Jackeline Frost, la gemela del espíritu del invierno.

One-shot

N/A: he hecho una revisión rápida, aunque la historia sigue siendo la misma. Gracias por leerlo.

Es una noche tranquila con el cielo despejado y una preciosa luna llena iluminando el tranquilo barrio de Privet Drive, todas las luces de las casas están apagadas, pero de la casa Nº 4 se puede observar como una pequeña figura se escabulle entre las sombras, para salir corriendo de la propiedad en dirección al pequeño parque de juegos que conecta con un pequeño bosque ubicado cerca del barrio.

La pequeña fugitiva se acerca a un pequeño claro iluminado por la luz de la luna con cautela y teniendo cuidado de no hacer mucho ruido o resbalarse con la nieve y el hielo recién formado; cuando la figura se acerca a la clara luz que otorga la Luna esa noche, se nos muestra un melena tan negra como el plumaje de un cuervo, con unos mechones a modo de flequillo que enmarcan unos ojos verdes como las esmeraldas que brillaban con un toque etéreo; mientras la piel morena por el tiempo que ha pasado cuidando el jardín de su tía; la niña, pequeña para su edad, no tendrá más de 10 años aunque desgraciadamente aparenta unos 8 años. Y a pesar de que sus familiares no la tratan muy bien, ella ha conseguido mantenerse bastante saludable a pesar de todos los problemas.

Pero entonces, la brisa se levanta y la mirada de la niña se alza al cielo nocturno, donde se puede observar cómo desciende la figura de un chico que aparenta los 10 años, de piel pálida como la luz de la luna, con el pelo blanco plateado como la nieve recién caída y ojos azules como dos témpanos de hielo que muestran el brillo pícaro y burlón de una persona amante de la diversión.

          - Preparada hermanita? - pregunta el chico que se mantiene flotando en el aire a varios centímetros sobre el suelo; delante de la niña pequeña, mientras realiza una burlona reverencia y le ofrece su mano.

La niña lo único que hace es reír alegremente mientras agarra la mano ofrecida por el chico, es entonces que ocurre algo sorprendente en ella, su piel va perdiendo el tono bronceado que la marcaba antes para igualar el mismo tono que el del chico, mientras que su pelo se torna blanco puro como la nieve y los ojos verdes se desangran en ojos azules reflejando la extensión del cielo azul.

Y con una sonrisa los dos despegan del suelo para empezar a bailar felices entre las corrientes de aire, creando nieve y hielo por donde pasaban y llevando el invierno a la pequeña localidad de Privet Drive. Solo para que a la mañana siguiente la niña volviera a su apariencia mortal para volver a su armario debajo de las escaleras para que, después de una hora su tía la despierte para empezar a hacer sus tareas diarias.

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Han pasado 5 años desde esa noche de invierno y todas las noches se repite el mismo patrón.

A las 12 de la noche se levanta de su cama y corre escaleras abajo, cogiendo su varita, el mapa y la capa de invisibilidad que heredó de su padre. En su velocidad no se da cuenta de que dos personas todavía están despiertas y hablando en voz baja en la sala común, que la miran perplejos cuando pasa a su lado sin darse cuenta de ellos.

Ella corre y corre por los pasillos a pesar de que no hace ningún ruido, mientras se desliza rapidamente hacia el lago Negro, que se encuentra congelando debido a las bajas temperaturas, y a pesar de ellas, la niña se quita los zapatos y los calcetines; para ocultarlos en unos arbustos, al igual que su varita, mapa y capa, sin verse molesta por las temperaturas.

Una vez hecho, mira en dirección al lago, y allí en medio de este, se encuentra el mismo chico de aquella noche de invierno, aunque ahora aparenta unos 15 años, al igual que la niña que ha crecido con el tiempo, y mientras ella se acerca sus rasgos cambian levemente, haciendo que la niña se mantenga en un estado estable entre el plano espiritual y el plano físico, caminando en una delgada línea entre los dos mundos en los que vive sin decidirse por una de ellas. Sin temor alguno en sus piernas se desliza por el hielo, que a medida que ella avanza por este se vuelve un poco más grueso. La brisa se levanta juguetona revolviéndole el cabello, hasta que llega a la altura de su compañero quien le da una pícara sonrisa.