Ya iban varias veces que me encontraba con ella en el elevador, no es que sea extraño encontrarte con un vecino allí, pero no dejaba de parecerme curioso que siempre que coincidía con alguien fuera con esta chica de cabello negro y mirada perdida, perdida quizás entre la música, sus audífonos al parecer eran una parte adicional de su cuerpo, o quizás entre sus propios pensamientos. Digo esto porque de la nada sonreía, no estaba seguro de si porque recordaba algo o simplemente producto de lo que oía, pero más importante que eso... me gustaba su sonrisa, había algo cálido en ella, como si el solo hecho de que riera no la alegrara solo a ella sino que todo su alrededor; siempre que la veía me sentía un poco mejor.
Sé que debe parecer una actitud algo psicópata la que tengo, mirar y analizar a mi vecina como un loco pero no la puedo evitar y cada vez que pienso que estoy actuando mal me aquejan más dudas sobre ella... Ahora mismo me pregunto en qué departamento vive, aunque no sé ni porqué me lo cuestiono, si no soy capaz de saludarla en el ascensor, menos probabilidades habían de que fuera a su casa. ¿Qué le podría decir? ¿Tienes azúcar? ¿O debería inventarme algo? ¿Me quede afuera de casa me prestarías tu teléfono? Esperen, descarten lo último, prefiero parecer pobre por no tener algo tan básico como el azúcar a que crea que soy un idiota que se queda fuera de su departamento.
… De tanto pensar al final nuevamente no hice nada, habíamos llegado al piso uno donde ella se bajaba, como siempre la dejé pasar, ella me hizo un gesto de agradecimiento y yo seguí descendiendo hasta el menos tres donde guardaba mi auto. ¿Pensaría que soy un violador si algún día me ofrezco para llevarla? Lo único que me aliviaba un poco es que por lo menos pedofilo no parecía, teníamos la misma edad, o al menos eso creo... unos veinte diría yo, aunque uno nunca sabe, Dios mío ¿Y si era menor de edad? ¿Por qué diablos debería importarme de todos modos? Ella es solo la vecina con la que me encuentro a veces por la mañana, nada más... Soy tan patético.
Subí a mi automóvil, cortesía de papá y mamá... cuando cumplí dieciocho este fue mi regalo de cumpleaños, siendo sincero, estoy seguro de que simplemente querían seguir derrochando dinero. Mi familia tiene una buena situación económica y les encanta hacer gala de eso, siempre la mejor ropa, el mejor móvil, la mejor casa, el mejor carro... a mí realmente no me importaba, me gustaba la ropa barata, me negaba a cambiar mi viejo celular... es que al final solo lo ocupaba para hacer llamadas así que me daba igual qué tanta memoria tuviera o cosas por el estilo, y bueno, así un largo etcétera. Intenté rechazar mi regalo en cuanto vi qué era, pero al final terminé cediendo con el auto y con el departamento, cortesía del abuelo. Lo bueno de tener mi propio departamento es que puedo hacer lo que se me viene en gana, no es que sea un rebelde o algo por el estilo, es solo que me gusta la privacidad y el no tener que responder por todo lo que hago; si quería hacer una junta la hacía, si quería llevar a casa un mueble que me encontraba en la calle tampoco tenía impedimentos, y con la ropa... la ropa, podía ir arrugado y con prendas de un dólar si se me antojaba. Si alguien de mi familia me viera seguramente me daría algún discursito, pero lo bueno de vivir solo, es que podía moverme por la ciudad de tal forma que encontrarme con alguno de ellos fuera realmente difícil, además, al parecer con la única que siempre me encontraba era con esta chica. Tenía que dejar de pensar en ella.
Llegar a la universidad era realmente desagradable, se preguntarán el porqué, pues bien, todos los días de una u otra forma terminaba topándome con la loca de Carolina en el estacionamiento. No es que ella sea pesada, pero hay algo en..., vale, si es porque ella es una pesada, no, pesada es demasiado poco. Es insoportable, se me tira al cuello y no se suelta. “Darling qué lindo día hace” “Cariño ¿Pasaste una bonita noche?” “Andrés, amor... soñé contigo” Me decía la muy loca como si fuéramos novios o algo por el estilo, a veces creo que en su mente sí lo somos y que no sabe distinguir el mundo real de su propia fantasía.
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Cosas de ascensor y el azar
Teen FictionEs un relato independiente donde un joven universitario luego de múltiples encuentros con una muchacha en el ascensor logra por fin tener un encuentro real con ella. Pésimo resumen pero como es cortito no hay demasiado que decir. XD