La Indiscreción del Pajarito

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Antes de empezar quiero aclarar que Sansa Stark y Sandor Clegane no me pertenecen ambos pertenecen al mítico mundo de la saga de libros y serie Game of Thrones de George R.R Martin. Yo solo los utilizo para mi diversión 7w7 (Ya sé, estoy loca no me digan nada)

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La indiscreción del pajarito

King's Landing se encontraba sombría en aquel día, el cielo estaba extrañamente gris, la brisa golpeaba con fuerza silbando entre las ventanas y puertas del castillo, probablemente en cualquier momento podría llover, ese día resultaba horrible para todos los que vivían en las costas de Westeros y estabas acostumbrados al sofocante calor que los hacía sudar hasta que las ropas se les pegaran de la piel. En cambio Sansa no sabía cómo describirlo.

Le resultaba tan reconfortante y al mismo tiempo tan melancólico, ese día le recordaba el clima del Norte, de su hogar, hogar del que tantas veces se había quejado y ahora que ya no lo tenía lo añoraba con todas sus fuerzas, en la soledad de la habitación que para ella se había convertido en una celda de lujo, rompía a llorar durante horas durante la noche sentía el corazón inmensamente desgarrado y roto.

En más de una oportunidad lloró por su familia y porque el alma de su padre la perdonara. Sentía que una daga atravesaba su corazón cada vez que decía que su padre y su familia eran traidores solo para guardar las apariencias cuando Joffrey tenía sus arranques de ira y los pagaba con ella, rezando a los dioses porque tal vez eso lograra que él no la lastimara o al menos no con tanta fuerza frente a los miembros del consejo.

Pero aquel recuerdo resultaba efímero pues el olor del agua salada de las costas golpeaba las puertas de su perfilada nariz con fuerza y la traía a la realidad tan rápido como apagar una vela de un soplido. Cepilló su cabello y trató de cubrir los moretones de su rostro con algo de polvo, pero era inútil, Ser Meryn Trant la había golpeado por órdenes de Joffrey pero parecía que en esta oportunidad se había esmerado más por dejarle un gran cardenal cerca de la boca.

Se miró al espejo y suspiró casi que con derrota, había hecho lo mejor que podía. Por lo menos su cabello estaba brillante y con cada hebra en su lugar, dejó el cepillo encima del mesón dispuesta a salir y caminar un rato por los jardines del palacio pues aún tenía la esperanza de que algún día, si su hermano Robb llegaba a atacar, a ella le daría más tiempo de escapar si estaba al aire libre o bien cualquier flecha podría matarla más rápido; era cuestión de perspectiva.

Se puso de pie del banco acolchonado para verse las ropas en el espejo, había optado por ponerse un vestido Gris y esmeralda, aquellos colores resaltaban el agua que tenía pintado en los ojos y el rojo otoñal de su cabello hacía un contraste con las telas haciéndola ver como un precioso incendio forestal. A pesar de las circunstancias su Septa le había enseñado que siempre debía verse y actuar como la señorita que era, nunca debía dejar de lado sus enseñanzas y era en esas ocasiones en las que a veces se arrepentía de haber aprendido tan bien a repetir lo que le enseñaban como un... como un pajarito.

Apretó las sedas entre sus manos pero no demasiado, estaba furiosa. Incluso ella misma se comparaba con uno ahora tal y como lo hacía el odioso y temperamental de Sandor Clegane "Que los Otros se lo lleven" pensó.

Al menos en el pensamiento podía permitirse decir palabrotas o maldecir, juzgarlo por su descuidada y aterradora apariencia y ni hablar de su extraña forma de comportarse era fácil, pero si de una cosa estaba segura era que no encontraría ser más franco y sincero en los siete reinos que él, el Sabueso del Rey.

Y tal vez por eso ella lo envidiaba un poco pues él tenía algo que ella deseaba y era esa libertad de poder expresarse tan abiertamente y sin temor, porque le tenían miedo a él. Y eso de cierta forma le resultaba a la Stark, magnetizaste. Algún día esperaba que ella le tuvieran miedo al solo mencionar su nombre, quería de alguna manera ser como Clegane.

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