Capitulo I

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11 de Septiembre de 1939 09:46am
Buenos Aires - Argentina

Alma se encontraba soltando la mano de su padre para entregarse en los brazos de una monja en un convento. Con una mano sostenía una pequeña bolsa de ropa y debajo de su brazo llevaba un pequeño osito.  Las lagrimas de Alma corrían por su pequeña mejilla pálida y fría, todavía se sentía un poco el frío del invierno a pocos días de llegar a primavera y Alma lo sentía mucho mas, ya que se encontraba con una falda que le llegaba por debajo de las rodillas. Su padre la miró sin hacer gesto alguno, su mirada estaba segura en lo que hacía, no sentía sentimiento alguno por su hija. La monja la tomó de la mano a Alma, y se la llevó arrastrando hacia dentro del convento.
Alma giró la cabeza sobre su hombro para mirar a su padre una ultima vez... y allí estaba. Saliendo por aquella puerta decidido, sin mirar atrás...

La monja la llevó dentro de una habitación donde se encontraban 2 camas, a estas las dividía un pequeño cofre donde guardarían su ropa y sus pertenencias. La monja levantó la mirada para dirigirse hacia una niña de la misma edad que Alma que se encontraba a un lado de la habitacion, Alma no la había visto de lo angustiada que estaba. -Hortencia, ella es tu compañera Alma.- La niña la miró confusa por la mala cara que llevaba la Alma y le estrechó la mano. -Enséñale el convento, y no te olvides que dentro de una hora tienen clases, y las quiero ahí.- dijo la monja.
Alma colocó 3 sweaters de lana, unas remeras, ropa interior y unos pantalones y faldas dentro del cofre. Su osito que cargó debajo de su brazo, lo sentó bien derecho sobre su cama, le acomodó el pequeño lazito que llevaba en el cuello y lo miró un rato mientras una lagrima caía por su cara.
-Vamos... olvídate de lo que haya pasado. Este es tu hogar ahora-
Creo que esas palabras terminaron de destruír a Alma que tan solo tenía 4 años.

Al salir por la puerta de su habitación, se encontraron con un pasillo un poco angosto que tenía muchas puertas... -Aquí duermen las demas niñas!- dijo Hortencia murmurando: -estan durmiendo asi que trata de no hacer mucho baruyo-
Al terminar ese pasillo, había un enorne salón con una chimenea en el centro, unas ventanas gigantezcas por las que se podía ver un campo verde y de fondo una ruta, y mas puertas. Algunas conducían a la cocina, otras a los salones de clases, y las demás a los baños.

Luego de haber estado una hora y media recorriendo todo el convento, Hortencia tomó de la mano a Alma -¡Tenemos que ir corriendo a clases, se me había olvidado!-

Al entrar al salón, se encontraba una monja llamada Elizabeth, mejor conocida como Madre Beth, quien miró muy enojada a Alma y Hortencia:
-Quisiera saber la excusa que utilizaras ahora Hortencia- Hortencia miró a Alma -Ella es la recién llegada Madre Beth, y quería que conozca el convento-
La monja dirigió su mirada un par de segundos a Alma y luego miró a Hortencia
-Mire que bien... muéstreme las uñas y el largo de su pollera, Srita nueva- Alma un poco temblorosa, colocó sus dos manitos sobre el escrito
-Calmesé alumna, que no le estoy preguntando si mató a alguien. Sus uñas las quiero limpias y cortas...Su pollera esta bien ¿alguien le comentó las reglas del convento?- Alma negó con la cabeza. -Muy bien. Le aclaro que su pollera no se debe achicar bajo ninguna circunstancia, debe tener el pelo recojido, todos los sabados y domingos son de misa, tendra clases de cocina, catequesis y también aprendera a tejér. Su ropa sucia la lavará usted todos los martes y miercoles a mano. La quiero fuera de su cama a partír de las 9:00 am. Luego de levantarse tomará una ducha, y tomará rapido el desayuno para poder dirijirse a clase a las 10:00 am. La cena es a las 19:00 pm y deben estar todas acostadas a las 20:00 pm. No la quiero divagando por los pasillos si no es para ir al baño.  De no haber cumplido con todo esto, se le sancionará de las peores formas. ¿Entendió?-
Alma no abrió la boca y trató de no hacer ni sola mueca y asintió.
-Muy bien. Tome asiento-.

El pequeño cielo de mi Alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora