molestes! Suficiente tengo con esto como para que tú también vengas-
-Ja! Bueno, también venía a preguntarte si tienes tiempo después del ensayo para platicar y no se, quizá ir por algo de comer, pastel?-
-Comida gratis, claro, por qué no?-
-Esta bien, te veo después del ensayo, Bambi-
-Carajo! Qué no me digas así!-
El bastardo se alejó con una ligera risa que me decía que obtuvo lo que quiso de esa conversación, molestarme.
Ese bastardo se llama Alejandro, al parecer cuando él tenía mi edad era guitarrista, dice que toda su vida estuvo envuelta en la música; canto, guitarra, piano, flauta, violín y ahora toca la viola. Sus palabras tienen credibilidad puesto que es el más adelantado.

Pasó el día, el ensayo terminó y, como era de esperarse, él se acercó y me dijo -Estas lista?- tomé mis cosas y salimos de allí hacia las calles del centro.
Todo era normal, sus pláticas son extrañas y no lo digo por que hable locuras (Qué si lo hace) pero nunca he visto que se quede callado o que exista tema de conversación donde no pueda contribuir con su punto de vista.
Llegando a un restaurante ya nos estaban esperando, maldito idiota ya lo tenía todo planeado:

-Es raro que no vayamos al restaurante de siempre en tu motocicleta-
-No seas tonta, traemos los instrumentos y teníamos que ir al ensayo-
-Cierto-

Pedí un pastel de chocolate y el como siempre ordenó un pastel de zanahoria, la plática seguía siendo normal para nosotros hasta que mientras comía noté un silencio y a él mirándome fijamente con sus brazos cruzados:
-Qué?-
-Lo siento, me gustas cuando callas- y soltó una risa boba, como lo odió cuando hace eso.
-Es raro que te calles-
-Muchas veces lo hago, cuando fui tu novio tuvimos muchos silencios-
-Eso fue solo por un día, ya superalo-
-El mejor día de mi vida jajaja-
Y de nuevo el silencio.

Yo estaba sentada con vista hacia la entrada por la que entraron unos tipos con gabardina y sombrero, algo así como una película de gángsters. Al voltear a ver a Alejandro estaba algo nervioso (él nunca se pone así, ni siquiera en el escenario):

-Qué pasa?-
-Bambi, hay un secreto que debo decirte- De su cinturón tenía colgando un estuche con una navaja que desenfundó en un instante -Espero que estés lista para escucharlo-

Las mentiras de un amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora