Como la primera vez

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Y de nuevo la vi. Sonriéndome como la primera vez.

Volví a ver sus rizos al viento con los reflejos de aquel sol de verano que le hacían reflejos de colores chocolate en aquella oscuridad maravillosa que era su pelo. Tenía esas pecas sobre la nariz que cada verano brotaban desde sus mejillas y que ella tanto odiaba. Pude volver a ver como se le arrugaba el arco de la nariz cuando la hacia reír a carcajadas y por fracciones de segundo, no se acordaba de taparse la boca para sonreír. 

Pude volver a juntar sus manos con las mías mientras paseábamos por aquellos parques que a ella tanto le gustaban y en los que tan pocas veces le cogí la mano cuando la acompañé. Quise correr con ella y su extravagante vestido amarillo nuevo por todos los bares dónde se me olvidó sacarla a bailar y gritar que la quería. Aunque no fuese el momento, aunque no hubiese un por qué.

Volví a ver como me miraba de soslayo, temerosa como el niño que lleva demasiado tiempo viendo su juguete preferido y teme que todos sepan que es su favorito. Pero esta vez, giré la mirada para que supiera que yo también la miraba, qué ella también era mi favorita. Cómo tantas otras veces olvidé recordárselo, como tantas otras veces no me di cuenta que yo así nunca la miré.

La besé centenares de veces en mitad de las plazas más grandes mi ciudad sin importar si venía a cuento. La abracé por sorpresa delante de mis amigos y la presenté a mi familia como solo se presenta a alguien que te ha vuelto a dar un lugar en el mundo y tu quieres dárselo en el tuyo.

La desvestí despacio, mirándola a los ojos, pudiendo grabar en mi memoria la vergüenza de una mujer como ella, qué frente a mi se convertía en una criatura frágil, sin saber que ella tenía el poder de recordarme que yo también fui bueno una vez. Apagué todas las alarmas y los teléfonos de los dos. Abrí las cortinas de la terraza de aquel ático que tantas veces fue nuestra salvación, y me dediqué a llenarla de besos, mientras le relataba todas las historias por las que siempre preguntó y yo jamás quise contarle. Pude ver la felicidad en sus ojos por verme libre, por verme suyo al fin sin tener que quitarme la ropa. Pude sentir de nuevo como sus manos acariciaban mis hombros, casi como si quisiese aliviar la carga que hacia años llevaba sobre mí y nunca la dejé compartir conmigo.

Volvió a decirme casi sin voz al oído: 'Entre dos todo pesa menos' y esta vez la escuché. La escuché y me rompí en sus brazos, pidiendo perdón y por primera vez arrepentido. Me acogió en su pecho el cuál un día fue mi hogar y yo rompí creyendo que no me dejaría quedarme para siempre. Seguía siendo tan cálido como el día que me arropó aún sin conocerme. Olía a miel, vainilla y jazmín, mi pequeño pero eterno paraíso personal. Dónde el dolor no llegaba, dónde el pasado ya no pesaba porque con ella todo comenzó a tener sentido, aunque por estúpido nunca llegué a decírselo.

Me desnudé frente a ella como el adolescente que vive en el cuerpo de un adulto, sonriéndole vergonzoso. Aquella vez quité mi camiseta y la armadura que pesaba más que cien años de soledad porque fue la que siempre me separó de ella  y de mí, y le fui señalando en cada parte de mi cuerpo de la que me habían acomplejado, o dónde más otros me habían hecho tanto daño. Pude ver de nuevo el significado del amor real que muy pocos conocen y del que todos siempre hablan. Ese amor que ella me daba, y del que yo nunca me fié. 

Me volvió a sonreír haciéndome cómplice de su alegría, por desnudarme frente a ella, aún siendo la enésima vez que me veía sin ropa. Me tumbó en la cama con las luces de las farolas alumbrando aquella blanca y enorme habitación, y se sentó sobre mí, con su melena sobre el hombro izquierdo, haciéndola parecer sacada de un sueño. Comenzó a besarme la frente, las mejillas, los hombros, el estómago... Enumerando todo el daño que me habían hecho y que ella con sus besos, quería curarme cada día. Finalmente me besó en los labios y dijo:

- 'Y con este, te perdono y alivio tu dolor por todo el daño que me has hecho tú a mí'. Posó mi mano sobre su pecho señalando al corazón y desapareció.

Desperté llorando y sonriendo, por ver que cerca estuve de hacer las cosas bien y una vez más decidí hacerlo soñando.

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⏰ Last updated: Jun 25, 2018 ⏰

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Si yo fuera élWhere stories live. Discover now