06 de Marzo de 1952 09:02am
Buenos aires - Argentina-¡Arriba!- dijo la madre Fiora mientras corría las cortinas y dejaba entrar un rayo de sol que decidió posar sobre la cara de Alma.
-Maldita sea- dijo Alma entre murmullos -¡¿Como dijo?!- dijo la monja que acababa de causar un poco de revuelo en la habitacion de Alma y Hortencia.
-Nada nada... disculpeme madre. ¿Cual es el motivo por el que nos despierta a esta hora y no a las 7?- dijo Alma mientras se sentaba calidamente en su cama. -Ja, bueno. Como verán, ustedes ya tienen 17 años, y como cualquier alumna, se les otorgará un hogar en el que deberan trabajar y hospedarze... Ahí harán sus vidas, asi que junten sus cosas y las espero en el salón.- dijo de muy mala manera la monja mientras bajaba la mirada...
Alma y Hortencia se miraron con los ojos muy abiertos. Luego se estremecieron por el portazo que dió la madre al salir del cuarto. -¡Pensé que esto era a fin de año!- le dijo Alma a Hortencia. -¿Te pensas que yo no pensé lo mismo? Estoy muy shockeada. Creo que debemos ir preparando nuestra ropa. Te voy a extrañar mucho, creo que te dejé en claro estos años que mas que mi amiga, sos mi hermana- Alma abrazó fuerte a Hortencia -No te preocupes que ya nos vamos a volver en algun momento, ¡Vamos a ser independientes!- al terminar esta oración, Hortencia le arrojó una mirada de tristeza y angustia a Alma, que causo que la chica deje de sentirse tan alegre. -Solo... juntá tus cosas- terminó Hortencia mientras agarraba su mochila y se dirijía hacia el baño.Alma ya se imaginaba teniendo un hogar, con una familia que la llene de amor e inclusive, que la cuide como su padre y madre no lo hicieron al dejarla en ese internado... se imaginaba recorriendo Buenos aires, y tambien encontrando algun chico con el que pase el resto de su vida.
Juntó su ropa un poco húmeda, ya que había sido lavada la noche anterior, y la guardó en su mochila. Agarró a su oso, lo abrazó fuerte, y salió por ese pasillo al que había entrado por primera vez con tal solo 4 años. Caminó con un poco de apuro hacia el salón con el que había acordado verse con la monja. Al llegar vió a todas las chicas con las que compartió el internado. Vió a su "no tan amiga" Edith, una chica rubia muy pálida, que entró al convento a los 10 años. Ella y Alma se hablaban y fueron muy buenas amigas, algunas veces se escabullían por los ventanales del gran salón y salían a juntar naranjas de los arboles del campo, tambien se pasaban las respuestas de la tarea o les escondían las cosas a alguna que otra chica que no les haya caído bien. Pero un día Alma hizo una travesura en el convento tan grande, que citaron a hablar en dirección a Edith y gracias a ello la castigaron a Alma, obligandola pararse en un rincón 3 horas con los brazos extendidos.
Alma visualizó a Edith yendosé con una mujer un poco avejentada, y en ese momentó se volteó a ver a Hortencia; se encontraba junto con la Madre Fiora a punto de ser entregada a un hombre de alrededor de 26 años, al que Hortencia le sonrió pícara. Alma sintió un poco de vergüenza por su amiga, al ver que al muchacho no le causó absolutamente nada el gesto de aquella. Alma corrió hacia Hortencia y la abrazó -Casi te vas sin desperdite de mí eh- Hortencia abrazó fuerte a Alma dejando caer una pequeña lagrima en su hombro. -Te voy a extrañar. Suerte hermana querida- -Suerte- terminó Alma y vió como la silueta de la muchacha desaparecía detras de la puerta del convento. Se dirijió hacia la madre Fiora; -y yo?-... -¿y vos qué? Te irás con aquél hombre- dijo la monja mientras señalaba a un hombre canoso, con traje y corbata que llevaba un maletín. -Por favor sé educada y no quiero enterarme de que eres vulgár. ¿Se entendió?- Alma dando vuelta los ojos, asintió. -Muy bien. Cuidate pequeña- luego de esas palabras, madre Fiora entregó a Alma; el hombre la miró seriamente y le dijo -Buen día señorita, mi nombre es Juan Carlos, espero que esto te sirva- Alma estrechó la mano, y lo saludó esbosando una sonrisa.
Salieron del convento para dirijirse hacia un auto que se encontraba estacionado a las afueras, a unos metros de la ruta... Alma se sentó en el asiento del acompañante, y colocó sus pertenencias sobre sus pies. Cerró cuidadosamente la puerta, y esperó al hombre que se encontraba despidiendosé de la monja.
Luego de unos minutos, el señor subió al auto. -y...¿Podré salir al llegar a su casa señor?- dijo Alma con tono de entusiasmo. El hombre la miro confuso y serio; -¿Como salír? ¿Te referís a salir a pasear?, de ninguna manera. Los horarios y días de salida, los aclararemos cuando llegemos a casa. Pero no está en mis planes que salgas mucho... ese no es tu deber- Alma se quedó callada unos minutos y preguntó -¿Cómo deber?-... -Sí. Vos lo unico que vas a hacer en mi casa, es limpiar, ordenar y servirnos-
Alma sintió como toda expectativa se derrumbaba sobre ella. Estaba saliendo de un maldito convento en el que vivió casi toda su vida, para tener que trabajar de sirvienta a una familia.
-Maldita sea...- murmuró enojada, angustiada y avergonzada por lo vulgar que estaba siendo.
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El pequeño cielo de mi Alma.
RandomElla ya no está para contarlo, asi que lo narro yo...