Capítulo Único.
One-shot.
Nieve Carmesí.El frío en su cuerpo era impactante, hilarante a decir verdad, además de ser muy contradictorio, ya que todo a su alrededor estaba caliente, ardiendo, sin embargo su temperatura corporal era mínima, bien podía hacerse pasar por un glaciar y no habría diferencia alguna.
Bien.
Mala comparación, lo sabia; él lo entendía, más que todo porque este no es el momento, mucho menos el lugar para ponerse a hacer bromas, no es difícil leer el ambiente después de todo.
A lo que se refiere es al olor a muerte que inunda sus fosas nasales cada que hace el intento de que el oxígeno llegue de manera correcta hasta sus pulmones, o de las múltiples explosiones, gritos, lamentos, llantos y golpes que llegan de forma constante a sus oídos. Aunque Bakugou debía admitir que desde hace mucho tiempo ninguno de esos sonidos (que le hacían saber que la guerra aún continúa) eran tan potentes como para ser procesados por su sistema auditivo; pero igual era algo que él no había tomado en cuenta, por lo menos no de manera consciente.
El tiempo avanza más lento de lo normalmente establecido por la razón humana, mas como si hubiera dejado de funcionar, como si hace mucho hubiera sido la última vez que estuvo en funcionamiento, o ¿Acaso es él el que se ha detenido de todo ese mundo de caos?. Bakugou en realidad no sabe la respuesta, o más bien hace el intento de no averiguarlo, porque él no es estúpido ni mucho menos; se atrevería a afirmar que él es el mejor en su clase en todos los ámbitos sin importar que, incluyendo -por supuesto- la inteligencia, así que él sabía que si dejaba a su mente volar muy fácilmente descubriría el porque de sensación tan horrible; pero Bakugou se caracteriza por ser una persona terca y orgullosa por lo que jamás admitiría la razón de tan horrenda situación, o dicho de otra manera tenía mucho miedo de admitirlo, miedo de que se haga más real.
Bakugou sencillamente ya no posee control sobre su cuerpo, ¿Desde hace cuanto? se pregunta de manera constante; otra pregunta a la que no quiere conseguir respuesta tampoco, porque él la sabe, claro que sabe todas esas respuestas; simplemente que no quiere admitirlo, porque eso sería admitir la derrota y para Bakugou Katsuki la derrota nunca será una opción.
El frío se cuela por las áreas donde su traje no es suficiente para cubrir, también se cuela por sus rodillas que tocan el suelo de forma dolorosa, encima de la nieve rojiza, casi carmesí, lo cual es muy curioso y extraño ya que él recordaba que la nieve era blanca no carmín, sin embargo había muchas cosas que Bakugou no entendía en ese momento, como los pesados que se sentían todos sus huesos o el ardor incesante de sus rodillas y cabeza, o el porque recuerda una sonrisa más brillante, con chispas y brillantina verde, que por una extraña razón el decía odiar siendo que era lo único que daba alegría a su vida.
Pero en su pequeño momento de reflexión ha notado que él es una persona incomprensible, extraño a decir verdad; mas de nueva cuenta no tiene respuesta a sus cavilaciones.
Su lengua la siente pastosa, como si fuera de cartón bañado en clavos, son pocas las veces que él a tenido esa sensación en su cuerpo, puede reducirlo a un solo recuerdo, a aquella noche de su graduación de la Academia de Héroes.
Bakugou no es un persona amante de las fiestas, mucho menos de a cuando divertirse se refieren, pero por alguna razón esa noche él bailó, bebió y se divirtió lo que nunca en su corta vida había hecho, por supuesto que al día siguiente se arrepintió por completo y se juró nunca volver a cometer ese error; a lo que nos lleva a donde estamos hoy, porque esa sensación él sólo la recuerda de aquella fatídica mañana, por lo que no entendía el origen de tal percepción.
Sus ojos se esfuerzan por enfocar con mucha dificultad la nieve roja, fracasando en el intento; su vista es borrosa y no entiende el porque, él jamás ha tenido problemas en sus ojos, siempre a gozado de buena visión, entonces...
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Nieve Carmesí. [Katsudeku]
Fanfiction«Si le concedieran un simple deseo, sería que sus ojos vieran más allá del color carmesí que cubría a la nieve.» Todo es rojo, rojo como el fuego que consume con crueldad la ciudad, rojo como el dolor en sus r...