Los zapatos rotos

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Los zapatos rotos

Ojalá mis piernas no me fallen, ojalá llegar hasta el final.

Observo las paredes y con cada paso que doy mi alma se desquebraja un poco más.

Donde antes había rosas, ahora sólo hay arbustos salvajes que crecen a sus anchas en lo que alguna vez llamamos nuestro.

Mis zapatos están rotos, y todo el mundo cuando los ve me juzga con la mirada. 

Ahora todos me miran como si fueran un gato negro, que les va a proporcionar la mala suerte.

Qué sabrán ellos de mala suerte si no te perdieron.

La lluvia me cala hasta el más pequeño de mis huesos y entre la multitud me siento diminuta, indefensa, alguien más.

Sé que muchas miradas se posan en mí y que piensan: ¿Aún sigue así?

Sigo rota, sola y dolida. Eso no cambió, lo que sí cambió es que ahora todos me juzgan por como creen que soy y no como realmente soy.

Todos saben que tengo los zapatos rotos, pero no por qué se rompieron.

A ti siempre te llamaron la atención las personas rotas (como yo), siempre te interesó oír sus historias, pero no reconstruirlas.

Fue tu pérdida quien me destrozó y me hizo sentir como el ser más endeble de la Tierra.

Y cuando destrozas algo que ya está roto, no esperes que sobreviva.

Pero aquí sigo, rota, sola y dolida. Y encima, sin ti. 

Cementerio de floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora