Capitulo Uno: Simba se escapa.

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Eran cerca de las tres de la mañana, Sun daba vuelta tras vuelta sobre la cama y no lograba dormir de ninguna forma, lo único que había conseguido era un bonito enredo entre sabanas y mantas. Lo sabía, no debía a ver tomado esa taza de café que le ofreció Haerin antes de dormir, ahora estaba completamente desvelada y la peor parte es que en la mañana tendría instituto. Se negaba a ir con ojeras.

Otra vuelta y un suspiro. Podía oír claramente el "tik-tok" del reloj colgado en la pared, el sonido del suave viento afuera, los ronquidos de su madre en la habitación continua, los tediosos ladridos del perro y hasta su propia respiración. Era agobiante.

Se quedó observando el techo durante un largo tiempo ¡Ah maldito café! Si, incapaz de encontrar otra razón por la cual no poder dormir le echaba toda la culpa al café. Quiso gritar de frustración pero recordó que su madre y su hermana dormían, no era tan mala como para que ellas sintieran el mismo desvelo, pero la idea de despertarlas y no ser la única que estuviera despierta era tentadora.

-Que estupidez.-susurro para sí misma, sus pensamientos comenzaban a ser incoherentes a falta de sueño-

El perro ladro de nuevo, "¿Qué diablos le pasa a ese bicho?" Pensó frunciendo el ceño, la verdad no era muy cariñosa con el animal. Desde que su hermana lo trajo (cuando apenas era un cachorro de grandes ojos y orejas) nunca le tuvo paciencia, el bicho iba de un lado a otro incapaz de quedarse quieto y destrozaba todo a su paso, si alguna vez Sun lo quiso todo se había ido por el retrete cuando el cachorro se metió con sus preciadas converse. Todavía sentía rencord por aquel acto que ya llevaba dos años.

Resoplo y de un tirón saco todas las sabanas y mantas que la cubrían, salió de la cama y se puso sus pantuflas rosas de conejito, Sun las observo con asco, las veía y parecía querer vomitar arcoíris, pero era un regalo de su madre y ella nunca desprecio un regalo mucho menos de su madre.

Así que con pantuflas rosas y pijama bajo las escaleras evitando hacer ruido. Llego hasta la cocina y busco entre la oscuridad al perro de su hermana. Este estaba agazapado junto a la puerta trasera, esa que llevaba al patio.

"¿Cómo es que nadie lo escucha?" Se preguntó Sun ante un nuevo ladrido de Simba, a si, el perro se llamaba Simba, su hermana era toda una fan del Rey León o bien había marcado mucho su infancia. Probablemente las dos.

-Mira lo que hago por ti.-susurro tomando las llaves de la puerta trasera-Más vale que te apures no pienso congelarme afuera.

Como si el perro fuera capaz de entenderla volvió a ladrar, Sun lo chisto y dio dos vueltas la llave en la cerradura. La puerta se abrió y en menos de un parpadeo Simba ya estaba corriendo saltando y ladrando afuera.

-¡Simba!-volvió a chistar Sun-¡Vas a despertar a todos!

Y obviamente cuando decía "Todos" se refería únicamente a su familia, las únicas personas de ese sector, por lo menos hasta en dos manzanas a la redonda. Sun siempre se preguntó porque vivir tan lejos, era fastidioso ya que todo les quedaba lejos, el instituto, el centro, comercios, parques, etc. Su madre era la única con control sobre el auto, (las única que sabía manejar en realidad) Por eso cuando no estaba disponible ella debía caminar o tomar el autobús y ¡Vamos! A nadie le gusta ni caminar ni tomar el autobús.

Aun así, Sun nunca se atrevió a mencionarle el tema de mudanza a su madre, la casa era muy preciada para Sang Ji, fue construida por su esposo y contenía todos sus recuerdos, Sun Hyun sabía que su madre se opondría con cuerpo y alma a la venta de ella.

En eso pensaba Sun hasta que dejo de oír los ladridos de Simba. Lo primero que pensó fue que Dios al fin había escuchado sus plegarias, pero al tiempo de no verlo por ningún lado, por primera vez se preocupó por el animal.

-¡Simba!-susurro/exclamo alejándose unos pasos de la puerta-¿Bicho dónde estás?

Si el perro se perdía, sería su culpa, porque… ¿A quién se le ocurrió sacarlo a las tres de la mañana? Ah claro, ¡A ella! Si Simba se perdía Haerin la mataría sin dudas.

-Simba sabes que si te pierdes tu dueña me matara ¿No?-pregunto en el aire mientras avanzaba hasta las vallas que marcaban el terreno de su casa-¡Simba hace frio! Debo estar loca para irte a buscar perro del demonio.-bufo mientras abría la verja de vallas y daba los primeros pasos fuera-¡Simba!

Arboles era lo único que veían los ojos de Sun, arboles altos y de todo tipo de formas. El bosque detrás de su casa era muy variado, tenía diferentes tipos de árboles y colores. Era difícil saber con qué te encontrarías ya que su expansión no parecía concluir en ningún lado. Sun Hyun había estado muchas veces en él, sobre todo de pequeña, su madre solía reprenderla argumentando que era "peligroso" pero a Sun nunca le pareció peligroso, solía divertirse mucho explorando y jugando. Ahora a sus 18 años le parecía lo más normal del mundo.

-¡Simba! ¡Sim…

Su cuerpo se tensó al escuchar ruidos, parecían pisadas. Lo primero que pensó fue que Simba estaba cerca, pero era un perro pequeño y ligero, imposible que haga tanto ruido al caminar. Sun estiro un poco el cuello, no, con tanta negrura era imposible captar alguna pista de Simba. Los ruidos se intensificaron y esta vez Sun retrocedió hasta chocar con la valla.

"Al diablo con Simba, mañana volverá" pensó mientras pasaba por la verja, asustada. Fue entonces cuando lo vio. Sun entrecerró los ojos, si era un oso estaba en graves problemas. Pero no era un oso, si bien tenía su tamaño su forma era muy diferente. Su pelaje era marrón oscuro y sus ojos, sus ojos le llamaron la atención más que nada, parecían humanos.

¿Qué hacía que no escapaba? ¡Por Dios, estaba frente a un lobo! Un animal que podría matarla con una sola mordida, cualquier persona en su sano juicio echaría a correr, pero bueno, Sun se preguntaba si en verdad estaba consciente de lo que tenía delante de ella. Sin embargo, no podía a apartar la vista de los ojos del lobo, tal vez por miedo o por le echo de estar en shok y no saber qué hacer… Como sea, se sentía atrapada y sin intenciones de apartar la mirada.

Solo cuando escucho los ladridos de Simba fue cuando reacciono, el perro para su sorpresa salió por detrás del enorme lobo que ni se inmuto por él. Los sentidos volvieron a Sun como un golpe en la mejilla. Toda apresurada tomo a Simba en brazos y sin mirar atrás se metió adentro de la casa. Antes de cerrar la puerta, observo una vez más el bosque. El lobo ya no estaba.

-¿Qué haces con Simba?

Sun grito y soltó al animal, este por suerte cayó dentro de todo bien. Haerin prendió las luces y observo furiosa a su hermana.

-¡Sun Hyun!-exclamo frunciendo el ceño-¿Qué haces? ¡Los perros no caen de cuatro patas!-protesto tomando en brazos al animal-Lo podrías a ver lastimado.

Sun abrió y cerró la boca un par de veces, estaba a punto de contarle lo que había visto pero no tenía caso, el lobo ya no estaba y si se lo contaba a ella o a su madre seguro se pondrían paranoicas. Demasiado aturdida como para pensar con claridad se dejó llevar por sus pies hasta su habitación dejando a Haerin sola en la cocina.

"Hay lobos en Seúl" Fue lo primero que pensó al dejarse caer en la cama. Ciertamente no le asustaba, pero si le sorprendía. Había vivido 18 años en Seúl, es decir toda su vida. Creía conocer todos los pros y contras que ocultaba el bosque, pero lo que menos se imagino fue ver a un animal tan salvaje y peligroso como eran los lobos.

¿Debería avisar a los medios o a la policía? No, eso sería estúpido, tal vez aquel lobo llevaba viviendo mucho tiempo en el bosque o tal vez había llegado recientemente buscando un nuevo lugar para habitar… Cualquiera de las dos opciones, no sería capaz de informar a la policía, estos seguro intentarían darle caza. Pero por otro lado si pensaba en su madre, o en Haerin o cualquier otra persona que esté cerca del bosque ¿Peligraban? Con suerte ese lobo era vegetariano…

-Los lobos no son vegetarianos, tonta.-se dijo así misma frunciendo el ceño-

No supo cuando el sueño la invadió, de tanto estar pensando en el animal el tiempo se le paso volando que ni se dio cuenta cuando los parpados se le cerraron. Lo último que recordó ver fueron los ojos del lobo, tan humanos como los recordaba.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2014 ⏰

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