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Emilia se revolvió en la cama incómoda al sentir la luz del Sol en su rostro, abrió los ojos poco a poco y una pequeña sonrisa se formó en sus labios al recordar la noche anterior pero por alguna extraña razón Matteo no estaba junto a ella

—Mierda— murmuró levantándose rápidamente al ver la hora, tenía entrenamiento y seguramente llegaría tarde

Se bañó y lavó los dientes rápido, salió y se puso lo primero que vió, tomó sus patines, sus protecciones, su mochila y salió rápidamente revisando su celular, tenía como cinco mensajes de Ámbar preguntándole si la pasaba buscando.

—¿A dónde va tan rápido, señorita?— levantó la vista de su celular y miró hacia la cocina-comedor donde estaba parado Matteo viéndola con una sonrisa

—Pensé que te habías ido— se acercó lentamente y logró captar en la mesa que ya habían panqueques preparados junto a un jugo de fresa —¿Qué es todo esto?

—Pensé que mi querida novia querría comer algo— se acercó y le dejó un beso en los labios tomándola de las mejillas —Tienes de todo en ése refrigerador

—Compré cuando me mudé y nunca preparo nada, siempre como con Ámbar en la mansión o en una panadería— se encogió de hombros mientras se sentaba

—No, no, no, que desperdicio— se sentó fente a ella —Voy a optar por venir todos los días a cocinar algo hasta que se acabe todo

—Mmm... No me quejaría— respondió después de probar los panqueques —Matteo, están deliciosos

—Gracias, gracias— Emilia rió por su sonrisa de orgullo —No comas tan rápido, princesa

—Es que estoy a nada de llegar tarde al entrenamiento— siguió comiendo apresurada

—Si quieres te acompaño— pero antes de que pudiera responder, un mensaje le llegó a Emilia

—No es necesario, Gary viene por mí— le sonrió y siguió comiendo mientras Matteo frunció el ceño

—¿Gary? ¿Gary López?— la mexicana asintió —¿Cómo y cuándo pasó esto?

—A veces me viene a buscar, me encuentra en el camino y hablamos, me siento bien con él, como si pudiera contarle lo que sea y lo conociera de toda la vida

—Emilia, tú crees que él quizás...— Emilia notó lo que Matteo iba a decir

—Para nada— respondió cortándolo

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque sí, hemos hablado muchas veces y jamás me dijo algo parecido a que tuvo una hija... Aunque sí conoció a mi mamá, fueron amigos en preparatoria, cuando vino a Buenos Aires de estudiante de intercambio, tengo entendido

—¿No crees que la coincidencia es mucha?— Emilia rodó los ojos

—Ya estás hablando disparates, mejor vamos, Gary me ve salir contigo y el interrogatorio que me espera será sobrenatural— Matteo sonrió y ambos se levantaron tomaron sus cosas, y salieron del departamento

***

—Lo oigo y no lo creo— Ámbar se cubrió la boca —Matteo y vos tuvieron relaciones

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