strawberries and cigarettes ∘. ɞ yutae

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"Siempre me dejas queriendo más, no puedo quitarme el hambre de esas fresas y cigarrillos que siempre me saben a ti"

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Otra cajetilla vacía tirada y pisada, había perdido la cuenta de cuantas llevaba en tan sólo 3 días.

Ahora sus manos se encontraban encendiendo el séptimo cigarro del día, teniendo en cuenta que ni siquiera había llegado el mediodía se podría decir que la adicción del joven japonés había llegado a un extremo.

Tampoco le importaba, ya nada le importaba ahora había perdido al ser más importante de su vida y estaba obligado a ir a diario a un psicólogo porque él con sus propias manos fue el culpable de que él se fuera.

No lo llevaron a un correccional que él había pensado en un primer momento, porque lo que Yuta tenía sin que lo supiera era trastorno límite de la personalidad haciendo que se saliera de control sin que él lo quisiera.

Meses después de estar en un hospital mental, ahora, sólo tiene que acudir cada día laboral, a las 10 de la mañana, a un psiquiatra para terminar de tratarlo.

Pero Yuta lo odiaba, lo odiaba todo, detestaba su vida y la única solución que encontraba era fumar hasta desgastarse los pulmones y acabar muriendo para volver a reunirse con su difunta pareja.

Se encontraba sentado en un banco, acababa de salir de una de sus sesiones y pocas ganas tenía de volver a su casa. Sus padres siempre le llenaban de preguntas que lo único que hacian era provocarle ansiedad.

Mientras el de pelo lila seguía contaminando sus pulmones, un chico de pelo rojo más bien desgastado salía de una de sus sesiones a causa de la depresión.

Sus manos se dirigieron a sus bolsillos buscando su ansiada cajellita de tabaco, había empezado a fumar hace poco por culpa de la ansiedad que también estaba tratando. Lo que su mano no encontró fue el mechero.

Miró a sus alrededores, no le quedaria de otra que buscar a alguien que tuviera uno. En la calle de enfrente vio a un chico de pelo lila fumando en un banco a si que optó por ir a preguntarle a él. Sus piernas temblaban últimamente le costaba demasiado hablar con una persona desconocida y sumándole que el chico no tenía pinta de ser muy amable, su semblante serio y su negra vestimenta imponían un poco bastante.

Cuando ya se encontró a poca distancia del de cabellos lilas su cabeza pensó en abortar la misión pero se dio cuenta de que ya era tarde cuando el contrario giró la cabeza haciendo contacto visual con él.

Reunió toda la valentia que podía y se acercó lentamente.

"Perdona ¿tienes mechero?"

El de ropas negras asintió mientras buscaba en su bolsillo el encendedor y se lo entregaba al de cabellos desteñidos.

"Muchas gracias"

Contestó el sin saberlo mayor mientras colocaba el cigarrillo en la boca y lo encendía. Cuando lo consiguió se lo volvió a entregar al propietario.

"Sabes, no tienes pinta de fumar"

Le dijo el japonés con una pequeña sonrisa.

"¿Por?"

Preguntó el mayor.

"¿Me tengo que vestir con una chaqueta de cuero para poder fumar?"