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CHRISTIAN

Subí por las escaleras con auténtica velocidad, pude escuchar llantos desde la habitación de Michael. Me acerqué sigilosamente y pude ver a Alice sollozando, toqué la puerta y ella me miró, rápidamente se limpió las lágrimas y entré a la habitación, me senté a su lado en la cama de Michael y la miré.

¿Qué sucede? — pregunté.


— Siento que estoy echando todo a perder — soltó con la voz quebrada —. Ésto es nuevo para mi, no sé casi nada sobre Michael.

— Lo sé todo — solté y ella me miró perpleja —. Michael me contó como fue que se conocieron, debiste perderte y estar en una ciudad nueva te confunde.

— Quiero agradar a todos, pero parece que Kate me odia...

— No te odia, simplemente te ve como una rival para Michael — hablé sinceramente —. Es normal, ¿sabes?, para nosotros las chicas bonitas son nuestro punto débil.

— ¿Me estás diciendo bonita? — preguntó algo tímida.

— Sí — contesté —. No lo tomes a mal, estoy tratando de romper el hielo. Soy de confiar, como eres nueva aquí espero poder ser un buen guía y amigo para ti — le sonreí y le extendí la mano.

Ella dudo un poco y me la estrechó sonriendo, el llanto ya había pasado. Ella me trae muchos recuerdos lindos, espero que podamos llevarnos bien.

— Tengo que irme — hablé —, abajo podrían pensar mal — reí y ella me imitó —. Fue un gusto conocerte, Alice. No dudes en llamarme cuando tengas problemas.

— Tú también — respondió —. Espero que puedas superar lo de tu madre.

Me sorprendió su último comentario, ¿cómo diablos supo...?

— Gracias... Nos vemos mañana.

Bajé las escaleras sin mirarla, tenía el corazón latiendo muy rápido, me despedí de Michael con un simple "Adiós" y salí disparado por la puerta. Dios, ¡bajé mucho la guardia!, me encaminé a mi hogar, pude notar que ya casi era de noche, anduve vagando, pensando, hasta que casi choco contra mi puerta, toqué la misma y después de un rato vi que estaba sin candado, entré y lo primero que vi fueron zapatos de tacón en el tapete de la entrada. Por un instante pensé, y corrí ilusionado a la sala de estar, encontrándome a mi padre sentado en un mueble y a su novia en sus piernas, ellos reían y yo sólo traté de irme sin que lo notaran.

— Al final recuerdas que tienes una casa — habló mi padre, estaba ebrio —. Ni una llamada niño, que no te mantienes solo.

— No te metas en mi vida, si yo no hago lo mismo con las tuya — solté bruscamente mirándolo.

— Cariño, podemos hablarlo si gustas — habló su novia, que podríamos tener la misma edad, irritandome.

— ¡No se metan en mi vida! — grité — ¡Esta mujer nunca le quitará el puesto a mi madre!

— ¡Erika está muerta desde hace un año! — gritó mi padre —. Y yo cada día no me hago más joven, ¡entiendeme!

— ¡Vete al carajo! — grité al borde de las lágrimas.

Escale por las paredes de las escaleras para ahorrarme la subida. Llegué hasta el tercer piso donde estaba mi habitación,  entré y puse el candado. Podía escuchar como tocaban la puerta, me exalté y comencé a golpear la puerta hasta que se fueron, dejé varios huecos de los golpes pero no me importó.

Sólo me agarré a llorar en silencio, acostado boca arriba en mi cama, mi madre fue la única que me comprendía porque mi padre siempre estaba de viaje por su empleo, soy emancipado ahora. Nunca me había dolido tanto como la muerte de mi madre, ella murió mientras dormía, tenía cancer. Jack y Mike son los únicos que sabían, a Kate no le tengo confianza, ¿pero Alice?, ¿cómo se enteró? Probablemente Michael le contó.

MICHAEL

— ¡Que no! Puede ser malinterpretado

— Pero es tu mejor amigo, está herido y una compañía le haría bien.

Alice y yo nos encontramos discutiendo el estado psicológico de Christian. Ella insiste en conocerlo más para apoyarlo y a la vez saber si me conviene su amistad o no.

— Tengo que conocerlo Michael — habló —. ¿Qué tal si te traiciona alguna vez?

— He dicho que no, ¡él tipo está delicado! — hablé —. Podrías empeorarlo.

— Soy tu conciencia, debes hacerme caso.

— Que seas mi conciencia no implica que deba obedecerte. Tú ni si quiera eres alguien, eres sólo una cosa de mi mente y ya.

Alice me miró impactada, al borde del llanto. Repase lo que dije y de inmediato lo entendí.

— Alice, no quería...

— Sí éso piensas de mi, no sé porqué deseaste que existiera.

Se retiró de mi habitación y escuché como bajaba las escaleras. Ahora me siento mal, ¿Qué demonios está pasando con todos?, seguí a Alice escaleras abajo y traté de alcanzarla pero ella simplemente me ignoraba. Opté por esperar a que se pasara su enojo para hablar con ella, pero siento una punzada en la cabeza que me está irritando. Espero que esto acabe pronto.

La conciencia de Michael (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora