❀ ojalá no

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A JongIn le gustaba soñar, le gustaba el momento en que cerraba sus ojos y todo se apagaba. Sus pensamientos parecían desconectarse en absoluto de lo que estaba viviendo y eso repentinamente estaba bien para él.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que ocurrió? Desde que KyungSoo se giró en aquel pasillo tan largo como lo fue su agonía justo después. Esa que había estado evitando y que sin embargo, era inevitable.

No sabía cuánto había pasado, porque se había desconectado del momento, lo había sepultado en los recónditos de su corazón y el tiempo había pasado volando, o quizá se había detenido ahí, en ese mismo pasillo de la escuela, para siempre.

Le gustaría pensar que no es así, que sus sonrisas son sinceras y que sus manos se enlazan con parsimonia entre aquellos dedos delgados y largos que lo acompañan desde entonces. ¿Qué más podía perder si ya lo había perdido todo?

Cualquiera diría que JongIn era un dramático, que el tiempo lo curaría, que tenía un futuro esplendoroso y que ni siquiera se acordaría de esa mañana en la que su mirada había claudicado a las palabras de KyungSoo, que lo habían herido como agujas certeras en partes de su cuerpo que no podrían volver a funcionar.

Las sonrisas de JongIn son esplendorosas para ella y ella es un lucero radiante entre sus manos, JongIn le sostiene con detenimiento y puede observar su piel radiante tan cerca, contar los lunares de su cuello y perderse en la piel blanca, delineando con las yemas de sus dedos en una ligera caricia.

Y entonces cierra los ojos y se desconecta, porque todo lo que puede pensar es en el toque suave sobre los incontables lunares de Do KyungSoo, aquella tarde de verano cuando el bajito se empeñó en enseñarle matemáticas y él había aprovechado al máximo para estar cerca suyo.

JongIn le besa los labios y ansía que fueran más gruesos, que formaran una figura exquisita cuando se estiraran lo suficiente en la curva de una sonrisa naciendo en su rostro. A JongIn le gustan esas pestañas largas que estarían mucho mejor si fueran un poco más espesas al igual que aquellas cejas de color oscuro como todo sus cabellos.

El moreno soñaba, anhelaba cuando cerraba los ojos y ese universo paralelo lo recibía, donde su corazón no se oprimía y donde podía sonreír con honestidad, con su mano tomando la de KyungSoo sin temor alguno, porque en ese pequeño mundo, él había esperado un poco más, había insistido una vez más, una última pregunta, una última invitación y el bajito habría dicho que sí.

JongIn nunca creyó que un beso sin sentimientos desencadenara aquella catástrofe en su interior, que fuera la catálisis de aquel incendio que lo había incinerado por completo. Que lo había convertido en el malo del cuento cuando los amigos de KyungSoo lo observaban con recelo cada que se los topaba de frente.

Pero sin lugar a dudas, lo que más le dolía... era la cruel indiferencia que KyungSoo le mostraba en su vida cotidiana. Todo lo que JongIn se había esmerado por construir a su alrededor se había desmoronado como arena entre sus manos, todo lo que había querido se había consumado en palabras que constantemente se repetían en su cabeza, reiterándole que lo había perdido y ni siquiera lo había tenido por completo.

A JongIn le gustaba soñar, le gustaba sonreír pese a que no fuera honesto y le gustaba mostrarse completo.

Pero cuando KyungSoo entraba en su campo de visión, cuando el bajito se asomaba por los pasillos o simplemente pasaba a su lado, se sentaba a unos cuantos pupitres de él... las sonrisas se perdían, porque no podía sostenerlas.

Errores  ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora