EL INMORTAL

Parte única

Aún sigo aquí, el dolor es insoportable, mi carne se pudre a cada segundo, los cuervos devoran mis entrañas, tal como la leyenda de Prometeo, llevo años aquí y seguiré aquí por la eternidad.

Vivir eternamente fue un anhelo que tenía desde niño, desde que fui consciente de la existencia de la muerte, ¿Porque he de morir, si aún no he cumplido todas mis metas? Me preguntaba todos los días, esas mismas preguntas me siguieron intrigando hasta mi adolescencia y adultez.

Una noche mientras me encontraba de viaje en Inglaterra, alguien me habló de un hombre que quizá podía ayudarme con mi búsqueda de la inmortalidad, su nombre era Frederick Joseph Blackmore, un inglés multimillonario, con una historia interesante, el cual había nacido en la pobreza extrema, pero su ambición e inteligencia siempre eran muy grandes, con el tiempo se volvió uno de los hombres más ricos en toda Inglaterra, este hombre tenía tantas riquezas que incluso se decía que era más rico que la mismísima reina, también se decía que el era el dueño del legendario bastón de plata, el cual le daba al hombre que lo portara un poder inimaginable, pero lo más importante o al menos para mi, era que este objeto daba al portador la inmortalidad.

Sabía que era muy difícil conseguirlo, obviamente este hombre jamás pensaría en deshacerse de él aún así decidí ir a buscarlo a Londres en el lugar donde me dijeron que lo encontraría.

Al llegar a la propiedad me di cuenta de que el era un hombre con exquisitos gustos en decoración y arte, era un hombre con modales perfectos, con vestimenta muy elegante.

-Muy buenas tardes mi estimado amigo, mi nombre es Robert Stevenson- le dije mientras me levantaba de mi asiento - y he venido de muy lejos para hablar de negocios con usted.

-Me encantan los negocios señor Stevenson - parecía un hombre de unos 30 años, para ese momento en 1926 el debería de tener más de 100 años, según la persona que me dió está información él había nacido a principios de 1800, el señor Blackmore estaba a la espera de mi propuesta así que comencé a hablar.

- Vera señor Blackmore me he dado cuenta de que usted es un hombre muy poderoso y que lleva entre sus posesiones muchos objetos que son bastante fuera de lo común, uno en especial es la razón por la que estoy aquí bebiendo esta copa de vino en su sala de estar.

- Mi bastón de plata supongo- dijo el hombre mientras levantaba el bastón.

-¿Sabe señor Stevenson? No es el primer hombre que viene aquí a tratar de obtenerlo y estoy seguro de que no será el último- dijo haciendo una pausa- Pero le diré lo mismo que le he dicho a todos, dicen que estoy maldito y que soy inmortal, que además es este bastón lo que me proporciona tal virtud, pero déjeme aclararle algo, mi bastón no tiene nada de especial, es una simple reliquia de la familia sin ninguna valor, además del sentimental, y por supuesto de su peso en plata.

-Lo entiendo señor- le dije tranquilamente, -Podría usted prestármelo un momento.

Su cara cambió radicalmente, el no esperaba que yo hiciera tal petición, apretó el bastón con mucha fuerza y luego me dijo -Es usted muy astuto señor Stevenson, ¿sabe? Mi bastón no está en venta ni tampoco puedo prestárselo, pero tengo algo especial para usted, justo lo que necesita, sígame por favor.

Yo lo seguí inmediatamente, bastante extrañado con el repentino cambio de actitud que aquel hombre tan excéntrico había tenido.

Me llevo por un pasillo sumamente estrecho por el cual a lo largo habían pinturas colgadas y en todas ella había un hombre pintado, no sé si era el o un antepasado sumamente parecido a él; al llegar al final del pasillo solo había una puerta de madera bastante sucia con una cerradura. Frederick abrió la puerta lentamente, y se adentró a la habitación, yo lo seguí bastante intrigado, y al asomarme mi asombro fue mayor.