─Ya ha escuchado los testimonios de cada uno de los profesores director, la inadmisible conducta de estas estudiantes, por calificarlas de algún modo, amerita una severa mortificación ─Alexandra, prestaba oídos ante las filosas declaraciones del atemorizante instructor Snape, impasible y atesorando la ínfima dignidad que le había dejado el suceso ya acontecido. Si, en efecto, la habían... fastidiado, por así decirlo. No obstante, si bien no debían pasar impunes, no consideraba que fuera necesario poner el grito en el cielo de aquella forma, el accidente únicamente había resultado en varios desperfectos... desperfectos que como pronto costaría una semana de trabajo por el método tradicional.
Deslizó su mirada furtiva en dirección a la estudiante a su vera, reprendida a su semejanza. Suspiro entonces, si hubiera sido más ágil, la joven Gryffindor ahora cargaría con todo el peso de la culpa y ella sería libre. No consideraba que fuese un acto de maldad, mera supervivencia en cambio, constituía uno de los sentidos humanos más imperantes al fin y al cabo. De todos modos ¿Qué sería lo peor que podría pasar?
─Si me permite mi humilde opinión, la inmediata expulsión seria idónea en este caso─ La propuesta de Snape, incitó a alzar la vista de la exaltada joven ante las escalofriantemente calmadas palabras de sentencia e inevitablemente se hizo escuchar.
─¡¿Esta loco?! ¡No puede hacer es-! ─Ni siquiera fue capaz de terminar con la réplica cuando fue acallada por la mordaz mirada del hombre en su contra. Tragó saliva en extrema tensión a la espera de una riña mayor cuando percibió una segunda voz.
─Severus, no creo que sea necesaria tal reprimenda, yo me encargaré de ahora en delante de las chicas ¿De acuerdo? Ahora si nos disculpas─ Propuso el afable director Dumbledore, señalando con simpatía la entrada a su despacho, invitando al de rostro crispado a abandonar la estancia. Ciertamente había sido la primera muestra de amabilidad que Alexandra vio desde el accidente. Una vez quedaron solos, la serena voz habló de nuevo ─Relájense ambas, sus actos no traerán tales consecuencias, más si me agradaría saber por qué se vieron inmiscuidas en el accidente, ¿Señorita Brooks?
La respiración se le entrecortó al escuchar su apellido. Olivia, la cual había sido comvocada junto a Alexandra por el agravio que ambas llevaron a cabo, se mantuvo inmóvil y en silencio desde el momento en el que entraron en el despacho de Dumbledore, ya había acudido en otra ocasión, aunque las circunstancias eran totalmente diferentes.
Había intentado prestar atención a las palabras que emitían sus profesores, pero no podía centrarse, era como si las oyera a lo lejos, como si no fueran dichas para ella.
Por el contrario, Alex si intentó rebatir a Snape con su propuesta obvia. Hicieras lo que hicieras para aquel hombre de cabellos grasos todo era propenso a expulsión.
Dumbledore la miraba a través de sus gafas de media luna esperando una respuesta, una respuesta que no salió tan bien como ella deseaba.
─Le puedo prometer que todo se trató de un problema en cadena. ¡No quería que ocurriera eso! ─Olivia miró a su compañera que mantenía la vista fija en el director─¡No queríamos que sucediera eso!
Tenía un nudo en la garganta, no podían expulsarlas. ¡¿Qué sería de ella?! ¡¿Y de su futuro?! ¿Que diría sus padres?... y William, su hermano se llevaría una profunda decepción.
─No puede expulsarnos. ¡No puede! Escoja otra opción. Estoy dispuesta a ello. Y Alexandra también... ¿Verdad Alex?─ La incitó a apoyar su punto de vista echándole un par de miradas de reojo, rogando porque esta dejara a un lado su orgullo y le siguiera la corriente.
