Ciúme

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Para Nina y Leila

Ciúme

Cuando el perfume de Tina se esparcía por la habitación, a Luciano se le acababan las opciones.
Imposible no reclamar esos labios con su boca. Imposible no pegar sus cuerpos, deseando que su aroma y el de ella se mezclaran. Imposible no acariciar sus pechos con la desesperación de un animal hambriento y la delicadeza que una mujer como ella se merecía.
Ella siempre intentaba razonar con él: «no es el momento, por favor...»; mas ¿cómo hacer entrar en razón al hombre que es capaz de hacerte caer en el pecado con sólo una sonrisa? Esa sonrisa infernal, la misma que tenía en aquellos instantes.
Luciano miró sobre su hombro antes de atraerla con un abrazo y cerrar la puerta discretamente. Antes cuando estaban solos, los abrazos sobraban y las palabras faltaban.

—Estás loco, ¿ahora por qué me traés acá a la fuerza...?

Esse cara te estaba mirando mucho.

— ¿Y por qué no debería hacerlo, hm? —replicó ella con fastidio.

Se observaron tanto como un silencio violento cayó sobre los dos.

—Es sólo un nuevo socio, tonto. ¡Deja de joder con eso!

—¿Sólo el nuevo... socio? ¡La estaba desnudando con la mirada!

—¿Celosito? —dijo ella con una sonrisa presuntuosa y levantó sus pechos con aire coqueto. Luciano se distrajo gracias al escote del vestido que ya de por sí era bastante ajustado—. No sos el único que nota que estoy re buena, ¿sabés? Así que rajá de enmedio...

Antes de que Martina pudiera alcanzar el pomo de la puerta, Luciano se recargó en ella, bloqueándole la salida de aquel cuartito de limpieza al salón de eventos en el que se suponía que debían estar. Con su elegante traje de corte inglés distaba mucho de ser aquél desaliñado fotógrafo que Martina, la editora en jefe de la revista Bianchi Style, había conocido.
Martina aguantó una sonrisa al pensar en lo mucho que Luciano debió haberse tardado peleándose con su corbata para que le quedara decente. La misma sonrisa se murió al pensar en quien debió haberlo ayudado a anudarla.

—Luciano, si seguís jodiendo con lo de Manuel y no cierro el contrato, te corto las bolas...

— Ahora es sólo Manuel y no el señor Gonzáles —se quejó, sin despegar la mirada del escote que Martina había presumido.

Ella levantó la ceja, con cortés incredulidad. ¿De verdad? ¿Luciano estaba celoso?
Se acercó peligrosamente a él y sonrió como sólo ella sabía.

—Luciano... Haceme caso y te juro que nunca más vuelvo a hacer el amor con otro~

Luciano parpadeó confundido. Sí, claro que lo recordaba la condición de Tina: «quiero más que una noche». Prueba que me amas. Le lanzó una mirada turbia, con el «te amo» atorado en su garganta.

Mientras los dos se miraban, nadie más existía. Luciano era capaz de prometerle el cielo, el sol y la luna y Martina... la editora más lista y encantadora de los medios... ella era capaz de creerle.

Pero más allá de la puerta, había un par de inocentes ojos celestes escondidos tras unos lentes gruesos, ojos a los que Luciano no podía mirar y decir «quiero el divorcio», y a los que Martina adoraba como si fuera su hermana.
El nombre de Tatiana Artigas Da Silva cayó sobre los dos como un balde de agua fría, trayendo a la pareja una mezcla de lucidez y agruras.

Luciano desvió la mirada y desbloqueó la puerta, dejándola salir.

Esa noche, Luciano llevaría a su esposa a casa, mas no la tocaría. En un mes él volvería a hacerle el amor al fin sin pensar en Martina y pensaría aliviado que la historia de amor renacería de sus cenizas. Luciano creería estar enamorado de Tatiana.

Por su parte, esa noche Martina conseguiría cerrar el trato con Manuel González para que la imprenta de este distribuyera la revista Bianchi Style en Chile. En un mes conseguirían su primera cita y el cuento de hadas entre el chileno y la argentina empezaría. Martina creería que él repararía su corazón.

En tres meses Luciano y Martina volverían a verse y sabrían que el sentimiento se renovó con más ímpetu.

Lucharían contra él por dos tormentosos y agónicos meses más.

Exactamente dentro de seis meses, Luciano y Martina no se resistirían; gemirían de placer sobre el escritorio de la editora, sellando su pase a los Asfódelos  donde se castigaba a los traidores y a los lujuriosos.
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En mi defensa... quería hacer un oneshot BrArg y otro BrUru... Y salió esto xD
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