Prólogo

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Las sirenas se escuchaban a lo largo de la calle, las luces azules y rojas brillaban a lo lejos, su mano estaba agarrando la mía fuertemente, no podía girar a verlo, estaba asustada.

-Annie, te amo... -susurró, su voz ronca.

-Robert... -mi voz era apenas audible.

Me moví lo más lento y cuidadosamente posible para no causar más dolor, cuando estuve sentada mirándolo directamente, no pude evitar soltar un quejido de dolor debido a que el cinturón de seguridad me apretó más mi cuerpo adolorido.

Él estaba observándome, su mirada era suave y tenía un brillo de dolor. Su rostro estaba pálido y su cabello moreno estaba pegado a su frente por el sudor y la sangre que escurría de su sien.

-Yo también te amo.

Una pequeña sonrisa se asomó por sus finos labios y casi suelto su mano para acercar la mía a ellos, de no haber sido por el apretón que me dio.

-No te sigas moviendo.

-¿Qué va a pasar?

-No te preocupes por eso.

Su brazo izquierdo, el que no tomaba mi mano, fue directo a su abdomen, gruñó y luego gritó, lágrimas recorrieron sus mejillas y yo acompañé las suyas.

Afuera del auto, los bomberos y policías forzaban las puertas, y después de varios intentos fallidos ya que estas estaban completamente destrozadas, terminaron de romper las lunas y nos sacaron de ahí. Trajeron dos camillas para nosotros y se llevaron el cuerpo inerte del hombre que nos llevó hasta ese punto gracias a su desconsideración y embriaguez, en una bolsa negra del tamaño de un cuerpo humano con un cierre en la parte central.

Me tomaron de los brazos y piernas, lejos de él. Me colocaron en una de las camillas e hicieron lo mismo con Robert. Le pusieron una mascarilla de oxígeno y lo llevaron rápidamente a una ambulancia, diferente a la que me llevaron a mí.

En el trayecto hasta al hospital, no quise ni deseé moverme y preguntar, por miedo. Me tomaron el pulso y pasaron al frente de mis ojos una linterna. Me dirigieron por emergencias, no lo vi por ningún lado. Me limpiaron mis cortes y me hicieron diferente pruebas para comprobar mi salud, finalmente me comunicaron que tenía tres costillas rotas, un esguince en algún músculo de mi cuello que no entendí cómo se llamaba y el tobillo torcido. No podría salir de este infierno durante mucho tiempo.

Me dejaron en una habitación personal. Mientras una enfermera me conectaba a una vía y a un electrocardiograma, yo me preparaba para preguntarle lo que tanto me perturbaba desde que me sacaron de ese auto.

Carraspeé.

-Disculpe.

-¿Sí?

-El chico con el que estaba... ¿Sabe dónde está?

Me miró durante unos segundos, inexpresiva, pero pude captar una ráfaga de pena y de lástima que fue opacada inmediatamente.

-¿Dónde está? -insistí.

-No tengo permiso de darte información sobre otro paciente.

Se acercó con un pañuelo que sacó de su bolsillo y me limpió mis lágrimas que volvían a resbalar incontrolables.

* * *

Este solo es el prólogo, con esta novela primero quiero escribir la mitad o la mayoría de los capítulos para poder comenzar a publicarlos, es un poco más seria, no es mucho romance, amor o enamoramiento. Se los dejo para que vayan viendo de qué trata, espero que les guste.

Outside The Road [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora