Mil y un sueños de medianoche.

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Capítulo 1.

Aquella noche no pude dormir. Estuve pensando en Él, otra vez; Estuve pensando en aquella canción melancólica que sonaba en mi celular aquella vez en la plaza. Estaba pensando como las lágrimas negras caían en mi mejilla, y luchando conmigo misma contra mis sentimientos; Y no es que sea una persona que sea demasiado sensible, sólo... Sólo que se guarda sus pesares, sus problemas y mayor aún, sus penas. Cree estar bien, pero no lo está. Cree que todo estará bien, y lo peor de todo, es que no lo sabrá hasta que pase el tiempo. El condenado tiempo... ¿Han escuchado la frase "dale tiempo al tiempo"?, Pues, creo que ya le di demasiado tiempo, y aún sigue yéndome mal, pero ese no es es el punto. El punto es... Que me siento la mitad del tiempo mal, y es debido a tantas cosas. La soledad, la música melancólica, las noches frías y tristes, la jodida distancia y peor aún... La falta de comunicación, sobretodo con mis padres. No creo tampoco poder ir al psicólogo, pero bueno, no creo tampoco poder necesitarlo, me sentiré bien, o eso creo. Bueno, creo ya haber dicho todo, pero no quiero que vayan a pensar que soy alguien que sólo tiene una "sonrisa rota". Puedo estar triste en la mayoría de casos, pero en los otros, resulto ser lo bastante feliz, riéndome mucho y esas cosas. La mayoría de veces río para olvidar, para no recordar... Para no recordarlo ni recordar a nada que pueda destruirme, o peor aún, romperme...

-Joder, qué tarde es, y de nuevo me levanto tarde. -refunfuñé, mirando el reloj que marcaba el medio día-

-No puedo más, ayer me volví a desvelar haciendo los que haceres. -dije desganadamente, tratando de safarme de las almohadas y sábanas- Creo que será mejor darme una ducha e ir al instituto. Suerte la mía que empieza a la una. - sonreí victoriosamente-

-¡Summer! -gritó mi madre, preocupada- ¡Por favor, no te olvides de ir a ver a tu padre, dice que te ha extrañado mucho!

Ah, sí. Mi padre, o mejor dicho, una de las personas más comprensibles y amorosas que pueden existir, claro, después de mi madre. La verdad, es que no demuestra ser muy cariñoso con todo el mundo, pero digamos que yo soy la consentida, y que siempre me apoya. Siempre ha sido mi mejor amigo en ese aspecto, pero al momento de contarle mis problemas, es mejor recurrir a mamá, ya que en chicos no creo que pueda apoyarme tan femeninamente como lo hace mamá, y me he dado cuenta de ello.

Me demoré unos 15 minutos en alistarme, y más rápida no pude ser. Estuve alisándome un poco el cabello cuando de repente, sonó mi teléfono, así que fui a contestar:

-Uhm, ¿Hola? -dudé, ya que era muy raro que me llamaran al medio día-

-Hey, hola. -una voz masculina se apoderó del teléfono-

Sentí como mis piernas temblaban y me ruborizaba. Oh Dios, ¡Era Él!

-Oh, Uhm, este... Hola, sí, David. ¿Qué tal? -dije titubeando muy nerviosa-

-Genial, gracias. ¿Qué tal tú? Te noto un poco... -sin decir la otra parte de la oración, interrumpí-

-¿Nerviosa? Jajá, no, no... Para nada, es que... Escuela, tarde, reloj, clases... -dije incómoda-

-Oh, ya veo, no te preocupes en eso. -dijo satisfactoriamente-

-Bueno, a lo que iba... Me preguntaba si podríamos encontrarnos después de las clases, en la cafetería, para charlar un poco. ¿Te parece? -dijo gentilmente-

-Oh diablos, me encantaría... -susurré en el teléfono-

-¿Eh? ¿Dijiste algo? Perdón, no escuché bien. -Dijo confundido-

-Eh, Uhm, ¡Claro! Eso me parecería genial. -dije aliviada-

-Bueno, genial. Entonces te veré ahí. -dijo gratamente-

-Bueno, ahí nos vemos. Cuídate. -dije con una gran sonrisa el rostro-

-También tú, un beso. -dijo y cortó la llamada-

Pude sentir una gran emoción y felicidad, olvidando que sólo me quedaban 4 minutos y que la plancha estaba quemándome. Pero para bien, ya estaba lista.

Tomé el desayuno con mi padre, ya que mi madre estaba trabajando. Al terminar, le dí un fuerte abrazo con un dulce beso y me fui corriendo en búsqueda del autobús. Para bien, estaba justamente llegando a lo que yo corría. Me subí y a los 20 minutos ya había llegado. Y ahí estaba Él... Alto, con pelo castaño oscuro, con unos hermosos ojos verdosos y su gran sonrisa... Lo que más amaba de Él. La señora del autobús me gritó para que ya saliera de éste, ya que me había quedado embobada... Mal, Summer, mal contigo. Pero antes de bajarme, pude notar una chica, de cabellera pelirroja y ondulada que estaba cerca a Él, abrazándolo y siendo tierna con Él. Y ahí empecé a volver a sentirme enferma.

Pude sentir como mis lágrimas estaban a punto de caer, mientras escuchaba los gritos un tanto desesperados de la señora. Respiré fuerte, cerré los ojos y pude olvidarme rápidamente de ese malestar, de ese sentimiento enfermo que invadía mi débil cuerpo en ese momento. Bajé del autobús, pero ya estaba retrasada unos 5 minutos. De nuevo, mal contigo Summer. Corrí lo suficientemente rápido para que la señorita Hawkins no se molestara conmigo por llegar tarde a la primera hora, que era la clase de español. Por suerte, cuando estaba cerca del salón, pude notar que la puerta estaba abierta; Eso significaba que la maestra aún no había llegado y que estaba salvada, gracias a Dios. Entré apresuradamente al salón, cuando de pronto, pude ver que dos de mis mejores amigas, Elizabeth y Marie, estaban llorando desconsoladamente. No entendía el por qué de su llanto, pero luego recordé que ellas eran las sobrinas de la maestra Hawkins, lo cual me preocupó.

-¡Dios! ¿Qué está sucediendo? -pregunté desesperadamente.

-Nada, nada.. -Dijo una de ellas, secándose las lágrimas, pero aún llorando. 

-No, está sucediendo algo muy extraño. No es normal que Marie y tú lloren tan desconsoladamente. Y también que la señorita Hawkins esté muy retrasada. ¿Ha pasado algo? Quiero la verdad, para eso somos amigas, ¿O miento? -Dije un poco enfadada y estresada.

-La verdad, sí pasó algo con nuestra tía, con la señorita Hawkins... -Dijo Elizabeth muy agobiada.

Un chico de la clase, el cual se llamaba Eric, dijo acerca del tema.

-La verdad, la directora nos informó minutos antes de la clase que la señorita Hawkins había... Había sufrido un paro cardíaco, lo cual provocó... su muerte.

Quedé anonadada y boquiabierta con saber tal noticia... Para ser sincera, la señorita Hawkins era gran amiga de papá y confidente de mamá, así que... ella también era las que nos daba todas las clases. A pesar de ser muy pesada, era una de las mejores maestras. Desde muy pequeños... desde muy pequeños ella estuvo ahí para nosotros. Ese día salimos todos tempranos, y muy, muy tristes y desanimados. Más Elizabeth y Marie. Me da lástima y qué desdicha por ellas. Me sentí mal y me sentiría aún peor si fuera alguna de ellas, pero ya saben... Así es la vida. Personas que van, personas que vienen; porque al final nadie se queda para siempre. A todos nos toca irnos de este mundo, este mundo tan cruel en el que nos ha tocado vivir. Con problemas, con desdichas, desgracias y todo eso que nos hace más fuerte, que por lo menos no nos mata...

Llegué estresada a casa, sin ganas de hablar con mis padres y me enfoqué en sólo una cosa: Escuchar música, comer y leer un poco. No era mi día, ya que dos de mis mejores amigas estaban destruídas, y eso me destruía a mí. De pronto, sonó mi celular, y sorprendida lo tomé y contesté.

-Uhm, ¿Hola? -Dije sin ánimos.

-Este.. Hola, soy yo, David. Me preguntaba... ¿Por qué los chicos de tu clase y tú salieron temprano? ¿Pasó algo? ¿Te pasó algo? -Dijo preguntado.

-La verdad, es una gran historia... La señorita Hawkins... Ella.. -No pude terminar la oración debido a que ya no quería tocar el tema.

-Oh, entiendo... Con razón Liz y Marie estaban llorando tan desconsoladamente... -Dijo un poco desanimado.

-Sí.. es por eso que ando así.. Me duele su dolor, ¿sabes? No sabes cuanto haría por ellas, pero desgraciadamente no puedo. No se puede curar a las personas porque así uno lo desee. 

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2014 ⏰

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