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Cerré la puerta con llave y avancé sigilosamente hacia mi habitación. Después de un largo turno de doce horas, me sentía como un zombie y lo único que hacía la luz del día era dejarme sin vista.

Dejé caer mi cuerpo sobre la cama y cubrí mi rostro con la almohada para que todos los sonidos y luces no lleguen hasta mi. Necesitaba descanso. Ya me había encargado de apagar el celular y bloquear todo contacto con la humanidad, por lo menos por un rato. Sentí como mis latidos acompañaban el ritmo de mi respiración mientras me hundía entre el colchón y las mantas. Solo paz y tranquilidad para mí.

Algo pesado cayó encima y su cabeza rebotó con la mía, provocando que suelte un quejido.

- Espero que hayas descansado porque esta noche te necesito- se sentó sobre mi espalda y cerré los ojos con más fuerza, como si eso fuera a transportarme a otra dimensión donde pudiera dormir.

- Acabo de llegar- dije, pero apenas se entendió porque estaba boca abajo- es urgente mi ayuda?

- Pues va a ser una buena fiesta nena, ya te deje el traje y los zapatos en la cocina, nos vemos en Omnia- escuché el repiqueteo de sus zapatos y la puerta cerrarse.

Maja era una rubia bonita, casi tan alta como yo y sorprendentemente muy inteligente. Las personas solían sacar conclusiones de quienes se encontraban trabajando en clubes nocturnos, pero lo que no saben es que quienes trabajan ahí son increíbles y distintos del resto.

Nos conocíamos hacía ya diez años, y ella era como algo así como mi mejor amiga, por esa razón tenía la llave de mi apartamento. Lo que ahora no se veía como tan buena idea como lo fue en su momento.

(...)

Saqué mi brazo por fuera del pequeño fuerte que había armado para tomar mi celular que vibraba como loco y atendí la llamada.

- No te olvides de venir As!- gritó sobre el sonido de la música e hice una mueca al alejar el auricular de mi oído. Genial, también iba a dejarme sorda.

- Mmm claro- pronuncie y corrí todo hacia un costado para que la bella cama me suelte y deje ir a bañarme.

Tomé un baño rápido, maquille un poco mi rostro aunque no se veía en la oscuridad del bar, y observé las prendas que Maja había dejado. Mi ropa interior no parecía estar abrigándome demasiado, pero la falda y remera no lo harían tampoco.

Me coloqué unas medias largas transparentes y luego la vestimenta de esa noche. Por suerte para mí, por ser la encargada de la barra, mis ropas me cubrían un poco más. No quería tener que imaginar lo que tendrían que usar las chicas.

Otra de las ventajas con las que yo contaba era que vivía justo a unas calles del club, así que lo único que usaba para cubrirme era un saco largo. No quería llamar la atención de los enfermos que andaban sueltos por la calle.

Baje las escaleras a una velocidad considerable y luego camine hacia el lugar. Asentí hacia el letrero neón que remarcaba cuál era la temática de la noche: mujeres. Saludé al guardia e ingresé con rapidez, a pesar de la larga fila, por trabajar en el lugar.

La música hacia retumbar las paredes oscuras y los cuerpos de las chicas brillaban en los escenarios. Me posicioné detrás de la barra y armé los numerosos tragos que ya tenía ordenados. Esos lugares eran un tanto peligrosos a veces por el grupo de hombres que asistían, a veces drogando a las mujeres, y algunos intentando secuestrarlas. Por mi parte, controlaba que nadie metiera ninguna pastilla en ninguno de los vasos bajo mi supervisión. Así evitaba muchos inconvenientes y las chicas estaban agradecidas.

En este lugar, lo bueno era no tener que moverme fuera de la barra y también hacer de mesera. Había encargadas para eso que, aunque recibían mucha propina por ser hermosas, desgraciadamente también las acosaban.

No era un buen entorno para trabajar, pero se ganaba mucho dinero en una sola noche. Entendía como, por ejemplo Maja, trabajaba en ese lugar y así se pagaba los estudios en la Facultad de Medicina.

Le hice señas a alguien para que trajera más hielo y seguí con mi trabajo. Llegaba un momento de la noche que toda la atención estaba en los escenarios y nadie quería perderlo de vista. Incluso yo, aunque no me atraían las mujeres, aprendía un poco de eso.

Los movimientos de caderas, la flexibilidad que nunca iba a tener, y la fuerza para deslizarse en un caño era un poco lo que admiraba de esas mujeres, que tenían una vida totalmente distinta fuera de ese lugar.

Después de una larga noche, y de que todas esas personas salieran del bar, me encontraba haciendo tragos exóticos para las chicas.

- No sé cómo lo haces, pero esto está delicioso- soltó Charlie, sin controlar su tono de voz. Ella había pasado por algunas cirugías para verse como una mujer, porque así se sentía, y ahora se veía hermosa. Su cabello rosado estaba recogido en una perfecta cola que le llegaba a los hombros.

- Te diré mi secreto si revelas como haces para tener el cabello así- le rogué. De un castaño casi a anaranjado, el mío era un tanto salvaje. A veces estaba hermoso y otras tenía que recogerlo para no parecer un león.

Soltó una carcajada, al igual que las demás y seguimos hablando de las cosas que habían sucedido durante la noche.

Jack, el dueño del bar, se acercó a nosotras y aceptó el vaso de whisky que le entregue, mientras nos felicitaba.

-Debo agradecerles por otra noche increíble, y ganancias especiales por una noche temática- sonrió y todas celebramos con él. Nos entregó a cada una un fajo de billetes y chocó nuestros vasos- gracias a todas, especialmente a bubblebutt-me guiñó un ojo y me sonrojé.

Un sobrenombre que me habían otorgado cuando apenas empezaba a trabajar. Me confundieron con una bailarina y estuve toda esa noche con una pequeña tela cubriendo mi trasero. De ahí el apodo de trasero burbuja.

-Este trago va por ti As, esta noche nos salvaste. Espero no llegues tarde a tu vuelo hacia Australia- sonreí mientras les servía otra ronda.

Aunque me sentía un poco ansiosa, y el alcohol no me ayudaba en absoluto, a su alrededor me sentía en familia.

-Los voy a extrañar- Maja fingió secarse una lágrima y luego volvimos a hablar sobre nuestras vidas.

Pero eso pasó demasiado rápido. Ese mismo día, unas horas más tarde, y yo ya estaba en el aeropuerto entregándole mi boleto de abordaje a un asistente de vuelo.

Era extraño cómo funcionaba el mundo. Con algunos contactos que ni siquiera sabía que tenía, recibí muchas recomendaciones y terminé recibiendo una llamada importante de alguien que quería que yo trabaje en un evento en Australia, con muchas personas famosas.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2018 ⏰

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