Todo el mundo tiene algo que contar.
Habia una mujer, una hermosa mujer que por desgracia no pertenecia a la mejor familia del mundo, ni del pais, mucho menos de la ciudad. Ni siquiera del viejo y mal viviente barrio en el que vivia.
Tenia solo 14 cuando su madre decidio que lo mejor era que se casara con uno de los amigos de su padre, era la mayor de siete y no les alcanzaba para mantener a una buena para nada. La niña no termino la esucela basica y el hombre la maltrataba y vendia al mejor postor los fines de semana, y si bien eso no era suficiente, quedo embarazada poco tiempo despues.
Cuando comenzaron los sintomas el hombre la dejo sola por un tiempo, pero realmente, ¿Que se esperaba de alguien que tenia suerte si comia una vez al dia?
Perdio al bebe antes de poder ponerle un nombre, lo que no significo nada para el, a ella le destruyo el mundo.
Cumplio 16 y lo unico que conocia era el rechazo de sus seres amados, y el deseo de su cuerpo de los hombres del barrio. La manera en la que se vestia no era la adecuada para una niña, pero ella ya no lo era mas, ahora era una mujer, la mujer de un hombre que no la valoraba.
A los 17 comenzo a trabajar en el club nocturno que manejaba su pareja, sus compañeras la trataban bien y aunque algunas la miraban con lastima, muchas solo admiraban que aun no se diera por vencida.
Una noche mientras era solicitada para un privado, el hombre que bien o mal la alimentaba, decidio que era un buen dia para discutir, y despues de llamarla zorra al menos unas 20 veces, la golpeo y la corrio del lugar.
Su delgado y maltratado cuerpo temblaba de frio cuando salio de aquel calido lugar lleno de sexo y alcohol en que estaba acostumbrada a pasar las noches.
Su pequeña falda y su playera a tirantes eran todo lo que tenia.
- Puta madre. - Mascullo temblando de frio.
- Vaya señorita, esa no es forma correcta de hablar para una niña - La saco de sus pensamientos un hombre joven con traje impecable a unos pasos de ella.
Ella lo miro fijamente un par de segundos antes de dar media vuelta y buscar con la mirada algun lugar para refugiarse.
El joven sonrio para si mismo y aprovechando que ella no miraba, coloco el calido abrigo del que recien se habia deshecho sobre sus hombros.
- Cuidate niña. - Se despidio antes de que ella pudiera decir una palabra.
El primer encuentro cuenta mucho para muchas personas, el era una de esas personas.
-Me acabo de enamorar. - Interrumpio a su amigo mientras miraba por la ventana del restaurante a una joven temblando de frio con apenas algo de ropa. - Tengo que hablarle, te veo luego.
-¿Que dices? Te estoy hablando de algo importante, ¿Puedes poner aten..? ¿A donde vas? Hey, Antonio! - Se levanto apurado para seguir a su amigo fuera del lugar pero un hombre le cubrio el camino exigiendo paragara antes por la cuenta.
-¿Que haces? No lo necesito, no tengo nada de frio. - Se giro ella para encararlo.
-Oh, ¿De verdad? - Se giro el tambien. - Entonces damelo. - Extendio la mano con una sonrisa en los labios.
-Bien, puedo devolverlo, pero no fui yo quien lo dejo en el sitio equivocado, entonces voy a conservarlo. - Se cruzo de brazos sintiendose victoriosa impidiendo que el otro siquiera borrara su sonrisa de satisfaccion en el rostro.
-¿Como te llamas? - Pregunto el. - Ah, yo soy Antonio - Extendio la mano para poder saludarla.
Ella dudo, dudo demasiado, pero termino dandole la mano de todas formas.
-Roxana, me llamo Roxana. - Sonrio inconsiente con la misma puresa de cuando tenia 14.
Las siguientes semanas todo se trato sobre ellos, el tenia 20 y ella cumpliria 18 en un par de meses.
El apartamento de Antonio ahora era el lugar perfecto, todos los dias se encontraban riendo, disfrutando de la mas pequeña de las cosas, cuando el trabajaba ella esperaba en casa con comida y la mas bonita de todas las sonrisas.
No era de extrañar que la nueva y pequeña familia fuera bendecida mas tarde con un nuevo miembro, Mathew. Todo iba de maravilla, hasta que el pequeño cumplio seis. El dia de su cumpleaños fue el ultimo dia de felicidad para los tres.
Antonio se esfumo de la tierra.
Roxana no pudo aguantar con las responsabilidades del hogar, no le alcanzaba para comida y renta, nadie queria contratar a una persona sin estudios. Y fue entonces, que en medio de todo el desastre, y al verse sin un techo sobre la cabeza, volvio a ese lugar del que habia sido hechada seis años atras.
Decir que suplico seria poco, estaba desesperada, fue obligada a someterse de nuevo, pero no le importo, no le importo si eso le aseguraba comida a su hijo.
Mathew Soto crecio bien, si alguien preguntaba, estaba por terminar la secundaria y eso era mucho si lo comparaban con la educacion de las personas a su alrededor, ayudaba con la adminstracion del local y estudiaba en sus ratos libres.
Constantemente se veia obligado a ver y escuchar lo que no debia, por lo que despues de su primer arranque de ira a los nueve, su madre lo inscribio a clases de Box, pero su profesor y compañeros alegaban que era demasiado agresivo, por lo que nunca entro en competencia.
-Matt, tu mama te esta buscando. - Lo llamo una joven mujer al marco de la puerta.
El chico quito la vista de la computadora en donde comprobaba el manejo del dinero en el ultimo mes y se levanto de mala gana pasando de largo a la chica hasta llegar a la ultima habitacion del pasillo. Toco la puerta dos veces antes de abrir y encontrar a una hermosa mujer dar los ultimos toques a su maquillaje.
-¿Me llamaste?
-Mi amor, ¿Tienes la lista de escuelas a las que planeas aplicar? Es tu ultimo año, me llamo tu profesora y..
-El estupido de Emilio necesita ayuda con la administracion, es lo que hago, y no necesito ir a la escuela para eso. - La interrumpio sin mucha importancia sentandose en una silla frente a ella.
-No quiero que te quedes ayudando a Emilio, tu papa...
-No voy a hablar otra vez sobre eso, ¿Quieres que siga estudiando? ¿Que salga de este lugar? Hazlo conmigo, de lo contrario mejor dejame solo. - Finalizo la discucion levantandose nuevamente para salir cerrando con cuidado la puerta detras de el.
Roxana suspiro con dificultad y arrugo con impotencia las hojas de papel que se encontraban en sus manos.
Tenia que decirselo, tenia que decirle que el tiempo se le habia acabado, pero aun no era tarde para el.
Tenia que decirle que estaba a punto de perder a su madre, pero que iba a recuperar a su padre.

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A los 14.
Любовные романыA los catorce, ella conocio el infierno. Y el, va a conocer el amor.