Afuera llovía, era el tercer día luego del "encuentro".
Edgar se sentó junto a su madre .
–Buenos días ma, ay, me siento terrible. Cómo cuando salgo de alguna fiesta jajaja. Me gustaría recordar algo de lo que pasó anoche –dijo el chico algo aturdido–, me duelen mucho las manos.
–Es normal. Después de eso, es normal. Pero no te preocupes hijo, soy tu madre y siempre estaré para protegerte.
Anoche dijiste que hoy acabaría todo, ¿Recuerdas algo?Edgar llevo ambas manos a la cabeza y cerró los ojos, los cerró muy fuerte.
Pero podría ser más fácil que miremos a la luna y no nos enamoramos de su belleza antes que Edgar recuerde con exactitud lo que sucedió.
Con los ojos aún cerrados, Edgar parecía sollozar:
–Tengo idas y vueltas de ideas y recuerdos, pobres en realidad, nada concreto.
Hay algo que sí está bien plantado en mi mente: recuerdo que hace dos días estuve en el jardín de atrás, buscando el llavero que supuse estaba por ahí luego del juego del día anterior.
Unas luces se proyectaron sobre mí, fue todo muy confuso. Pensé que era un avión, ¿pero a esa distancia? –Edgar abría los ojos–. Bueno, eso es lo que recuerdo mejor. Desde entonces parezco tener borrones en la memoria. Pero sé que estoy haciendo algo, lo que no sé, es qué.
–Sé lo que harás. Al principio, como era normal, se me hizo imposible creerlo, pero yo también vi lo mismo que tú aquel día en el jardín.
Tú tienes una ligera ventaja al no recordarlo del todo; yo, en cambio, sufro cada vez más con la vista de aquello –la madre empezaba a llorar–. Deseo solo que todo acabe pronto. Por el bien de todos.
–¿Que es lo que viste mamá? ¿Que vimos? ¿Es mi culpa?
–No hijo, tan solo eres un medio, un instrumento para sus planes. Pero empezó con nosotros, empezó contigo. ¿Quieres saber qué pasó? Ve a la habitación de tu hermana.Edgar dudo por un momento. No sabía que estaba pasando. Con cierto temor, corrió presuroso a la habitacion.
Aquello que copaba su vista, lo llenó de horror, horror y asco.
Su padre se hallaba desnudo, con el cuello torcido; pero había algo más, el padre de Edagr no tenía dedos, ni uno solo.
–¡Oh Dios¡ ¡Papá! ¡Papá! –Edgar intentó abrazar al cadáver, la rigidez del cuerpo hizo complicado el trabajo– maldita sea ¡papá!En otro rincón del cuarto, se hallaba Melissa, que hermana menor.
En el rostro de Melissa solo se hallaba una pequeña parte de la nariz. Al menos, solo eso se reconocía. Las cuencas de sus ojos estaban vacías.
Cuando Edgar quiso levantarla en otro intento de abrazo, descubrió que la espalda de su hermana tenía una enorme abertura, la cual dejaba al descubierto el tejido muscular.Bajó entre lágrimas al lado de su madre.
–¡Mamá! ¡Mamá! Quiero que me expliques qué pasó allá arriba. ¡Mi hermana y mi papá están muertos! ¡Muertos!
Quien mierda lo hizo, ¡Quiero que me digas quién lo hizo!La madre dejaba de llorar para darle paso a una enorme sonrisa.
–Fuiste tú Edgar. Lo hiciste anoche, cuándo tu papá conversaba con tu hermana en su habitación.
Te duelen las manos ¿Verdad?
Hiciste todo eso que viste allá arriba con ellas. Le rompiste los dedos, todos los dedos a tu papá con ambas manos. Hiciste lo mismo con los ojos de tu hermana –la sonrisa de la madre iba creciendo–. Pero no te sientas mal. Tú solo eres la herramienta de "ellos"Edgar miraba asustado a su madre
–¿Qué? Mamá, ¿tú permitiste que yo haga eso? ¿Lo permitiste por que soy la herramienta de "ellos"? ¿Quienes son "ellos"?
–Los «visitantes» Edgar. Los que limpiarán la tierra. Toda la tierra.
Pero ya se hace tarde. Es mi turno. Es hora de que concluya todo.
–Pero que estás dic... Mamá, a qué te refie...Edgar se tiró de rodillas al suelo.
–¡Corre mamá! ¡Co…
El muchacho se quitó el polo. En su pecho brillaban siete ojos (al menos eso parecían) toscos y deformes.
Su mamá estaba frente a él. Edgar salto hacia ella y empezó a destrozar su rostro. Tenía que desollarla. Ellos se lo habían ordenado.Todo pasó en tres minutos. El trabajo había concluido. En esa casa al menos.
Edgar se colocó el polo, salió y fue a casa de la familia Loayza, sus vecinos.
En la casa lo aceptaron gustosos.
La familia se encontraba cenando.
El momento perfecto.–Edgar anoche creí oir gritos provenientes de tu casa –dijo el señor Marco Loayza– dime qué solo fui yo.
–¡Oh! Estuvimos viendo una película de terror. Melissa se asustó varias veces, y mi papá también, aunque no lo crea. Ahora están descansando. Dudo que vuelvan a ver otra película de esas.La menor de los Loayza río luego de saber que la hermana de Edgar se había asustado con una película de terror.
–La fastidiaré con eso jajaja.
Edgar asintió con una sonrisa.
–¿Por que tus manos están manchadas Edgar? –quiso saber Andrea, la mayor de los Loayza.
–Estuve trabajando en casa, Andrea.
Pero bueno, ya sabrán en qué. Pronto lo sabrán.Afuera llovía más fuerte.

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LA LIMPIEZA
Misterio / SuspensoEdgar sabía lo que hacía, muy dentro de sí mismo quizá, pero lo sabía. La vida como la conocemos se puede acabar en cualquier momento. El muchacho es solo un instrumento. Sólo eso.