Crónicas De Un Demente

El proyecto individuo

El Proyecto Individuo.

El dolor del engaño se reflejaba en su rostro, y las lágrimas, fieles testigos del sufrimiento, no dejaban de brotar de sus ojos. Él la amaba, y seguramente más que a su propia vida. Ahora, la soledad, esa oscuridad que ensombrece cualquier intento de iluminar un camino, sería su nueva compañera. Aunque él reniegue de ese amor, solo quedará el recuerdo.

En otro momento y lugar, el día se presentaba con baja temperatura. Según los pronósticos, ese año tendría el invierno más helado de los últimos sesenta años. Sin embargo, eso no era un impedimento para que una metrópolis como Ciudad Central se mantuviera en movimiento. Esa mañana, Richard se dirigía a su primer día de trabajo en Demons Laboratory, ubicada en la torre de negocios más importante de la ciudad, la emblemática Thor Center.

Richard venía de una pequeña ciudad del sur del país. Tenía alrededor de veinte años, en un momento en que el ímpetu juvenil le daba paso a la madurez. Él estaba justo en esa etapa, y su plan de vida era concreto. Atrás quedaron los idealismos de cambiar al mundo. Ahora, lo importante era su vida, su presente y su futuro. Richard quería tener éxito en su vida, y eso no era más que sentir el poder. Lo deseaba más que cualquier otra cosa en la vida. El inicio para lograrlo era este trabajo.

Demons Laboratory, la más importante empresa del ramo de farmacia de la costa este, había puesto sus ojos en él para el manejo de la cartera de cuentas claves, el corazón de la facturación. Al principio, fue una total sorpresa para él, ya que apenas tenía un par de años de reinserción en el trabajo en la empresa privada. Atrás quedaron los seis años de activismo social, de la búsqueda de la igualdad de derechos y la lucha contra la industria en pro del calentamiento global. De golpe, lo alcanzó una nueva visión de la vida. Eso lo llevó a conseguir un trabajo en ventas gracias a su primo John, aunque carecía de experiencia en esta área. Pero tanta era la energía que traía, tenía entre ceja y ceja ser el mejor. Un par de años después, era el jefe del departamento. Su rendimiento llamó la atención de un importante ejecutivo de Demons Laboratory, quien a través de una oficina de caza talentos logró contratarlo.

Richard se mantuvo parado frente a la imponente torre por unos cinco minutos, maravillado del impacto visual que esta representaba. Sonrió, bajó el rostro como para decirse "lo logré", y luego retomó la compostura para continuar su camino hacia el ingreso al moderno lugar. Unas puertas de apertura automática le dieron paso, y ya adentro, el espacio parecía ampliarse. Baldosas con un brillo perfecto recibían a un río de ejecutivos, todos parecían haber sido elaborados en serie, con un vaso térmico de café en una mano y un costoso maletín en la otra. Se vio en uno de los espejos que estaba en la pared frontal a su izquierda y, de pronto, una sonrisa salió de su rostro. Él también parecía haber salido de la misma línea de producción. Dio unos pasos para incorporarse en uno de los riachuelos humanos que iban hasta la recepción. No esperó mucho, ya que la misma estaba compuesta por una línea de diez ejecutivas sentadas a no más de treinta centímetros una de otra. Sin darse cuenta, ya estaba frente a una de ellas.

¿Me indica por favor su destino? -le preguntó la joven, mirándolo fijo a los ojos.

Eso le causó algo de nervio.

Tengo una cita con Laura Brand en Demons Laboratory -respondió Richard.

¿Me indica su nombre por favor? -le preguntó la joven, sin bajar la vista.

Richard Snow -respondió él.

La joven bajó la vista hacia la parte baja de su monitor mientras terminaba de teclear su nombre y observar la pantalla. Mientras tanto, tomó una tarjeta magnética de color blanco y la colocó sobre una superficie para asignarle la información de ruta permitida. Al culminar, levantó la vista y fijó de nuevo su mirada en el rostro de Richard.