Invitación

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—¡No quiero! ¡Mamaaa!

Hoseok suspiró, observando a Taeyang hacer su tercer berrinche en lo que llevaba de semana. Frunciendo los labios, pensó en algo para que dejara de chillar, pero ese niño parecía indomable cuando tenía esas pataletas.

—Solo es aprenderse un guión, no es motivo para fingir llorar.

—¡No! ¡Maamaaaa! —chilló, dando patadas al suelo.

"Ayuda" pensó Hoseok.

A fuera se escucharon unos pasos, y la voz de YoonGi se oyó claramente desde el otro lado de la puerta.

—Mamá no está, y no quieres que entre yo. Compórtate y haz los deberes.

Taeyang cesó su falso llanto, pero al no obtener lo que quería, prosiguió, pataleando con más fuerza el suelo de parqué.

—¡Basta, Taeyang! —gritó ahora Hoseok, intentando levantarlo—. Tu padre está trabajando y no puede estar pendiente de ti todo el rato.

Su intento de hacerle recapacitar tuvo el efecto contrario. El volumen de los chillidos estaba alcanzando un punto alarmante. ¿Qué pensarían los vecinos?

La puerta se abrió y Hoseok se volteó enseguida, mirando a YoonGi con expresión de culpa, como si quisiera disculparse por interrumpir su trabajo.

—¡¿Crees que estas son formas de comportarse?! ¡Mi paciencia se está acabando, Taeyang! ¡Hoseok no tiene porqué aguantar esto, ni yo tampoco! ¡Ayer perdí tres horas de mi trabajo para acompañarte a hacer las pruebas de baloncesto! ¡¿Y así es como me lo agradeces?! ¡Levántate ahora mismo y haz los deberes o llamaré para decirles que te borren de la inscripción!

Una risita se escuchó de fondo. Hoseok vio a Eunji espiando desde su propia habitación, contenta de ver a su padre regañar a su hermano.

—¡Qué no se ría! —protestó Taeyang.

—Eunji, ahora no —dijo YoonGi en tono severo.

La niña hizo un puchero y cerró la puerta de su habitación.

—Vamos, levántate del suelo y siéntate como las personas normales.

El niño obedeció, poniéndose rojo como un tomate. Caminando hasta el escritorio, se sentó y cogió el guión, enojado, leyéndolo en voz baja.

—Y ya veremos si este fin de semanas te vas con los abuelos. Escucho un solo grito y te quedas castigado dos semanas sin la consola —dijo su padre antes de cerrar la puerta.

La media hora restante transcurrió con normalidad. Hoseok ayudó a Taeyang con el guión de la obra de teatro, pronunciando en voz alta las palabras en inglés para que se le hiciera más sencillo.
Para cuando dieron las siete de la tarde, Hoseok bajó las escaleras, encontrándose a YoonGi en el comedor con su ordenador y distintas carpetas sobre la mesa. Inconscientemente se mordió el labio al verle con esas gafas de pasta color negro.

El mayor alzó la vista y rápidamente se levantó, acercándose a él. Hoseok se fijó en que todavía llevaba la ropa del trabajo, que en su opinión, le quedaba estupendamente.

—Perdona a mi hijo. Estos días ha estado dando mucha guerra.

—No se preocupe, los niños son así —dijo, restándole importancia—. Pero siento que tenga que subir constantemente para calmarlo. Sé que está muy ocupado. Lo lamento.

A YoonGi le pareció adorable.

—Más bien debería premiarte por aguantarle más de dos horas seguidas —comentó, hablando en un tono ligeramente seductor—. ¿Se te ocurre algo?

Hoseok enrojeció, consciente de que YoonGi volvía a jugar con él.

—No, no es necesario.

—¿No quieres nada? —inquirió, alzando las cejas y acortando la distancia que les separaba.

—Es-Estoy bien, ya le dije que... me gusta cuidar de sus hijos —contestó sin retroceder.

—¿Y yo? ¿Te gusto?

Las palabras murieron en su garganta. Los nervios afloraron y su cuerpo se paralizó; mala combinación.

Lo tenía casi rozando sus labios, pero él había quedado en blanco. YoonGi lo tenía hipnotizado con su voz y esos ojos oscuros que podía jurar, atravesaban su alma.

Cuando ya únicamente les separaba un soplo de aire, la puerta de casa se abrió, apareciendo la mujer de YoonGi, Hayun.

—¡Hola a todos! —saludó, esperando unos segundos para recibir a sus hijos que bajaron de las escaleras a toda prisa para darle un abrazo.

—¡Mamaa! —exclamaron ambos, enganchándose a su cintura.

Hoseok había volteado el rostro brevemente, pero cuando volvió a mirar a YoonGi, este ya se había separado de él. Su rostro ahora tenía dibujada una sonrisa de cortesía.

Avanzando hacia el comedor, saludó a su marido.

—Hola, cariño —dijo la mujer, besándole la mejilla.

Hoseok sintió que aquello no estaba bien. Hayun empezó a parlotear, explicando su día en la escuela infantil y de lo agotador que resultaba cuidar a veinte niños de cuatro y cinco años.

YoonGi la escuchó, aunque Hoseok pudo jurar que su mente se encontraba en otra parte.

La mujer le agradeció que se ocupara de sus hijos mientras ella no estaba, lamentando no poder pasar más tiempo con ellos.

—El trece es la obra de teatro —anunció Hayun—. Me gustaría que acompañaras a mi marido, esa tarde estaré trabajando, pero me escaparé en cuanto pueda. A Taeyang seguro le haría mucha ilusión verte. 

Hoseok pensó que no era una buena idea. 

—Claro, nos encantaría que vinieras —coincidió YoonGi, todavía con esa sonrisa perfilada y recta—. Me dijiste que el once terminabas los exámenes, ¿verdad?

—Ah, sí... 

—¡Genial! Entonces, ¿podrás ir? —preguntó Hayun, con una deslumbrante sonrisa. 

Incapaz de negarse, acabó por aceptar. Podría haberse buscado una excusa, pero era demasiado torpe como para inventar algo convincente. Pronto, la mujer de YoonGi se disculpó y subió hasta la habitación que compartía con su marido, queriendo quitarse los tacones y cambiarse de ropa. Una vez más, Hoseok y YoonGi quedaron solos. 

—¿Estarás disponible este verano? —preguntó el mayor, adoptando de nueva esa actitud que solamente le mostraba a él—. Eujin y Taeyang necesitarán refuerzo de inglés. ¿Dos horas a la semana? 

—Como usted diga. Yo me adapto a los horarios —respondió, cohibido. 

—Oh, eso es bueno —dijo, pasando la punta de la lengua por el labio superior—. Espero que también tengas tiempo para mí. 

Hoseok se repetía constantemente que eso no estaba bien, no cuando su mujer estaba arriba y sus hijos correteando de un lado a otro. 

—Le recuerdo que yo solo cuido a sus hijos.

—Por supuesto. A ojos de los demás, tú solo cuidas de mis hijos. 

Antes de que pudiera replicar, YoonGi lo despidió con un suave:

—Nos vemos mañana a la misma hora. 

Ese día Hoseok se marchó a su casa con un extraño sentimiento latiendo en su pecho. 

. . . . . 

Los caps normalmente serán cortitos. Cuando avance la trama quizás sean más largos, pero de momento quiero escribir escenas concretas. 

¡Gracias por leer este fic! 

DELIRIUM {YoonSeok}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora